Y llegó el Viernes de Dolores de 2019 y, con él, la ilusión recuperada de este primer día de vísperas en Sevilla después de la lluvia que el año pasado lo redujo a un itinerario abreviado de la Hermandad de Bellavista (ver). Nada que ver con este último Viernes de Dolores, caracterizado por el sol y unas temperaturas bastante altas si lo que tocaba era esperar la salida de las primeras cofradías sin el cobijo de sombra alguna.
Como bien indicaban los programas de mano, el norte de la ciudad era el que antes se iba a dejar tomar por los nazarenos. En concreto, Pino Montano se ponía en las calles a las seis menos diecinueve minutos de la tarde, cuatro minutos antes de lo previsto, desde la Parroquia de San Isidro Labrador. Momentos antes, llegó hasta la puerta del templo la Centuria Juvenil Macarena, que iba a situarse un año más ante la cruz de guía para lanzar al aire las primeras notas cofradieras.
Tiene la Hermandad de Pino Montano un cortejo de nazarenos importante, pero asumible. Por lo que, pese al sol que se dejaba notar sobre las cabezas de los presentes, no se hizo insoportable. Así, pronto los ciriales anunciaron la salida del paso de misterio, donde Nuestro Padre Jesús de Nazaret, ya prendido en el Huerto de los Olivos, está iniciando su Pasión tras haber sido identificado por Judas.
Este año, el Señor, levemente restaurado el pasado otoño por su autor, Fernando Castejón, ha salido a las calles con una túnica blanca. Su paso, por otra parte, contaba con un exorno floral a base de orquídeas y rosas de diversas tonalidades.
La Agrupación Musical Nuestra Señora de la Encarnación, de la Hermandad de San Benito, fue de nuevo la encargada de acompañar al misterio, para el que tras el Himno Nacional tocó "Jesús de Nazaret", seguida de "El Nazareno", composición estrenada este mismo año. La cuadrilla de costaleros, capitaneada por Francisco Javier Pagés, arrancó los primeros aplausos con su forma de llevar el paso de misterio, que cuenta con la particularidad de tener a un joven San Marcos que aparece agazapado tras el olivo, antes de salir corriendo al ser descubierto.
El paso de misterio se marchaba y en el interior del templo comenzaban a salir los nazarenos del cortejo de María Santísima del Amor, para la que se había preparado una petalada que le iba a caer desde la cornisa de la portada estrenada en 2012.
Ahora era la Banda de la Cruz Roja la que tomaba el relevo musical y, tras la salida, tocó el Himno antes de interpretar "Amor y Esperanza", la marcha con parte final cantada compuesta por Alejandro Blanco con motivo del hermanamiento entre las corporaciones de Pino Montano y la Macarena. La lluvia de 2018 fue de pétalos en este 2019, en que a la primera marcha siguió "Coronación de la Macarena" mientras el palio, guiado por Miguel Ángel Pagés, giraba a su izquierda. Más adelante, tras una parada, la Virgen del Amor continuó avanzando por su barrio con la marcha "Madre Hiniesta", dejando a su paso un aroma de alhelíes, rosas, orquídeas, verónicas y rosas de pitiminí.
Del norte al sur, de Pino Montano a Bellavista, donde a las siete de la tarde inició la cofradía del Dulce Nombre su estación de penitencia, este año puntualmente y sin preocupación por la meteorología. Y hay que volver a insistir en ese concepto, meteorología, que no es lo mismo que climatología.
La Hermandad de Bellavista atrae cada año a su barrio, ese trocito de Sevilla con sabor y apariencia de pueblo en su acepción más pura, a un grandísimo número de cofrades que quizá el resto del año ni siquiera van de paso por sus calles. Mucha "culpa" de ello la tiene un paso de misterio en el que de nuevo vemos a Jesús, advocado ahora como Salud y Remedios, prendido en el Huerto. Y también tiene este paso una característica forma de andar, al compás de las marchas que va interpretando una agrupación musical en alza, como es la de la Redención.
