La Iglesia de Santa María la Blanca acoge este fin de semana el acto de veneración a Nuestra Señora de las Nieves en lugar del tradicional besamanos de mayo, después del paréntesis de 2020, dado que entonces aún duraba el confinamiento motivado por la pandemia del coronavirus.
En esta ocasión sí se ha podido celebrar un acto de veneración en su fecha habitual, por lo que la Virgen de las Nieves se encuentra en el presbiterio de su templo, delante de un dosel cedido por la Hermandad de la Candelaria, colocado a su vez ante un cortinaje de damasco rojo que oculta parcialmente el retablo mayor.
La imagen está elevada sobre una sencilla peana dorada y viste las prendas que suele lucir en su salida procesional del mes de octubre: manto liso blanco, toca de malla bordada y saya de tisú también bordada en oro, obra de José Antonio Grande de León de 2017. Además, lleva un fajín rojo con borlones dorados del que penden varias medallas y cuenta con los habituales atributos de orfebrería, como son la corona, el cetro, la media luna y la ráfaga. También el Niño viste de blanco con un traje de tisú bordado en oro. Entre los dos sujetan un rosario con sus manos derechas.
Flanquean a la Virgen dos candelabros dorados sobre pequeñas peanas con base cuadrada forradas en terciopelo rojo, y otros dos están más atrás sobre peanas de mayor altura. Los cuatro cuentan con velas blancas. En cuanto al exorno floral, se reparte entre un gran centro a los pies de la imagen y seis jarras, y consta de diversas flores blancas, principalmente margaritas y astromelias.
Finalmente, delante de la peana de la Virgen de las Nieves vemos un relicario con una reliquia de Santa Teresa de Jesús debido a la estrecha relación entre la hermandad y el Convento de San José del Carmen, conocido como Las Teresas, cenobio situado en pleno barrio de Santa Cruz y que la Virgen visita cada año en su salida procesional.
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