Dentro de los actos conmemorativos del 625 aniversario de la fundación del hospital que dio origen a la Hermandad de los Negritos, y en el que precisamente se atendía a personas de raza negra, hasta el próximo domingo 28 puede visitarse en el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla la exposición "Los Negritos. 625º aniversario", cuya inauguración coincidió además con el anuncio de la próxima Coronación Canónica de Nuestra Señora de los Ángeles (ver).
Al repasar el contenido de la muestra con todo detalle, como es costumbre hacer con las exposiciones cofradieras desde hace años en este blog, debemos comenzar por el patio del Mercantil, en la que hay un espacio dedicado a aportar detalles sobre las dos imágenes titulares de la hermandad. En este sentido, se indica en un panel que el Cristo de la Fundación es obra de Andrés de Ocampo de 1622, aunque no es hasta 1635 cuando la hermandad adquiere la talla y se convierte en imagen procesional. En cuanto a Nuestra Señora de los Ángeles, se señala que probablemente sea la dolorosa que en 1630 era propiedad de Francisco de Góngora y que éste prestaba a la corporación para la salida procesional, que por aquel entonces se celebraba el Viernes Santo.
El Cristo de la Fundación fue restaurado en 1940 por Agustín Sánchez Cid, quien fue el que halló en el interior de la zona de la espalda un documento firmado por el propio Andrés de Ocampo indicando la autoría y la fecha. Posteriormente, en 1988 se le practica en el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid la que se considera la primera restauración con carácter científico de una imagen procesional sevillana, labor que llevaron a cabo los hermanos Cruz Solís. Finalmente, Pedro Manzano realizó en 2014 labores de restauración centradas en el soporte y la policromía. En cuanto a la Virgen de los Ángeles, sufrió una primera restauración por parte de Juan Miguel Sánchez en 1952; Antonio J. Dubé de Luque le realizó una importante transformación en 1984; y en 2004 actuó sobre la talla el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
Bajo el panel se muestran diversos elementos relativos a las diferentes restauraciones del crucificado, como una reproducción del papel escrito por Andrés de Ocampo y depositado en el interior de la espalda. El original se mantiene dentro de la talla, en el lugar donde lo dejó su autor, donde también hay un documento que acredita la localización en 1940 del primero. También de este segundo documento podemos ver una copia.
A su lado, una antigua fotografía, tomada en 1940, del Cristo con la espalda abierta permite identificar con exactitud la localización del documento de Andrés de Ocampo.
Vemos a continuación un gran número de clavos metálicos, de muy diversos tamaños, que el Cristo de la Fundación tenía en su interior, tanto en distintas partes de su cuerpo como en la cruz y en el sudario, y que los hermanos Cruz Solís le retiraron durante la restauración de 1988, sustituyéndolos por espigas de madera, menos lesivas para la talla.
Y de la restauración de Pedro Manzano de 2014 se muestran algunos clavos más y otros elementos conservados en un estuche con una placa que recuerda la intervención realizada.
Por otra parte, también en la misma vitrina se muestran las partituras de las marchas tituladas "Virgen de los Ángeles", compuestas por Antonio Pantión y Pedro Morales, y dedicadas a la dolorosa de la hermandad.
En el patio se reproducen tres fotografías a gran tamaño: una del paso de palio actual y otras dos de Cecilio Sánchez del Pando. Estas dos últimas son del año 1925 y en una de ellas se ve el paso del Cristo de la Fundación en la Plaza de San Francisco y en la otra el palio de la Virgen de los Ángeles saliendo de la capilla.
Por último, antes de pasar a la primera de las salas, hay que comentar la proyección continua de un vídeo con un gran número de fotografías antiguas, así como escenas de grabaciones videográficas de la hermandad en la calle; además, también en el patio se encuentra el cartel original de la exposición, obra de Carlos Peñuela Jordán.
Pasamos ya a la primera sala, donde encontramos un panel que resume los orígenes de la hermandad, con la fundación de un hospital para negros junto a la Cruz del Campo por parte del arzobispo Gonzalo de Mena, que lo fue entre 1393 y 1401. "De la caridad para la caridad" fue el lema de aquel hospital que se trasladó en 1550 al lugar que actualmente ocupa la casa hermandad, en la calle Recaredo, donde igualmente se edifica una capilla en el mismo espacio de la actual. Cuatro años después se aprueban las primeras reglas que convierten a esta corporación en hermandad de penitencia.
