La Hermandad de la Cena se ha trasladado en la noche de este lunes a la Parroquia de San Román, donde los cuatro titulares de la corporación (Nuestra Señora de la Encarnación, el Señor de la Sagrada Cena, el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia y Nuestra Señora del Subterráneo) estarán expuestos al culto durante los próximos cuatro meses, que es lo que se prevé que dure la primera fase de las obras de restauración de su sede, la Iglesia de los Terceros.
Después de varios años con problemas estructurales de gravedad en el templo de la calle Sol, e incluso habiendo sido inutilizada la zona del crucero y el presbiterio por riesgo de desprendimientos de la cúpula y la bóveda, la hermandad ha logrado reunir los 700.000 euros del presupuesto de las obras a través de un préstamo, para el que el propio Arzobispado ha ejercido de aval, y de donaciones particulares.
Este martes arrancarán las obras, que consistirán en la recuperación de la cúpula, los arcos de las capillas y del coro, y las yeserías características del templo, así como en la eliminación de las filtraciones que sufren diversas zonas de las cubiertas.
La clausura de la iglesia ha motivado el traslado de las imágenes titulares a la Parroquia de San Román, a la que pertenece la Iglesia de los Terceros, dándose la circunstancia de que, con la Cena, son ya cuatro las hermandades acogidas de forma provisional en San Román, dado que las de la Exaltación, el Carmen y Santa Lucía se encuentran también en este templo a la espera de la apertura, tantas veces anunciada, de Santa Catalina.
A las nueve y cuarto de la noche comenzaba el traslado a San Román con un cortejo encabezado por cruz alzada con manguilla entre ciriales. Dentro esperaban los titulares de la hermandad sobre sendas andas, perfectamente preparadas para la salida.
Hay que señalar que el itinerario no ha sido el directo a San Román por la calle Sol, sino que la cofradía se ha encaminado hacia la Plaza de los Terceros para seguir por Bustos Tavera y Peñuelas hasta la Plaza de San Román.
Cada imagen estaba precedida por una veintena de hermanos con cirios y un grupo de acólitos, siendo la primera en salir la Virgen de la Encarnación, que este año no podrá realizar su habitual salida procesional de octubre desde los Terceros. Vestida con manto y saya de color blanco con flores bordadas a lo largo de la superficie de los tejidos, la Virgen atribuida al círculo de Juan de Mesa llevaba la corona y la media luna que suele lucir en la calle.
Las andas, con faldones de damasco blanco, estaban iluminadas con seis candeleros con cera blanca y adornadas con lilium y margaritas del mismo color.
Tras un segundo tramo de hermanos con cirios, los ciriales
anunciaron la salida del Señor de la Sagrada Cena, vestido con túnica blanca y
mantolín rojo, así como las potencias procesionales. En las manos no llevaba el
habitual cáliz, y en cuanto a las andas, cedidas por la Hermandad de los Panaderos, estaban iluminadas por los candelabros
de los costeros del paso de la Virgen de la Encarnación y exornadas por un ancho friso de claveles rojos.
Detrás, sobre unas andas igualmente de los Panaderos, cofradía que también prestó el llamador, el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia con sus potencias de salida, el mantolín bordado detrás y un curioso exorno floral adornando el monte, con una variedad de especies de tonos violetas y morados.
Dos guardabrisas en las esquinas delanteras iluminaban las andas sobre las que era posible contemplar con todo detalle la imagen del Cristo que espera, humilde y paciente, el momento de la crucifixión.
Finalmente, cerrando la cofradía como cada Domingo de Ramos la Virgen del Subterráneo detrás del último tramo de hermanos y del estandarte de la hermandad. La dolorosa de Juan de Astorga, sobre unas andas con faldones de damasco rojo iluminadas con dos de los faroles de cola de su paso de palio, vestía un manto de terciopelo azul con bordados en las vistas, saya blanca bordada en oro y fajín hebraico sobre el que llevaba prendida una medalla de la Virgen de los Reyes.
Lucía la misma corona que este año ha llevado en su estación de penitencia, una cruz pectoral, un puñal, un pañuelo en la mano derecha y un rosario en la izquierda. En cuanto al exorno floral, no podía faltar el color rosa, tan característico siempre junto a la Virgen del Subterráneo.
Eran ya las diez de la noche cuando la cruz alzada, procedente de la calle Peñuelas, llegaba a
la Plaza de San Román y entraba en la parroquia, donde la Hermandad de la Cena
fue recibida por la Exaltación, el Carmen de Santa Catalina y Santa Lucía con
sus respectivos estandartes corporativos, además del párroco de San Román, Francisco José Blanc Castán.
Poco a poco, aunque a un rimo bastante ágil, fueron apareciendo por la plaza y entrando por la puerta ojival las cuatro imágenes de la hermandad. Las tres primeras entraron en el templo directamente sin darse la vuelta hacia la plaza, cosa que sí ocurrió con la Virgen del Subterráneo. Si en el momento de la salida hubo algunos rezos antes de que saliera la Virgen de la Encarnación, con la dolorosa se realizaron los rezos finales del traslado aún sin haber entrado. En concreto, se rezaron las letanías de la Virgen, tras las que las andas entraron en San Román.
Una vez dentro del templo, las andas de los titulares se
colocaron ante el presbiterio de forma que, de izquierda a derecha, estaban la
Virgen de la Encarnación, el Señor de la Sagrada Cena, la Virgen del
Subterráneo y el Cristo de la Humildad y Paciencia.
El párroco se mostró encantado de acoger a la Hermandad de
la Cena en la que, dijo, también es su casa y deseó que la estancia en San Román sea
satisfactoria hasta el regreso a la Iglesia de los Terceros dentro de unos
meses.
Seguidamente, se pidió que el templo se desalojara para
comenzar el desmontaje de las andas y la colocación de las imágenes en el lugar
donde estarán compartiendo techo con los titulares de las tres hermandades que
ya lo ocupan.
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