Hay momentos y momentos. Hay veces en que el simple sonido de unas campanitas agitadas por unas manos arrugadas es la mejor lección, sin palabra alguna, que los mayores pueden enseñar a los jóvenes. Hay silencios que valen infinitamente mucho más que la grandilocuencia gesticulada, las palmas y los gritos de desvarío, de falsa devoción y de nula humildad. Hay cofrades y cofrades.
El pasado domingo salió a las calles, como cada tercer domingo de septiembre, la Divina Pastora que siempre será recordada como la Pastora de Santa Marina, pese a que desde la guerra ésa no sea su sede, y desde hace un cuarto de siglo resida en el antiguo Hospital de San Bernardo, el de los Viejos, la capilla de la calle Amparo.
Una procesión que estrenaba acompañamiento musical para abrir camino a la cofradía, con la Agrupación Musical Santa Cecilia, que se estrenó con la Pastora interpretando "A los pies de Sor Ángela" precisamente en ese trozo de la antigua calle Viriato que hoy recibe el nombre de María de la Purísima de la Cruz.
Detrás, la cruz de guía que recuerda a la de la Mortaja entre faroles, y las diversas insignias de la corporación, como la bandera franciscana, el simpecado de los Maestrantes, la bandera del voto asuncionista, el simpecado de Gran Gala, al que se le tocó el Himno de España en el momento de la salida y de la entrada, el libro de reglas, las representaciones de las hermandades de Guadalupe de la Misericordia, la Virgen del Mar y la Virgen del Pilar, el estandarte propio de la hermandad, la hermana vestida de Santa Marina y la reliquia de San Francisco de Asís.
Junto a Santa Marina, donde se encontraba el hermano mayor, Andrés Martín, estuvo también el delegado de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, Juan Carlos Cabrera, al haber aceptado la hermandad la sugerencia del delegado, lanzada en su intervención previa al Pregón de la Semana Santa de este año, de fundir unas velas de la candelería de los pasos en recuerdo de las mujeres víctimas de malos tratos. En este caso, la Divina Pastora tenía en su candelería cuatro codales en los que podía leerse las palabras "mujer", "madre", "hija" y "esposa".
Antonio Santiago volvió a ponerse, un año más, al frente del martillo del paso de la Pastora acompañado de sus auxiliares habituales. La reducidas dimensiones de la puerta de la capilla obligan a colocar el granado completamente en posición horizontal, además de tener que retirar el remate del cayado que porta la Virgen no por su altura, que es inferior a la de la corona de estrellas de la cabeza, sino porque podría rozar por un lado con el arco de medio punto de la puerta.
Poco a poco, el paso de estilo rocalla fue saliendo a la calle y la Banda de Música Fernando Guerrero de Los Palacios tocó el Himno de España. Ya en la calle, el granado recuperó la verticalidad y la Pastora su cayado al completo antes de que el paso afrontara la calle María de la Purísima de la Cruz mientras la banda interpretaba "La fuente de las pastoras".
El paso se adornaba como siempre con una amplísima variedad de flores de diversas tonalidades, con pequeños pájaros escondidos entre ellas y algunas mariposas tanto en el monte como en varios de los guardabrisas de los candelabros.
Tras una parada, el paso siguió después con "La Estrella Sublime" rumbo a la Iglesia de San Juan de la Palma, ante cuya puerta recibieron a la Pastora las representaciones de las hermandades de la Amargura, Virgen de la Cabeza y Virgen de Montemayor, así como un grupo de ancianos del asilo cercano. Cuando el paso se paró frente a la ojiva del templo, los presentes cantaron la Salve y hubo algunas ofrendas florales. Después, para seguir con el recorrido, la banda de música tocó “Virgen de la Paz”, pero Antonio Santiago no quiso que el paso simplemente caminara hacia atrás y después siguiera hacia la plaza de San Juan de la Palma, sino que mandó la izquiera ‘alante’ y la derecha atrás para que los ancianos situados junto a la puerta pudieran contemplar de frente a la Pastora.