El Señor de la Salud y Remedios estrenaba este año una túnica de terciopelo de tonalidad buganvilla, regalada por un grupo de hermanos, que contrastaba con las flores moradas que adornaban el paso y con el color de la madera oscura del frontal.
Juan Manuel Martín es el capataz del paso de misterio, aunque estaba acompañado por su padre, que en la calle Guadalajara quiso realizar una levantá por su propio nieto, que incluso se dirigió a los costaleros. Más adelante habría más dedicatorias, como las que se pudieron escuchar por la madre de un amigo del capataz y por un costalero que está ya en el Cielo.
Uno de los momentos destacados del itinerario de la hermandad suele estar cada año en su discurrir por la Plaza del Retiro. Hasta ella llegó el misterio del Señor de la Salud y Remedios con una sucesión de hasta tres marchas diferentes: "Rocío del Cielo", "Santa María de la Esperanza" y "Orando en Monte-Sión".
No faltó cerca del paso Fernando Cano-Romero, quien donó a la parroquia la imagen del Señor, obra póstuma de Antonio Castillo Lastrucci, realizada en un primer momento para un proyecto de hermandad de Jerez que finalmente no fructificó. "No es que se parezca, es que es una copia exacta del antiguo Señor del Soberano Poder de San Gonzalo", aclaraba a unos jóvenes capillitas delante del paso.
La Hermandad de Bellavista se encuentra celebrando el L aniversario de la imagen de María Santísima del Dulce Nombre. Por este motivo, y por ser madrina de Bellavista, una representación de la Hermandad de la Bofetá, con la que comparte la advocación de su dolorosa, formó parte del cortejo este Viernes de Dolores.
El paso de palio ha estrenado este año los faldones y la restauración de los varales, así como algunas joyas, un encaje y un pañuelo que lucía la Virgen del Dulce Nombre. Desde la calle Manuel Gonzalo Mateu, el palio giró hacia la calle Almenas con la marcha "Rocío", a cargo de la Banda de Música Santa Ana, de Dos Hermanas. Con ella pasó junto a un inmueble desde cuyo balcón se lanzó una importante petalada sobre el palio. De esa casa colgaba una gran fotografía de la propia dolorosa.
Poco después, sonó "Coronación de la Macarena" y el palio alcanzó la Plaza del Retiro con "Reina de las Mercedes".
Nos desplazamos ahora hasta el centro, por el que cada Viernes de Dolores transita la Hermandad del Cristo de la Corona, una antigua imagen del Señor que por fin ha podido lucir en la calle su corona de espinas en la cabeza, como estaba previsto que ocurriera el año pasado y que no pudo ser por la lluvia. Fue realizada por Manuel Ballesteros y Alejandro Cascajares. Hasta entonces, el Cristo tenía una corona de espinas a sus pies.
Desde la calle Tetuán, el paso del Cristo de la Corona desembocaba en la Plaza Nueva para pasar por el Andén del Ayuntamiento. En la fachada recibían a la hermandad varios miembros de la Corporación Municipal, como el delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, o el portavoz del Grupo Popular, Beltrán Pérez.
El capataz, José Miguel Álvarez Castro, mandó parar ante ellos este paso diseñado por Antonio J. Dubé de Luque y que no ha presentado este año ninguna novedad en su labor de talla. Lirios morados, como es habitual, fueron las flores utilizadas para adornar el paso, que poco después de su parada ante el Ayuntamiento estrenó la Avenida de la Constitución, perfectamente preparada para que a partir del Domingo de Ramos fuera recorrida por todas las hermandades que hacen estación de penitencia en la Catedral.
Si la Hermandad de la Corona lleva como acompañamiento una capilla musical de la Banda de Música María Santísima de la Victoria de las Cigarreras, la cofradía de negro del Viernes de Dolores, la de Pasión y Muerte, cuenta con la Capilla Musical Gólgota.
Es ésta la única cofradía de ruán del barrio de Triana y, siguiendo la pauta de siglos atrás, su estación de penitencia la realiza a la Parroquia de Santa Ana, a la 'catedral' trianera, como hacían todas las hermandades de aquella orilla hasta que en 1830 la Hermandad de la O se decidió a cruzar el inestable puente de barcas rumbo a Sevilla.
