Nuestra Señora de los Ángeles se convirtió este sábado en la vigésima dolorosa de Sevilla en estar coronada canónicamente; una Coronación que, en este caso, tiene además rango pontificio, como la de la Esperanza de Triana en 1984. Pocos esperaban ver a esta dolorosa coronada cuando en enero de 2018 lo anunció el arzobispo, Juan José Asenjo, en la inauguración de la exposición conmemorativa del 625 aniversario de la Hermandad de los Negritos. Pero esta cofradía de esclavos negros, que sufrió el rechazo y la incomprensión en sus orígenes, ha conseguido una distinción absolutamente imposible de soñar para sus primeros cofrades.
Y todo ello, imbuido de un espíritu inmaculista que está en el propio ADN de la hermandad. No en vano, en 1615 Fernando de Molina y Pedro Francisco Moreno, que ejercían en la corporación los cargos de hermano mayor y alcalde, respectivamente, decidieron venderse como esclavos, siendo ya negros con carta de libertad, para sufragar los gastos de unos cultos públicos a la Virgen por su incuestionable devoción concepcionista.
Todo ello forma parte de la historia más gloriosa de la Hermandad de los Negritos, a la que ahora se ha unido la Coronación Canónica de la Virgen de los Ángeles, que ha vivido unos días de cultos extraordinarios en su honor, como el rosario vespertino del pasado día 13 con posterior traslado a la Parroquia de San Roque, donde los días posteriores se celebró un triduo y besamanos antes de su traslado a la Catedral en su paso de palio la tarde del pasado viernes.
El sábado, a partir de las once de la mañana, se celebró la ceremonia de la Coronación Canónica, para el que el paso de palio estuvo situado ante el Altar del Jubileo. La Virgen de los Ángeles esperaba el momento sin corona, como había sido el traslado del viernes. Se retiró un varal del costero derecho y algunas tandas de la candelería para permitir al arzobispo colocarse ante la dolorosa para imponerle la corona.
Era un día de júbilo, de auténtica celebración para la hermandad. Incluso el artista que se gana la vida realizando con tizas de colores espectaculares dibujos sobre el pavimento en la Avenida de la Constitución se unió a la Coronación pintando el rostro de la Virgen de los Ángeles.
Tras la Coronación vino, ya por la tarde, la triunfal procesión de regreso a la Capilla de los Ángeles, que comenzó con un recuerdo a Fray Ricardo de Córdoba, quien fuera director espiritual de la hermandad y que falleció hace unos días. De hecho, sobre la parte central del respiradero frontal había un crespón negro en su memoria.
Fue una procesión para la que la hermandad se olvidó un poco del reloj prácticamente desde el mismo momento de la salida del cortejo por la Puerta de San Miguel de la Catedral. Y es que, la puerta se abrió a las cinco y veinte de la tarde, cinco minutos más tarde de lo anunciado, y el cortejo fue abandonando el primer templo de la Archidiócesis sin prisa alguna; incluso se podría decir que a un ritmo bastante tedioso.
De hecho, dos hermanas que portaban cirios se quejaban de la lentitud. “Ya vamos como ayer; yo no lo entiendo”, protestaba, quejándose igualmente del ritmo de la procesión de traslado del viernes. Pero era un día irrepetible para disfrutar y también, ¿por qué no?, para quitarse la espinita del pasado Jueves Santo, cuando la lluvia dejó a la cofradía sin hacer su estación de penitencia (ver).
Ante la cruz de guía de la hermandad iba una banda de cornetas y tambores; algo absolutamente impropio de esta cofradía el Jueves Santo. Pero lo de este sábado era una procesión triunfal, gloriosa. La banda escogida no pudo ser otra que la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de los Ángeles, que cuando se abrió la Puerta de San Miguel interpretó en primer lugar la marcha “Cristo del Amor” y comenzó a caminar en dirección a Fray Ceferino González.
