Nuestra Señora del Rosario Doloroso, de la Hermandad del Polígono de San Pablo, permanece expuesta en besamanos este fin de semana como culminación de los cultos que en su honor han tenido lugar durante este mes de octubre.
Sobre una estructura colocada en el presbiterio de la Parroquia de San Ignacio de Loyola, la Virgen del Rosario ofrece su mano derecha a los devotos vestida con su manto procesional, de terciopelo rojo liso, la toca de malla bordada en oro con la que también sale a las calles cada Lunes Santo y saya blanca de tisú igualmente bordada.
Luce además la corona de salida, un puñal, un fajín militar de color rojo con tres entorchados y borlones rojos, y un buen número de broches y medallas, así como un alfiler con su advocación prendida del lazo del fajín. La dolorosa, que se sitúa sobre una fina peana de plata, sujeta un rosario en cada mano.
Flanquean a la Virgen dos candelabros dorados con velas blancas situados sobre sendos pies de color rojo con galones dorados y de base cuadrada. Detrás se alza un majestuoso altar ante un amplio cortinaje de damasco rojo donde destaca el dosel de cultos de la Hermandad de San Bernardo, que cobija una enorme corona, así como un trono colocado sobre la peana del paso de palio de la propia cofradía del Polígono. Ante éste hay una escalinata que señala el camino que ha hecho la Madre de Dios al bajar al encuentro de los fieles. Y junto al trono están los antiguos candelabros del paso de palio de la Virgen de los Ángeles, de la Hermandad de los Negritos.
El exorno floral se reparte en distintos puntos del altar, como en varias jarras del palio, a los pies de la Virgen o en la escalinata, entre otros. Las flores son muy variadas (rosas, lilium, antirrhinum, claveles, margaritas...) y de tonalidades rosa, blanca y roja.
El montaje del besamanos a la Virgen del Rosario se completa con cuatro lámparas de cristal de tipo araña colgando junto al dosel, y el estandarte corporativo en el extremo derecho de todo el conjunto.
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