La Hermandad del Museo ha celebrado días atrás el triduo a María Santísima de las Aguas, que ha culminado este domingo con la función solemne en su honor. Por este motivo, la cofradía ha montado un altar en el que la dolorosa se encontraba sola en el retablo principal de la capilla, mientras que el Santísimo Cristo de la Expiración fue situado en un altar provisional delante de la puerta principal.
Así, ante un cortinaje de damasco rojo y con otra pieza de tela en la parte alta a modo de gotera, el Cristo de la Expiración estaba entre los candelabros laterales de su paso y tenía calas, anthurium y claveles de tonalidades roja y morada a sus pies. Delante había una pequeña mesa con dos de los apóstoles de su paso, tallados por Francisco Antonio Gijón, mientras que los otros dos estaban en los extremos, sobre altos pies de damasco rojo con apliques de madera dorada. De izquierda a derecha, veíamos a San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. Además, encima de la cruz del Cristo había una corona real.
En cuanto al retablo mayor, la Virgen de las Aguas, sobre una peana de plata y vestida con manto azul y saya blanca, ambas prendas bordadas en oro, estaba ante un dosel de forma circular en su parte superior con fondo azul y crestería de madera dorada. Se encontraba rodeada por gran número de candeleros con cera blanca, dos candelabros plateados y varias jarras de su paso de palio con rosas blancas y nardos.
Todo el fondo contaba con un cortinaje celeste de damasco que en la parte superior izquierda decía en latín "Exibunt aquae vivae de Jerusalem", y en la derecha "Omnes sitientes venite ad aquas", inscripciones que también forman parte del palio y que significan "Brotarán aguas vivas de Jerusalén" y "Todos los sedientos venid a las aguas", textos extraídos de las Sagradas Escrituras.
Por otra parte, a la izquierda del altar se ubicó el estandarte corporativo, mientras que a la derecha estaba el simpecado.
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