Detrás, varios tramos de hermanos con cirios blancos encabezados por la cruz de guía y separados por la bandera pontificia, el guión fundacional y el guión de la Coronación, nueva obra diseñada por Juan Miguel de la Rosa y labrada por Orfebrería Andaluza y el taller de Bordados Santa Clara.
Y, como es habitual, participaron multitud de hermandades que quisieron acompañar a la de los Negritos en este día tan grande. Por supuesto, estaban las cofradías del Jueves Santo y también las hermandades de la Archidiócesis de Sevilla que tienen a sus imágenes marianas coronadas, aunque con alguna ausencia destacada. Igualmente, estaban otras hermandades, tanto de Sevilla como fuera, que tienen alguna relación por la advocación de sus dolorosas o por su vinculación franciscana.
Eran cerca de las seis de la tarde cuando los ciriales anunciaban la inminente salida del paso de palio de la Virgen de los Ángeles, para el que el florista Javier Grado creó un exorno a base de damas de noche combinados con otras pequeñas flores de color azul, de forma que el cromatismo era el mismo que el de las túnicas de los nazarenos de los Negritos, y que tiene su justificación en la ya aludida devoción inmaculista. Fue una sorpresa el exorno floral, no sólo por su composición, sino también por el hecho de que en el traslado del día anterior fue completamente diferente.
La Virgen de los Ángeles salió a la Avenida de la Constitución de nuevo con su corona sobre la cabeza, obra de Manuel Román Seco de 1970, según diseño del padre artístico del original conjunto del paso de palio, Juan Miguel Sánchez, pero enriquecida con piedras preciosas donadas por hermanos de la cofradía.
Tras el Himno Nacional, la Asociación Filarmónica Cultural Santa María de las Nieves, de Olivares, interpretó “Virgen de los Ángeles”, la marcha compuesta para la Coronación por Manuel Marvizón. Después, la banda tocó “Salud de Triana”, tras la que el palio se detuvo rodeada por una gran cantidad de personas. En cualquier caso, hay que decir que la asistencia a esta procesión de la Virgen de los Ángeles no fue tan insoportablemente masiva como ha ocurrido en otras salidas extraordinarias, lo cual es totalmente de agradecer. Mucho más y mejor se pudo disfrutar acompañando a una dolorosa de gran belleza en un paso de palio único.
Con “Madrugá macarena”, el paso, al mando de los hermanos Gallego desde 2017, giró a Fray Ceferino González, donde después sonó “Los ángeles te coronan”.
Desde Fray Ceferino, alcanzó la Plaza del Triunfo, que era el escenario previsto en un primer momento para acoger la Coronación en una ceremonia que iba a ser al aire libre, como lo fue la de la Virgen de la O en el Altozano en 2007. Posteriormente, se desechó la idea, aunque esta plaza no se quedó sin tener un papel importante el sábado.
La Virgen de los Ángeles, a los sones de “Virgen de los Negritos”, se acercó lo más que pudo, antes de los escalones, hasta el monumento a la Inmaculada Concepción, donde figuran los nombres de aquellos cofrades que, como queda dicho, vendieron su libertad por devoción a la Virgen. A los pies del monumento esperaba a la dolorosa un coro infantil que, acompañado por dos órganos, cantó el Ave María y otra composición. Después, la hermandad depositó un ramo de flores ante el monumento en recuerdo a Fernando de Molina y Pedro Francisco Moreno.
A continuación, el paso de palio se levantó y comenzó a caminar hacia atrás para volver al cortejo en dirección a la Plaza de la Virgen de los Reyes mientras sonaba “Madre de los Gitanos Coronada”.
Rodeando la Catedral, la Virgen de los Ángeles llegó con la marcha “Virgen de los Reyes” a la plaza que lleva este mismo nombre. A continuación, el palio se detuvo junto al monumento a San Juan Pablo II, donde se produjo un rezo y al que también se dejó una ofrenda floral.
