jueves, 14 de junio de 2018

EL BUEN FIN CELEBRÓ EL DÍA DE SAN ANTONIO CON SU SALIDA PROCESIONAL


En la tarde de ayer, 13 de junio, la Hermandad del Buen Fin celebró la festividad de San Antonio de Padua, que es titular de la corporación, con la celebración de la función solemne en su honor y su posterior salida procesional por algunas de las calles de la feligresía de San Lorenzo.
A las siete de la tarde comenzaba la función, con el pequeño paso de la talla del santo franciscano colocado en el lado izquierdo del presbiterio bajo, junto al altar del Cristo del Buen Fin, que permanece ausente del templo del antiguo Convento de San Antonio de Padua por encontrarse en pleno proceso de restauración en las instalaciones del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
Junto a una antigua cruz del crucificado estuvo San Antonio durante dicha función, que finalizó con el tradicional reparto de pan y la exposición de una reliquia del santo a la veneración de los fieles.


A las ocho y media comenzó la salida procesional, con un pequeño cortejo encabezado por una cruz de madera dorada con espejos entre ciriales. Detrás iban varios niños con cirios blancos, el guión del grupo joven del Buen Fin, el guión de la Fraternidad Franciscana, la representación de la Hermandad de la Divina Pastora de San Antonio con su estandarte corporativo, el propio estandarte del Buen Fin, la presidencia, la reliquia de San Antonio que se había dado a besar tras la función y el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.










La familia Ariza se encargó de guiar el paso de San Antonio, que contaba con claveles, lisiantum, antirrhinum, margaritas y paniculata, todo ello de color blanco, como exorno floral. Además, de cada una de las cuatro columnas del baldaquino dorado que cobija al santo colgaban dos pequeños bollos de pan con lazos de color marrón.
En la delantera, tras el llamador, figuraba el templete de plata con el abrazo de San Francisco que cada Miércoles Santo lleva en la entrecalle de la candelería el paso de palio de Nuestra Señora de la Palma; paso del que también veíamos varias jarras.
La Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Macarena esperaba en la calle San Vicente la salida del paso para interpretar la Marcha Real, a la que siguió "Cristo del Amor". Con ella, muy lentamente, el paso fue girando a su derecha en dirección a la Plaza de San Antonio de Padua, a la que giraría posteriormente con la marcha "Cristo del Buen Fin" para encarar la calle Marqués de la Mina.
Algunos devotos, entre ellos una señora vestida de color marrón y con un cordón blanco franciscano en la cintura, seguían al santo mientras otra comentaba con un hombre que "San Antonio tira mucho".






























Desde Marqués de la Mina, San Antonio pasó a la calle Alcoy y giró en Eslava para acceder a la Parroquia de San Lorenzo por la puerta que da a la calle Hernán Cortés. Dentro lo esperaba el párroco, Francisco de los Reyes, así como las hermandades de la Bofetá y la Soledad.
Precisamente, una vez dentro del templo, el paso se detuvo en primer lugar ante la capilla de María Santísima en su Soledad, desde la que el párroco dirigió una serie de meditaciones relacionadas con el santo de Padua, y pidió rezar a la Virgen de la Soledad, dado el amor que el propio San Antonio mostró durante toda su vida a la Madre de Dios.
De ahí, el paso continuó hasta los pies de la nave central de la parroquia, donde se encontraba la representación de la Hermandad de la Bofetá, que realizó una ofrenda de flores al santo. De nuevo tomó la palabra el párroco, que acompañó rezando el responsorio de San Antonio hasta que el paso encaró la puerta del templo para salir a la Plaza de San Lorenzo.
































Los hermanos mayores de la Bofetá y la Soledad despidieron en la puerta a San Antonio, que salió a la plaza y tomó la calle Juan Rabadán. En un principio, estaba previsto que siguiera por ella hasta girar en Miguel Cid, pero unas obras obligaron a tomar la calle Teodosio, a la que accedió con la marcha "Y tú, Estrella".
Después, giró de nuevo a Marqués de la Mina, que la recorrió completa hasta alcanzar la Plaza de San Antonio de Padua y, tras un giro muy lento, se encaminó de nuevo al antiguo convento franciscano por el mismo tramo de la calle San Vicente que antes había recorrido.








































La Centuria Macarena volvió a tocar la marcha "Cristo del Buen Fin" antes de que el paso entrara en el templo, lo que en esta ocasión, a diferencia de años anteriores, lo hizo sin volverse para mirar hacia la calle. Así, mirando al interior de la iglesia conventual, San Antonio regresaba a casa a las diez de la noche, hora y media después de su salida.








Una vez dentro, los Ariza guiaron el paso hasta la nave del Evangelio, para quedar definitivamente detenido delante del altar que esta pequeña talla de San Antonio ocupa durante todo el año recogiendo las oraciones de sus devotos. Una mujer en la misma puerta pedía al santo, no sin cierta sorna: "San Antonio, hijo, dame un hombre noble, que estoy muy sola". Tiene esa fama, pero para sus verdaderos devotos San Antonio de Padua es mucho, muchísimo más que un simple casamentero celestial. "Si buscas milagros, mira...".


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