El pasado fin de semana, entre el viernes y el domingo, celebró la Hermandad del Valle un acto de veneración sustituto del tradicional besamanos a la imagen de Nuestra Señora del Valle, culto previo al septenario que dará comienzo el próximo viernes.
Para este acto, la dolorosa se presentó a los devotos ante el altar de sus cultos levantado delante del retablo de la Iglesia de la Anunciación, sobre un entarimado en el que la Virgen se colocó encima de su peana procesional. Vestía su manto de salida, así como la saya azul con bordados a juego. Además, lucía la corona de salida y en el pecherín había un puñal y diversos broches. También veíamos la Medalla de la Ciudad, mientras que en las manos sujetaba un pañuelo y un flor de orfebrería.
A los pies de la Virgen del Valle había un friso de rosas de color rosa, flores que también estaban en cuatro jarras de su paso de palio sobre pequeños pies de terciopelo morado con el escudo de la hermandad. Las jarras más cercanas a la imagen tenían las rosas dispuestas en forma cónica, mientras que las más lejanas las tenían de forma bicónica. También se utilizaron cuatro de los faroles del palio, de los que dos estaban detrás y los otros dos en los extremos del montaje de este culto para el que se ubicaron igualmente varios blandones dorados con cera blanca.
Todo este montaje se dispuso sobre la nueva alfombra de cultos que se estrenó en la veneración al Cristo de la Coronación de Espinas en noviembre y que también se pudo ver en la reciente exposición de la hermandad en el Real Círculo de Labradores (ver).
Detrás de la Virgen del Valle se levantaba el majestuoso altar de cultos de la hermandad, presidido ante el dosel por el simpecado de la cofradía, que estaba flanqueado por las tallas de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena. Un gran número de candeleros iluminaban el altar, donde también había varias jarras con las mismas flores antes descritas y dos ángeles mancebos con filacterias en las que se leía "Regina Vallis".
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