La primera obra que vemos en esta sala es un óleo sobre lienzo que representa al arzobispo Gonzalo de Mena, pintura de autoría desconocida, pero que se sabe que fue realizada en 1766 y que la hermandad pagó por ella 240 reales.
A su lado está el guión cardenalicio, con el escudo del arzobispo Mena en una de sus caras y el de la hermandad en la otra. Fue bordado en oro y sedas con aplicaciones de plata sobre terciopelo azul en 1973 por las religiosas del convento de Santa Isabel, según el diseño de Ángel López Herrera. Forma parte del cortejo del paso de palio en la estación de penitencia.
Seguimos con la Cruz de las Toallas, nombre con el que se conoce a la antigua cruz de madera con sudario que presidía los vía crucis públicos que realizaba la hermandad, incluyendo el que desde la Casa de Pilatos iba hacia la Cruz del Campo. Presidía el altar de la fachada de dicha casa hasta que en 1630 se hizo la actual de piedra.
De 2016 es la bandera pontificia que tiene en su centro bordado el escudo del Papa Urbano VIII, por el que la hermandad tiene el título de Pontificia desde 1625. Devolvió a la hermandad sus reglas tras resolver un conflicto con la extinguida Hermandad de la Antigua y Siete Dolores que había derivado en la suspensión de la de los Negritos por parte tanto del Arzobispado como del Consejo de Castilla. La insignia está bordada en oro y sedas sobre raso amarillo y blanco por José Luis Sánchez Expósito, del taller de Santa Clara.
A su lado se muestra una litografía de la imprenta parisina Hauser y Menet a partir de un dibujo de Genaro Pérez Villaamil, que pintó la Puerta de Carmona, tristemente desaparecida, principal monumento de la zona en la que vivía y vive la Hermandad de los Negritos. La litografía fue realizada entre los años 1842 y 1850.
Vemos a continuación una talla de pequeño tamaño de San Benito de Palermo, realizada en 1676 en madera tallada y policromada. En principio era una talla de vestir, pero fue retocada en 1711 y ya en el siglo XX se le talló el cuerpo. Es un santo perteneciente a la Orden de Hermanos Menores Capuchinos. Era de origen siciliano y murió en Palermo en 1589, siendo canonizado en 1807 por el Papa Pío VII.
Vemos también el simpecado, bordado sobre terciopelo burdeos en 1775. Perteneció a la congregación de mujeres de la hermandad y presidía sus rosarios públicos y novenas. En el centro tiene una pintura de la Virgen vestida con elementos sacerdotales y con un cáliz en las manos.
La Hermandad de los Negritos tiene un interesante patrimonio pictórico, como es el óleo sobre lienzo de la Virgen de la Antigua, gran devoción de la ciudad que incluso, la existente en la Catedral, está coronada canónicamente. La pintura es de 1725 y de autor desconocido.
Y otra pintura es la de la Virgen de Guadalupe, donada a la hermandad en 1798 por María Josefa Roldán. No se conoce tampoco al autor, pero se sabe que fue realizada entre 1710 y 1730.
Continuamos con la bandera concepcionista, bordada en oro sobre raso blanco y celeste por José Luis Sánchez Expósito en 2016. En una filacteria situada bajo el anagrama mariano se menciona a Pedro Antonio Moreno y Fernando Molina, alcalde y hermano mayor, respectivamente, que en 1613 se vendieron como esclavos para sufragar unas fiestas en honor a la Inmaculada Concepción.
Se muestran ahora dos ángeles lampareros de madera estofada y policromada del siglo XVIII que sujetan sendas lámparas votivas en el presbiterio de la capilla de la hermandad.
