La pandemia y la cancelación de las estaciones de penitencia nos siguen proporcionando estampas nada habituales en las cofradías. Así ha sido este fin de semana en la Hermandad de la Amargura, que ha celebrado el acto de veneración a Nuestro Padre Jesús del Silencio con la dolorosa vestida de hebrea y acompañada de San Juan Evangelista detrás del Señor, cuando lo normal es que a estas alturas ya estuvieran ambos en el paso de palio.
Para este culto, el Señor del Silencio, vestido con túnica blanca lisa, estaba en el presbiterio de la Iglesia de San Juan de la Palma sobre una peana de madera dorada y tras una barandilla tallada y con la cruz de Malta, emblema de la corporación, en el centro. La imagen, que lucía las potencias de salida, estaba flanqueada por dos columnas florales con variadas especies de los colores morado y rojo que igualmente estaban sobre la peana. También se dispusieron cuatro pequeños faroles de plata y cuatro blandones dorados con cera blanca.
Y al fondo, ante un cortinaje de terciopelo rojo que ocultaba parcialmente el retablo, estaban la Virgen de la Amargura y San Juan delante del dosel de cultos de la hermandad. Ambos estaban sobre su peana procesional entre seis candeleros y cuatro jarras del paso de palio. Y junto al dosel había dos blandones dorados.
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