Poco después, el paso se detuvo junto al retablo cerámico de la Virgen de la Amargura antes de continuar con las marchas “Aniversario Macareno” y “Coronación”. Con ésta, la Divina Pastora llegó hasta la esquina de la calle Gerona, que estaba ocupada por otro grupo de ancianos, en este caso de la residencia de San Juan Grande, que tenían hasta un simpecado propio con el que recibieron a la Virgen.
Cada uno de ellos tenía una campanita en sus manos y, aunque no estaba previsto que fuera así, en cuanto el paso se paró ante ellos comenzaron a agitar las campanas en un momento de verdadera emoción. Al fin y al cabo, hay quien dice que la vejez consiste en volver a ser niños y la misma inocencia era la que reflejaban los rostros de estos ancianos. Un miembro de la residencia leyó una salve popular y cuando finalizó, ahora sí, dijo "¡campanitas para la Virgen!", y los ancianos volvieron a agitar sus campanas como sincero saludo y oración a la Madre de Dios.
A continuación, Antonio Santiago quiso dedicar la levantá a "estas personas que han recibido a la Virgen con campanitas", así como al antiguo hermano mayor, Gabriel Solís, que tocó el llamador. Con "Triana de Esperanza" se alejó de los ancianos la Divina Pastora rumbo a otra parada cercana, el Convento del Espíritu Santo, en cuya puerta se detuvo antes de internarse por la estrechez de la calle que lleva el nombre del convento a los sones de "Virgen de las Aguas".
A partir de este punto, la Divina Pastora, que vestía su manto celeste procesional y la saya blanca de tisú, ambas piezas bordadas en oro, recorrió un buen número de calles estrechas como Espíritu Santo, Castellar, Churruca e Infantes, con marchas como "Macarena" de Cebrián, "Hosanna in excelsis", "Virgen de la Palma", "Macarena", ahora la de Abel Moreno, y "Virgen de la Estrella".
Precisamente en la calle Infantes, la puerta de un garaje comenzó a abrirse cuando el paso estaba detenido junto a él. En previsión de que pudiera golpear al paso, rápidamente Antonio Santiago mandó que se levantara, aunque no hizo falta la premura, dado que cuando la puerta aún no se había abierto por completo, volvió a cerrarse.
Desde Infantes, el paso salió a la calle San Blas, donde la Banda Fernando Guerrero interpretó "Virgen de los Negritos" e "Hiniesta Coronada", ésta en el giro a la calle Divina Pastora, por la que, antes de alcanzar un momento difícil de describir, sonarían también "Esperanza Macarena" y "Como tú ninguna".
De la emotividad y sinceridad en la devoción de unos
ancianos tocando campanitas, pasamos a una calle Divina Pastora, en su tramo
final, completamente a rebosar de personas esperando asistir a un auténtico
espectáculo de gritos, vivas, palmas, fuegos artificiales, petaladas, una
sevillana desde un balcón y hasta una especie de pregón a cargo de Francis
Segura desde ese mismo balcón.
Fue como ver dos procesiones completamente diferentes: la
que salió desde la capilla y llegó hasta esta calle para después volver a su
capilla, y otra muy distinta en este último tramo de Divina Pastora, convertida
en una especie de catarsis colectiva donde el que más gritaba y el que más
pullas le metía, sin nombrarlas, a otras hermandades pastoreñas más palmas
recibía.
No es nada nuevo. Hay una especie de batalla más o menos
velada (aquí bien visible) entre determinadas hermandades que rinden culto a
imágenes de la Divina Pastora, conflicto nada edificante y mucho menos interesante
que principalmente tiene que ver con la Pastora de Santa Marina, primera hermandad
pastoreña, y con la de Capuchinos, con sede en el convento al que pertenecía el
creador de la advocación, Fray Isidoro de Sevilla. A partir de aquí, los
cofrades de una y otra hermandad dicen ser “la cuna de la devoción pastoreña”,
un grito que el domingo se escuchó en la calle Divina Pastora en numerosas
ocasiones, con un chaval incluso desde una azotea desgañitándose de forma
bastante cómica y quedándose hasta sin aire por ser el que más ocurrencias
gritara.