Con “Encarnación Coronada”, la dolorosa de los Negritos siguió recorriendo la plaza discurriendo ante el Palacio Arzobispal, y después pasó a Cardenal Carlos Amigo a los sones de “Virgen de los Estudiantes”.
A la altura de la puerta del Palacio Arzobispal donde se sitúa el Señor de la Cena en el Corpus, se produjo un relevo de costaleros, siendo los del paso del Santísimo Cristo de la Fundación los que se situaron bajo las trabajaderas para portar a la Virgen durante un tramo del recorrido. Para ello, tuvieron que poner en los zancos unos suplementos, dada la diferencia de altura entre los costaleros de uno y otro paso.
Con la Giralda detrás, cubierta en una de sus caras por andamios, la Virgen de los Ángeles reanudó su camino, ahora con la marcha “Macarena”, de Abel Moreno, llegando con ella hasta Alemanes, donde después se escucharía “Pasan los campanilleros”. Y para el giro a Hernando Colón, la marcha escogida fue “Como tú, ninguna”, a la que siguió inmediatamente “Reina de Triana”.
Hasta la Plaza Nueva, ante la fachada del Ayuntamiento, acompañaron a la Hermandad de los Negritos las muchas representaciones que iban desde la salida de la Catedral. Sólo se mantuvieron en el cortejo las hermandades de la parroquia, la Virgen de la Sierra y San Roque, así como la del Beso de Judas.
El paso de palio recorrió el Andén del Ayuntamiento hasta la puerta mientras la Banda de las Nieves tocaba por dos veces la marcha de Marvizón “Virgen de los Ángeles”. En un primer momento, el palio miró hacia el Consistorio, en cuya escalinata estaban los hermanos mayores de las cofradías acompañantes y la representación municipal. Después, dio un giro de ciento ochenta grados con la marcha “Virgen de los Negritos” y desde los balcones del Ayuntamiento se lanzó una petalada sobre el palio.
Seguidamente, la Virgen se marchó para continuar por el Andén con las composiciones “Coronación” y “Aniversario macareno” antes de una parada en la que comenzó el proceso de encendido de la candelería. El recorrido siguió por Tetuán, en la que el palio se introdujo con “Madre Hiniesta”.
La Virgen de los Ángeles recorrió, en sentido inverso a como lo hace el Jueves Santo, Jovellanos y Sagasta para salir a la Plaza del Salvador, ya de noche, a los sones de “Triana de Esperanza”. Llamaba la atención la presencia de varias personas en los balcones de un edificio de la esquina con Villegas que hacían sonar unas campanas y que arrojaban a la calle estampitas con oraciones a la Virgen. El edificio estaba adornado con colgaduras, banderas y una enorme fotografía de la dolorosa.
Entre tanto, el paso de palio recorrió la plaza cuando la banda tocaba de nuevo “Pasan los campanilleros” y llegaba después a la altura del edificio antes mencionado con “Esperanza Macarena”. Desde un balcón se cantó una sevillana a la Virgen, que después se marchó en dirección a la Cuesta del Rosario con “Esperanza de Triana Coronada” mientras caía una enorme petalada y se gritaban varios vivas.
Curiosos también los pasitos hacia atrás que daba el palio durante la interpretación de algunas marchas, algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados a contemplar en las calles en sus estaciones de penitencia.
Con “Rosario de Monte-Sión” y “Reina de la O”, la Virgen de los Ángeles subió la Cuesta del Rosario y giró después en la Plaza de la Pescadería con “Siempre la Esperanza”. A continuación, por Ángel María Camacho, se pudo escuchar de nuevo “Los ángeles te coronan”, seguida una vez más por “Macarena”, de Abel Moreno, a la llegada del palio a la Plaza de la Alfalfa, donde el excesivo celo de algún agente de la Policía Nacional que iba entre los acólitos dio lugar a una pequeña discusión con unas personas que esperaban a la Virgen en este punto.
