Precisamente, esas tareas de desmontaje obligaron a clausurar la capilla y trasladar a ambas imágenes a la Parroquia del Sagrario de la Catedral, donde han estado residiendo desde finales del pasado mes de mayo hasta ayer (ver).
Finalizada la misa de las ocho de la tarde, comenzó el traslado alrededor de una hora más tarde, con un cortejo al que daba inicio la cruz alzada entre ciriales. Cuando la cofradía ya estaba en camino el cortejo y el público situado en la Avenida de la Constitución tuvieron que dejar paso a un tranvía que pasó por la zona, para indignación de algunos de los presentes.
Tras varias parejas de hermanos con cirios y el cuerpo de acólitos salió Nuestro Padre Jesús Despojado, llevado en las mismas andas en las que sale a las calles para el rezo del vía crucis cada Domingo de Pasión. Estaban iluminadas por cuatro hachones color tiniebla y adornadas con claveles y rosas rojas, además de estátice.
Tras bajar cuidadosamente los escalones de las gradas de la Catedral, el Señor emprendió el regreso a su capilla tomando la calle Federico Sánchez Bedoya, y después Cristóbal de Castillejo y Fernández y González hacia Jimios.
Después de otro tramo de hermanos con cirios, el estandarte
corporativo y la presidencia, en la que se encontraba el ex hermano mayor y
actual delegado del Miércoles Santo en el Consejo de Hermandades y Cofradías,
Miguel Cuevas, los ciriales anunciaron la salida de las andas con la Virgen de
los Dolores y Misericordia.
Claveles blancos exornaban las andas sobre las que la dolorosa vestía un manto de terciopelo verde liso y una saya burdeos con bordados en oro. Lucía además la diadema de salida y portaba un rosario en su mano izquierda, un pañuelo en la derecha, y en el pecherín el puñal que hace alusión a la primera de sus advocaciones y el emblema mercedario, que alude a la segunda.
Si Jesús Despojado llevaba delante una capilla musical, la dolorosa de la hermandad iba acompañada por la coral de la propia corporación e iluminada por dos candelabros plateados con tres guardabrisas cada uno.
Desde la calle Jimios, la cofradía continuó su traslado por las
calles Gamazo y Padre Marchena, entre la expectación de muchas de las personas
que llenaban estas calles del centro y que tenían ocasión de contemplar lo que,
al menos en lo que respecta a las andas con el Señor y su acompañamiento
musical, parecía un vía crucis como los que numerosas hermandades celebran por
las calles durante la Cuaresma.
Hay que señalar, por otra parte, que Nuestro Padre Jesús
Despojado llevaba una túnica morada lisa y unas potencias distintas a las que
suele lucir en la estación de penitencia de cada Domingo de Ramos.
Un hermano mayor de otra de las hermandades de esa misma
jornada, la del Amor, Fernando Mora-Figueroa, se encontraba en la esquina de
Jimios con Gamazo viendo el traslado de la cofradía de Jesús Despojado.
Finalmente, por Doña Guiomar llegó el cortejo hasta la
Capilla del Mayor Dolor, que comenzó a llenarse con los acólitos y cofrades con
cirios que antecedían a Jesús Despojado, cuyas andas se colocaron para entrar
mirando hacia la gente. Tras darse la vuelta los hermanos encargados de portar
las andas, el Señor tomó de nuevo posesión de su casa, después de más de tres meses fuera.
Cerrando el traslado, y con la coral de la hermandad
enlazando composiciones, la Virgen de los Dolores y Misericordia alcanzó la
capilla y entró en ella a las once menos cuarto de la noche, reuniéndose en el
pequeño templo con planta de salón con el Señor Despojado.
Una vez dentro, los dos titulares se colocaron en las mismas
posiciones en las que se sitúan los pasos en los días previos y posteriores a
la estación de penitencia de la hermandad: Jesús Despojado a la izquierda y la
Virgen de los Dolores y Misericordia a la derecha.
Y entre ambos se veía la estructura del altar de los
próximos cultos a la dolorosa, con la utilización de la caída frontal y el
techo del palio a modo de dosel, en tanto que un gran cortinaje rojo oculta el lugar que
corresponde al retablo mayor ahora desmontado.
Con las oraciones finales concluyó el traslado de regreso de
la hermandad a la Capilla del Mayor Dolor, que ha permitido que el Señor que
tallara Antonio Perea (con cuerpo actual de Antonio Eslava) y la dolorosa de
Eslava estén ya en casa.
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