Bochornoso. A algunos nos criaron en una fe distinta y con
un concepto totalmente diferente de lo que es la religiosidad popular. Nada que
ver con pullitas entre cofrades y peleas por ver qué hermandad es la “auténtica”,
la “verdadera”, la “primitiva”… como si las demás hermandades fueran
falsificaciones. Si los devotos de una imagen creen que alabar a la Madre de
Dios es pelear por ver qué imagen de madera que la representa es más antigua,
más “auténtica”, es que hacen falta más clases de catequesis y menos pétalos,
gritos, sevillanas y pregones… Ah, y más campanitas en manos de ancianos, que enseñan
a los jóvenes mucho más de lo que los jóvenes (alguno ya bastante mayorcito) están dispuestos a aprender.
En lo musical, por este tramo sonaron las marchas “Encarnación
Coronada”, “Pasan los campanilleros” y después se encadenaron “Coronación de la
Macarena” y “Pasa la Virgen Macarena” en el giro a González Cuadrado.
Tras dejar atrás González Cuadrado, la Divina Pastora giró a
Cruz Verde, donde la banda de Los Palacios tocó “Virgen de los Estudiantes”,
marcha que empezó a tocar una segunda vez aunque después la interrumpió cuando
el paso se paró ya en la calle Palacios Malaver.
Posteriormente, el paso alcanzó la calle Feria con "Esperanza de Triana Coronada" y llegó hasta la Capilla de Monte-Sión, cuya hermandad estaba en la puerta recibiendo a la Pastora, precisamente con la marcha "Rosario de Monte-Sión". Con el paso vuelto hacia la capilla, los cofrades del Jueves Santo cantaron la Salve.
A continuación, el paso se alejó con "Esperanza, Pasión de Triana", aunque se paró enseguida porque desde un balcón sobre el bar Vizcaíno un joven cantó una sevillana acompañado de otro que tocaba la guitarra. Después la Pastora se marchó por la parte más estrecha de Feria y Aposentadores, por donde la banda tocó las marchas "Madrugá Macarena" y "Siempre la Esperanza", respectivamente. Al final de esta calle, ya cerca de la capilla, se lanzó una gran lluvia de pétalos sobre el paso.
Ya ante la capilla de la calle Amparo, la Hermandad de la
Divina Pastora tuvo un gesto con la de San Gonzalo, que el próximo 14 de
octubre verá coronada a la Virgen de la Salud, haciendo que la banda tocase “Salve
a Nuestra Señora de la Salud” mientras el paso giraba para colocarse ante la
puerta.
Después se repitió la maniobra de la salida, bajando el
granado y retirando el remate del cayado y, tras una levantá a pulso, los
costaleros comenzaron la entrada a los sones de la marcha “Rocío”, seguida
después por el Himno de España.
En el interior del templo, una vez subido el granado y
vuelto a colocar el cayado, el paso fue conducido hasta el presbiterio y la procesión
finalizó con las oraciones por los hermanos difuntos y con el canto de la Salve
Regina. Eran cerca de las doce de la noche y en la calle Amparo finalizaba el
tercer domingo de septiembre.
Consulte la fechas de ambas cruces de guía y comprobará cual se parece a cual.
ResponderEliminarYa sé que la de la Pastora es anterior y que la Mortaja se basó en ella para hacer la suya al convivir ambas hermandades en Santa Marina. Y sé que incluso la Hermandad de la Mortaja no cedió su cruz de guía para una exposición de hace algunos años en la que se iban a poder ver las dos cruces juntas, teniendo que ponerse una foto al no contar con la cruz. Pero como en este texto estoy hablando de la procesión de la Divina Pastora, digo que su cruz se parece a la de la Mortaja, una frase que no implica que esté diciendo cuál de las dos es más antigua.
EliminarNo te molestes en darles explicaciones (era obvio), siempre quieren quedar por encima.
EliminarLo de la calle Divina Pastora es de vergüenza ajena.
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