Por tercera vez sonó “Pasan los campanilleros” tras el paso de palio, popular marcha a la que siguió en el giro a Odreros “Salud de Triana”. Desde el primer edificio de esta calle, adornado con una gran foto de la Virgen de los Ángeles tomada durante un besamanos, se tiró otra petalada sobre el palio.
Boteros y Sales y Ferré fueron las siguientes calles por las que pasó la cofradía en esta procesión triunfal, saliendo después a la Plaza del Cristo de Burgos con la marcha “Hosanna in excelsis”. Después fue el turno de “Madrugá macarena”, tras la que la Virgen de los Ángeles se internó por la calle Dormitorio, que la recorrió con cierta celeridad. La hermandad ya arrastraba un importante retraso, por lo que a partir de este punto se notó un cambio de ritmo en el andar del paso de palio.
De Dormitorio salió a Alhóndiga con “Candelaria”. Y en la Plaza de San Leandro, donde hubo otra petalada, se pudieron escuchar “Coronación” y “La Caridad del Arenal”.
Nuestra Señora de los Ángeles se acercaba a la Iglesia de Santiago, donde la esperaba la Hermandad del Beso de Judas. Desde Cardenal Cervantes salió a la calle Santiago a los sones de “La Virgen del Rocío”, a la que siguieron después “Rocío de Santiago” y “María del Rocío”. Con ésta, el palio se metió en la Plaza Jesús de la Redención y se plantó ante la misma puerta de Santiago, donde estuvo parado durante bastantes minutos, aunque no llegó a entrar en el templo, como muchos pensaban.
Por otro lado, no se entendió muy bien la función del foco que, desde la azotea de un edificio de la plaza, se encendió y se apagó varias veces durante el tiempo que la Virgen de los Ángeles estuvo en la plaza. Para iluminar los pasos ya están las candelerías.
Tras una larga parada ante la Iglesia de Santiago, el paso de palio se levantó para volver a la calle Santiago con la marcha “Rocío”. Después, continuó ya en el tramo final de la procesión extraordinaria con “Virgen de Montserrat”.
El cortejo estaba ya entrando en la capilla, presidida desde el presbiterio por el Cristo de la Fundación, cuando el paso de palio dejaba atrás Santiago y tomaba la calle Guadalupe, donde la Banda de las Nieves interpretó “Coronación de la Macarena” y, por cuarta vez, “Pasan los campanilleros” cuando ya la Virgen de los Ángeles salía a la Ronda, denominada en este tramo calle Recaredo.
Poco quedaba ya de esta triunfal procesión de la Coronación Canónica. En su llegada a la altura de la Capilla de los Ángeles, el paso de palio fue acompañado musicalmente por la marcha “Regina Angelorum”, a la que después siguió “Virgen de los Ángeles”, la composición de Marvizón que ha gustado a muchos cofrades. Sonó dos veces seguidas mientras el paso hacía un giro de doscientos setenta grados ante la misma puerta del templo.
Aún se escucharía una marcha más en el momento de la entrada. Como no podía ser de otra manera, fue “Virgen de los Negritos”, del fallecido Pedro Morales, la que acompañó el mismo instante de la entrada del palio, que coincidió con la última petalada lanzada sobre la dolorosa, en este caso desde las mismas dependencias de la hermandad. Durante la entrada, el paso retrocedió para asomarse de nuevo a la calle en varias ocasiones, antes de adentrarse definitivamente en su capilla con el Himno de España.
Dos minutos faltaban para las tres de la madrugada. El retraso, por tanto, era de unas dos horas respecto a lo anunciado, que ya era bastante tardía en relación a las horas que conoce la hermandad en sus salidas de cada Jueves Santo.
Pero poco importaba el retraso. La Hermandad de los Negritos, la que no se sabía si estaba dentro o fuera de la ciudad amurallada en los tiempos difíciles que le tocó vivir a esta histórica y antiquísima corporación, acababa de alcanzar un hito impensable varios siglos atrás. La Virgen de los Ángeles estaba coronada y Sevilla completaba un nuevo capítulo de su mariana historia.
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