La Hermandad de San Esteban celebró la semana pasada el triduo en honor a María Santísima Madre de los Desamparados, que se extendió entre el jueves y el sábado y que predicó el delegado diocesano de Medios de Comunicación, Adrián Ríos Bailón. Además, el domingo tuvo lugar la función solemne a cargo del director espiritual de la hermandad, José Robles Gómez.
Para estos cultos la priostía de la corporación del Martes Santo montó un altar donde se pudo ver a la Virgen de los Desamparados bajo un palio de reducidas dimensiones creado a partir de la utilización de las caídas frontal y trasera de su paso, cuatro paños bordados en los laterales, un pequeño techo liso y cuatro varales. Además, como base del conjunto se utilizó parte de los respiraderos del paso de palio; en concreto, los de metal plateado realizados en 1964 por Juan Fernández, utilizados hasta 1996 y recuperados tras su restauración en 2018.
Iluminaban el altar varios candeleros del palio con cera blanca, así como dos candelabros ante la propia dolorosa. Asimismo, se podía ver la miniatura de la Virgen de los Desamparados de Valencia a sus pies, un manifestador de madera dorada con un crucifijo y seis jarras también del palio con rosas, calas, hypericum y pitosporino.
En cuanto a la propia imagen de la dolorosa, vestía un manto de terciopelo azul y una saya blanca de tisú, ambas prendas bordadas en oro, así como un fajín hebraico. Lucía la corona de salida, un puñal y diversos broches, entre ellos uno con el escudo de la hermandad. Finalmente, en la mano derecha sujetaba un pañuelo y en la izquierda un rosario de cuentas doradas y una rosa de pasión.
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