Desde que en 1766 el arzobispo Francisco de Solís Folch y Cardona jurara el cargo de hermano mayor de los Negritos por iniciativa del hermano Salvador de la Cruz, todos los arzobispos de Sevilla tienen dicho cargo, mientras que quien ejerce de hermano mayor efectivo es conocido como alcalde de la hermandad. Por este motivo, la corporación tiene una réplica de los retratos de los arzobispos que se conservan en el propio Palacio Arzobispal. A esta exposición se han traído cuatro de ellos: los del propio Francisco de Solís Folch (1766), Manuel Joaquín Tarancón y Morón, Francisco Javier Delgado Venegas (1784) y Judas Tadeo José Romo y Gamboa.
Entre las pinturas anteriores se encuentra un crucificado de marfil policromado y madera de estilo hispano-filipino. En la actualidad, preside la sala de cabildos contigua a la Capilla de los Ángeles.
Observamos ahora un manifestador de madera dorada y policromada realizado en 1775 y donado al año siguiente por María Teresa Rodríguez. Ante él se encuentra una custodia de plata dorada, cincelada y repujada obra de Juan Ruiz, de finales del siglo XVIII o principios del XIX.
Otra obra pictórica vemos a continuación. En este caso, se trata del óleo sobre lienzo "San Félix de Cantalicio con la Virgen y el Niño". Es una copia a menor tamaño de la obra de Murillo realizada para un altar lateral del Convento de Capuchinos cuyo original se encuentra en el Museo de Bellas Artes. Los hermanos Fombuena Escudero donaron la pintura, realizada por autor desconocido en el siglo XIX, a la hermandad.
A su lado se pueden ver tres documentos que demuestran la vinculación de la Hermandad de los Negritos con la orden franciscana. Así, vemos el documento de concesión del título de Hermandad Franciscana, otorgado en 1993 por el ministro provincial de los Hermanos Menores Capuchinos de Andalucía, Fray Alonso Ramírez Pedrajas, con motivo del sexto centenario de la hermandad; el documento por el que en 1996 la hermandad se acogía a los beneficios espirituales del Jubileo Plenísimo del 2 de agosto del Proconvento de la Porciúncula y Santa María de los Ángeles de Asís; y el nombramiento en 1998 de las Hermanas Clarisas del Convento de Santa María de Jesús de Sevilla como Camareras Honorarias de Nuestra Señora de los Ángeles.
Vemos también una imagen del arcángel San Miguel, de madera estofada y policromada del siglo XVIII y autor desconocido.
Terminamos el repaso a los contenidos de la primera sala con una vitrina en la que se muestran un buen número de documentos de la historia de la Hermandad de los Negritos. Así, vemos la carta de censo perpetuo de tres solares situados entre las puertas de Carmona y Osario a los cofrades para la construcción de sus dependencias. Está fechado en 1550, año de su traslado al lugar que ocupa la hermandad en la actualidad.
Vemos también una copia de las reglas penitenciales de 1554, realizada en 1605.
Se muestra también el documento que indica el orden que habían de guardar las hermandades en la procesión del Corpus Christi de 1688, donde la Hermandad de los Negritos figura en tercer lugar de antigüedad, por detrás de la Vera-Cruz y el Cristo de San Agustín.
Relacionado con este punto, podemos ver un dibujo de la Procesión del Corpus Christi en el que se observa cómo los cofrades de los Negritos figuran en último lugar, en un puesto de honor que determina la antigüedad. Se trata de un dibujo de 1780.
Otro documento que reconoce la antigüedad de la hermandad es el que determina el orden de la procesión de traslado del cuerpo de San Fernando a su urna de plata actual, que tuvo lugar el 14 de mayo de 1729. En él se aclara que ninguna hermandad puede preceder a la de Nuestra Señora de los Ángeles.
Y otros documentos expuestos son los de asiento de Salvador José de la Cruz como hermano de la corporación, de la que llegó a ser mayordomo entre 1735 y 1775; la licencia canónica de 1741 para que la congregación del Rosario de Nuestra Señora de los Ángeles pudiese celebrar este culto con su insignia y simpecado; el asiento del arzobispo Francisco de Solís Folch como hermano mayor (1766); y una breve historia de la hermandad escrita en 1798 por Ricardo White.
La segunda sala de la exposición está dedicada por entero a la Virgen de los Ángeles y a sus enseres procesionales. Su palio recibe al visitante en el centro de la sala. Precisamente, después de la restauración del manto el año pasado, este año el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico ha restaurado en profundidad tanto las caídas como el techo, que vemos sostenidos por sus doce varales.
