Desde ayer, sábado, y hasta el próximo martes, día del LXIII aniversario de su Coronación Canónica, la imagen de María Santísima de la Amargura se expone en besamanos en la Iglesia de San Juan Bautista, popularmente conocida como San Juan de la Palma.
Con su corona de oro que se le impuso en aquella ceremonia que la convirtió en la primera dolorosa sevillana coronada canónicamente, la Amargura ofrece la mano derecha a los devotos desde el presbiterio alto del templo, elevada sobre una peana de madera dorada, aunque más adelantada se encuentra la peana procesional sobre la que se sitúan los ángeles ceriferarios de orfebrería que forman parte también de su paso de palio en los costeros.
La dolorosa luce manto de camarín de terciopelo burdeos bordado en oro y saya azul, de cuya cintura pende la Medalla de la Ciudad. Sobre el pecherín, de encaje dorado, lleva una cruz pectoral, mientras que en las manos no tiene nada, ni en la que da a besar ni en la otra.
Un gran cortinaje de terciopelo rojo cubre el retablo mayor de la iglesia, y ante él está el dosel de cultos de la hermandad con dos candelabros plateados con velas blancas delante. Por otro lado, a cada lado de la Virgen de la Amargura vemos una columna dorada de fuste estriado que sujeta una jarra del paso de palio con rosas, lisiantum y margaritas spider, todo ello de color blanco. Y en los extremos, junto al dosel, hay dos mesas con decoración de madera tallada y dorada que sostienen otras dos jarras del palio con las mismas flores y que detrás tienen otros dos candelabros.
Para acceder y bajar del besamanos la hermandad ha montado una estructura de rampas a un lado y a otro, y en el centro, además de la peana y los ángeles de orfebrería antes descritos, están los dos faroles que escoltan cada Domingo de Ramos al simpecado de la cofradía por las calles.
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