martes, 23 de junio de 2020
VOTAR Y VOTAR... HASTA QUE GANE EL SÍ
En 2002 la Hermandad de las Siete Palabras celebró un cabildo extraordinario en el que se propuso a los hermanos sustituir a la imagen de Nuestra Señora de la Cabeza por una dolorosa de Juan Manuel Miñarro llamada Virgen del Amor, que estuvo un tiempo en la Parroquia de San Isidoro. Un 60 por ciento de los hermanos rechazó el cambio.
Dieciocho años más tarde, un grupo de cincuenta hermanos ha presentado un escrito en la hermandad para solicitar la celebración de otro cabildo con exactamente la misma propuesta que ya se rechazó entonces; lo que cuanto menos resulta curioso.
Para un chaval que alcanza la mayoría de edad, dieciocho años es una barbaridad, toda una vida. Pero en una hermandad de la trayectoria de las Siete Palabras, dieciocho años no son nada. ¿A qué viene proponer lo mismo que en 2002? Los hermanos en su momento hablaron, aunque es cierto que, pese a la victoria del no, el sí fue bastante amplio. ¿Por eso se plantea otra vez lo mismo? ¿Porque la victoria del sí no estuvo demasiado lejos?
Recordemos que tras aquel cabildo se produjo una situación muy enrarecida en la corporación, con bastante división interna, como lo evidencia el resultado de la votación. Se llegó a tal extremo, que la consecuencia de ese mal ambiente fue la imposición por parte del Arzobispado de una gestora que dirigió la cofradía durante cinco años. ¿Qué necesidad hay de volver a lo mismo sólo dieciocho años después?
Todavía si la propuesta fuera nueva podría tener algo de sentido. Si se diera a elegir entre la actual Virgen de la Cabeza y una imagen completamente diferente. O si al menos se propusiera un abanico de dolorosas a escoger, aunque entre ellas estuviera la de Miñarro. Pero, ¿por qué presentar otra vez como alternativa una imagen ya rechazada? ¿Por qué ésa y no otra? ¿Qué interés tienen esos cincuenta hermanos en esta dolorosa en concreto? ¿No han pensado en que puede haber hermanos a los que no les guste la actual, pero tampoco la de Miñarro?
La Hermandad de la Exaltación quiso cambiar en 1969 a la Virgen de las Lágrimas por una nueva dolorosa de Luis Álvarez Duarte. Aquel cambio fue rechazado por los hermanos y la imagen de Duarte fue a parar a la Hermandad de la Lanzada de Jerez. A nadie se le ocurrió unos años después volver a proponer un cambio con la misma dolorosa (ni con la misma ni con otra).
Imaginemos que esos cincuenta hermanos de las Siete Palabras tienen éxito ahora y gana el sí al cambio. Aunque antes de eso, lo mejor será definir qué sería un éxito en este caso. ¿Lo sería, por ejemplo, que se volvieran las tornas y ahora ganase el sí con un 60-40? ¿Se puede sustituir a una imagen que lleva siendo titular de una hermandad desde hace 64 años teniendo a un 40 por ciento de los hermanos en contra de la sustitución? ¿Acaso valdría con un 51-49?
Pero es que, aunque la diferencia de porcentaje fuera mayor hay que tener en cuenta otra cosa. Es evidente que el tema de la dolorosa de la Cabeza no se cerró como debería hace dieciocho años. ¿Se cerraría ahora si gana el sí? Difícilmente. Primero, porque haría falta un porcentaje realmente contundente, que es lo que ninguna de las opciones obtuvo en 2002. Y segundo, porque la Virgen de Miñarro entraría en la historia patrimonial de la hermandad como "la rechazada", la imagen que necesitó dos votaciones y dieciocho años para convencer a una mayoría de hermanos. No parece la mejor forma de cerrar definitivamente la polémica de la Virgen de la Cabeza.
Además, los que insisten en proponer el cambio dicen que la actual dolorosa se debería quedar en las dependencias de la hermandad, formando parte de su patrimonio. ¿Para qué? ¿Para que sus devotos puedan el día de mañana reunir también firmas y proponer un cabildo extraordinario para que vuelva a ser la titular de la cofradía? Y si no lo consiguen a la primera, ¿que lo intenten dieciocho años después? Volvemos a la Hermandad de la Exaltación, cuya Virgen de las Lágrimas dejó de ser titular en 1914 para volver a serlo en 1933. No es tan descabellado pensar que en las Siete Palabras también podría pasar.
Pero, ¿y si los que prefieren a la Virgen de Miñarro vuelven a perder la votación? ¿Lo volverán a proponer dentro de algunos años para que éste sea el cuento de nunca acabar? ¿Cuántas veces están dispuestos a someter este tema a votación? ¿Hasta que salga lo que ellos quieren?
Estos días, por cierto, algunos medios de comunicación defensores a ultranza de la dolorosa de Miñarro recuerdan que Manuel Escamilla estuvo a favor del cambio. Y esos medios presentan a Escamilla como el autor de la actual Virgen de la Cabeza. Un argumento demoledor: ¡al propio autor no le gustaba su dolorosa!
Lo cierto es que, como todo el mundo sabe, Escamilla no fue el autor de la Virgen de la Cabeza. Lo que él hizo fue coger la talla de un ángel de Emilio Pizarro de finales del siglo XIX y modificarla para convertirla en dolorosa, cuando lo que también dejó claro es que él quiso hacer una imagen nueva directamente, pero la hermandad no quiso porque era más barato aprovechar una talla del frustrado misterio alegórico del Sagrado Corazón. Lógicamente, a Escamilla no le gustaba la Virgen de la Cabeza porque no era suya, porque no le dejaron hacerla nueva, que es lo que él quería.
En cualquier caso, esto ya es meternos en percepciones artísticas y estéticas, y de lo que se trata es de una imagen devocional. No voy a poner ningún ejemplo para que nadie se ofenda, pero si tuviéramos que sustituir a todas las imágenes sin un alto nivel artístico o estético, lo mismo no salvaríamos ni siquiera a grandes devociones de innumerables puntos de España e incluso de fuera.
La cuestión, y eso es lo que tendrán que meditar los hermanos que acudan al posible nuevo cabildo extraordinario, es si la resucitada propuesta de cambiar a la actual Virgen de la Cabeza por la mencionada dolorosa de Miñarro va a poner fin a este asunto en el seno de la hermandad o no. Y, ya puestos, lo que también deberían pensar es si realmente es algo que preocupa en la propia corporación o es una corriente de opinión que genera mucho ruido más bien de puertas para afuera.
Yo personalmente me gusta mucho la Virgen de la Cabeza actual y es un tema complicado cuando entran en juego la devoción que le tienen muchos hermanos. ¿Será que se tomará en cuenta a todos estos hermanos que incluso le cantan saetas a su salida?
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