El techo y las caídas fueron bordados por las Hermanas Trinitarias en 1964, siguiendo el original, innovador y atrevido diseño de Juan Miguel Sánchez, que le dio al conjunto del paso de palio una estética única y personal nunca imitada por ninguna otra hermandad. El palio, como el manto, está bordado en plata y plata dorada sobre terciopelo azul verdoso. Por su parte, los varales son de plata cincelada, obra de Ramón León Peñuelas (1992) y siguen, como el resto de la orfebrería nueva, el estilo creado por Juan Miguel Sánchez para el paso de la Virgen de los Ángeles.
A un lado del palio se exponen otros elementos del paso, como una de las antiguas jarras, de plata repujada y realizadas en 1957 por un autor del que se desconoce el nombre.
Y junto a ella, vemos una de las actuales jarras, realizadas cuando ya había muerto Juan Miguel Sánchez. Pese a ello, Antonio J. Dubé de Luque se basó en las ideas estilísticas de aquél para el diseño de estas nuevas piezas que el taller de Orfebrería Mallol labró en 1987 en metal plateado, con cabezas de ángeles de madera de naranjo.
Y al otro lado del palio vemos uno de los antiguos candeleros, obra en plata cincelada y repujada de los talleres de Villarreal de 1974. Juan Miguel Sánchez había muerto un año antes, por lo que de su diseño se ocupó uno de sus discípulos, Francisco Maireles.
También se expone uno de los actuales candeleros, de plata cincelada y repujada, obra de Ramón León Peñuelas, quien renovó toda la candelería del palio entre 2010 y 2017 incidiendo en el estilo iniciado por Juan Miguel Sánchez.
Precisamente, en la exposición podemos ver un dibujo con el diseño de la nueva candelería, dibujada en tinta sobre cartón en 2010 por Ramón León Losquiño, hijo de León Peñuelas.
Por otra parte, en una vitrina se muestran algunas pruebas textiles para el palio y manto de la Virgen de los Ángeles, piezas donadas a la hermandad por Concepción del Carmen Magañas Valverde, una de las bordadoras del convento de las Hermanas Trinitarias que realizaron los bordados entre 1958 y 1964. Son piezas sueltas bordadas en hilos de oro y plata que se utilizaron como ensayo de las piezas definitivas.
Y de las primeras piezas del palio a las más modernas, ya que en la misma vitrina vemos parte de los nuevos borlones que se estrenarán el próximo Jueves Santo y que han sido confeccionados por Sergio Guzmán. Están realizados con cordón perlé y borlas con flecos de canelones gruesos de oro. Se expone un borlón montado y otro con cada una de sus piezas sueltas para que podamos ver exactamente cuántos elementos distintos componen cada uno de ellos.
Seguimos el recorrido por un conjunto de cuatro sayas del ajuar de la Virgen de los Ángeles: la bordada en oro sobre terciopelo negro en el siglo XIX; la roja de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, de 1915; la antigua saya blanca de salida; y la actual, diseñada por Juan Miguel Sánchez y bordada por las Hermanas Trinitarias en 1963.
Continuamos con la antigua corona procesional de la dolorosa, de plata sobredorada, fundida y repujada por autor desconocido en 1952. Se caracteriza por tener en la ráfaga pequeñas cartelas con símbolos de las letanías del rosario.
Y a su lado, se puede ver la corona de salida actual, labrada en 1970 por Manuel Román Seco según el diseño de Juan Miguel Sánchez. Es una obra de gran originalidad realizada en plata repujada, cincelada y sobredorada con esmaltes y pedrería.
Entre ambas coronas vemos una fotografía a reducido tamaño del manto procesional, que no forma parte de la exposición, aunque sí estuvo el año pasado en la muestra que también en el Mercantil se celebró para presentar los estrenos y restauraciones de la Semana Santa de 2017 (ver). Fue bordado en oro sobre tisú celeste por las Hermanas Trinitarias en 1967 e incluye tallas de ángeles en marfil.
Vemos ahora un dibujo de la Virgen de los Ángeles realizado con ceras de colores por Juan Miguel Sánchez. Este dibujo, de 1969, sirvió para presentar el boceto de la corona de salida que acabamos de contemplar. Fue éste el último diseño de Sánchez para la hermandad.
