La Hermandad de la Corona vive hoy un Viernes de Dolores muy distinto al soñado. Sin los nervios de la espera, sin estar el Cristo sobre ese paso que poco a poco va mostrando sus avances, este año toca ir a visitarlo al interior de la Catedral, donde permanece expuesto de manera extraordinaria en veneración frente a la Capilla Real, bajo la mirada de la Virgen de los Reyes.
Ante un dosel de terciopelo negro, el Cristo de la Corona recibe a los devotos abrazando su cruz y con las potencias estrenadas este año, obra del taller de orfebrería Hijo de Luis Jiménez, y la corona de espinas sobre la cabeza. Alrededor de la imagen hay un friso de rosas rojas que también se pueden ver en un centro a sus pies y sobre columnas doradas de base cuadrada que hay en los laterales del montaje preparado por la priostía de la cofradía; cuatro de ellas cuentan con jarras de plata.
Además, se han colocado hasta diez blandones de plata con cera blanca que iluminan este altar de veneración de gran horizontalidad que aprovecha la monumentalidad del espacio que acoge al Cristo de la Corona. Por último, en el lado izquierdo de todo el conjunto se encuentra el estandarte de una hermandad a cuyo titular no dejaron moverse en andas por la Catedral en el pasado Vía Crucis de las Cofradías, y que tampoco hoy, en su día más esperado, podrá encontrarse con el centro de Sevilla en un recorrido bellísimo, cada vez más imprescindible en las vísperas de la Semana Santa.
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