Desde la Parroquia del Buen Aire había iniciado su estación de penitencia a las ocho de la tarde, precisamente casi a la misma hora que la Corona. Y tras pasar por Santa Ana, el Santísimo Cristo de Pasión y Muerte, guiado por el capataz Manuel Vizcaya, tenía una cita con la Esperanza de Triana, que cada año lo espera con las puertas de su capilla de la calle Pureza abiertas de par en par.
Estrenaba este año el paso un total de seis cartelas talladas, como las ya existentes, por Mariano Sánchez del Pino. Representan a los cuatro evangelistas y dos escenas de la Pasión del Señor. Asimismo, los Hermanos Caballero han tallado el moldurón que rodea todo el paso, que hasta el año pasado era liso. En cuanto a las flores que lo adornaban, eran rosas de pitiminí de color rosa, hypericum, anthurium morado, astromelias lilas, iris morado, rosas cool water, safari, espinos, cardos, yedra y asparagus.
Al llegar a la altura de la Capilla de los Marineros, el Cristo de Pasión y Muerte se paró y se volvió para mirar frente a frente a la Esperanza de Triana, que lo recibió desde su paso de palio. Varios miembros de la hermandad de la Madrugá, con su estandarte corporativo, se encontraban en la puerta y rezaron ante el crucificado de José Antonio Navarro Arteaga, que a continuación siguió por Pureza hasta meterse por Fabié ya buscando el regreso a su parroquia. Antes sería también recibido por la Hermandad de la Estrella, que es madrina de la de Pasión y Muerte.
La Misión completa la nómina de hermandades de penitencia del Viernes de Dolores. Las calles de Heliópolis veían pasar, ya de noche cerrada, al de momento único paso de esta corporación claretiana donde el Santo Cristo de la Misión se encuentra camino del Calvario con las Santas Mujeres, San Juan y la Virgen del Amparo, que quizá en unos años cuente con un paso de palio.
Llama la atención la cantidad de nazarenos de esta cofradía que se nutre en gran medida del colegio Claret junto al que se sitúa su parroquia. Las filas de blanquiazules nazarenos ocupaban varias calles del barrio, algunas de las cuales estrenaban pavimento que ya, casi desde su colocación, acogían las primeras gotas de cera que todo adoquín y asfalto sevillano conoce a la perfección.
Por el tramo final del recorrido de la hermandad, el paso, guiado por Antonio Santiago y sus auxiliares, iba ganando metros mientras la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras interpretaba marchas como "Y tú, Estrella" o "Cristo del Amor".
Desde la calle Uruguay, el paso del Cristo de la Misión, adornado con rosas rojas, salió a Padre García Tejero, que estaba completamente apagada, sin alumbrado público alguno. Tan sólo quedaban unos pocos metros hasta la parroquia, y para ellos la banda interpretó en primer lugar "Y fue azotado", acertadísima composición con la que el paso giró hacia la puerta.
A continuación, ya en el atrio de la Parroquia de San Antonio María Claret, sonaron "Costalero del Soberano" y "Ave María", de Caccini, mientras daba un giro de ciento ochenta grados para entrar mirando hacia la calle. Pero antes, un hombre cantó una saeta con la letra del Padre Nuestro y un miembro de la hermandad se subía para retirar la parte más alta del patibulum de la cruz del Cristo de la Misión. Además, la estrechez de la puerta obliga a plegar hacia arriba los laterales del moldurón del paso.
Fueron todas ellas las maniobras necesarias para que el paso de la Hermandad de la Misión entrara definitivamente en su templo con la Marcha Real cuando el reloj señalaba la una y cuarto de la madrugada, lo que indicaba, viendo los programas de mano, un retraso de media hora en la vuelta a casa de la hermandad.
El Cristo de la Misión se perdía, con su túnica bordada por Ana Bonilla Cornejo en 2013, por la amplia nave de la parroquia tras un Viernes de Dolores de sol, de calor y, lo más importante, de cinco estaciones de penitencia de otras tantas hermandades tras la desilusión, ya olvidada, del año pasado.
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