Al morir Juan Miguel Sánchez en 1973, del diseño de los respiraderos se tuvo que ocupar Ángel López Herrera. A él como diseñador y a Manuel Seco Velasco como orfebre se deben los respiraderos que lució el paso de palio desde 1975 hasta 2002. Son de metal plateado en su color y dorado, cincelado y repujado.
En 2002 se estrenaron los actuales respiraderos, obra de Ramón León Peñuelas que vino a enriquecer el diseño de los anteriores, siguiendo en cualquier caso la inspiración inicial de Juan Miguel Sánchez para todo el conjunto del paso de palio. Son de plata cincelada y repujada, y cuenta con marfiles tallados y chapa acodada repujada a mano.
Dos años antes se estrenó la peana procesional, obra también de Ramón León Peñuelas en plata en su color y dorada cincelada y repujada, y madera de limoncillo para las cabezas de ángeles de la base. Está formada por dos partes separables, dado que la superior es la que suele utilizarse para los besamanos de la Virgen de los Ángeles en la festividad de la Inmaculada Concepción.
Basándose en el diseño de Juan Miguel Sánchez para el manto de la Virgen de los Ángeles, Fernando Marmolejo Camargo labró en 1961 los candelabros de cola del paso de palio en metal plateado y repujado.
Y en 2004, esos candelabros fueron sustituidos por los actuales, obra en plata repujada de Ramón León Peñuelas. Siguen el mismo diseño, aunque más barroco y alargando uno de los brazos para que sobresalga por la parte trasera del paso.
La última de las piezas expuestas que vamos a repasar es un grabado firmado por A. Molina en 1804 dedicado al cardenal de Sevilla Luis María de Borbón. Se representa a la Virgen de los Ángeles en el altar neoclásico de finales del siglo XVIII en el que recibía culto.
Muy completa la exposición de la Hermandad de los Negritos, sobre todo en lo que tiene que ver con su antiquísima historia (muy interesantes los documentos expuestos), como con las piezas que componen el riquísimo paso de palio de la Virgen de los Ángeles. Quizá se echa en falta algo sobre el también interesante paso del Cristo de la Fundación, aunque sólo hubiera sido uno de sus característicos faroles.
En cualquier caso, es de destacar cómo este tipo de muestran permiten una contemplación pausada de cada detalle que, en Semana Santa y en la calle, suelen pasar muy desapercibidos. Además, hay que subrayar la valentía de una hermandad que decidió apostar por un diseño verdaderamente innovador para su paso de palio, rompiendo los esquemas hasta entonces imperantes (y todavía hoy, habría que decir), llegando incluso a desechar un palio con la firma de Rodríguez Ojeda. Un diseño que fue polémico en su momento y con el que la hermandad arriesgó y evidentemente ganó.
Sin duda, hay que agradecer ese arrojo demostrado en su momento por la corporación que abre el Jueves Santo por su intención de aportar estéticamente algo realmente novedoso a la Semana Santa. Hubo críticas en su momento; incluso burlas. También la sufrió la Hermandad del Calvario cuando estrenó su paso de Cristo, después imitado hasta la saciedad, al que se llamaba ridículamente "la mesa de billar al revés". Incluso hoy en día otra hermandad valiente como el Sol recibe comentarios pretendidamente jocosos contra su personal estilo.
Si todas las hermandades han de seguir los mismos dictados estéticos, ¿para qué nos hacen falta setenta hermandades de penitencia? Con diez o doce sería suficiente, dejando al margen, claro está, la aportación devocional e incluso social que cada hermandad trae consigo.
Por todo lo anterior, es necesario felicitar a la Hermandad de los Negritos tanto por la exposición en sí, como sobre todo por el hecho de apostar en su día por un concepto estético diferente, pero plenamente acertado. Y lo que es mejor: se trata de un estilo que no ha sido imitado posteriormente, lo que le da aún más valor como algo verdaderamente único y característico de una hermandad que deberá siempre honrar la memoria de Juan Miguel Sánchez, renovador de la antigua cofradía de los Negros de Sevilla.
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