María Santísima del Refugio permaneció durante la jornada de ayer, domingo, expuesta a la veneración como culminación de los cultos extraordinarios que se han celebrado en su honor con motivo del LXXV aniversario de la aprobación del título de Mariana para la ciudad de Sevilla.
La concesión de este título, que se unió a los ya existentes (Muy Noble, Muy Leal, Muy Heroica e Invicta), fue posible gracias al impulso dado por quien en 1946 era hermano mayor de San Bernardo y primer teniente de alcalde de Sevilla, Antonio Filpo Rojas. El proceso fue muy rápido, dado que en sólo cinco meses se consiguió del Pleno municipal la inclusión del título en el escudo de armas de la ciudad, lo que ocurrió el 22 de noviembre de 1946.
Por todo ello, la Hermandad de San Bernardo celebró entre el jueves y sábado de la semana pasada un triduo extraordinario en honor a la Virgen del Refugio. Ayer tuvo lugar la función solemne, presidida por el cardenal de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, durante la que el alcalde, Juan Espadas, impuso a la dolorosa la Medalla de la Ciudad concedida el pasado 30 de mayo, día de San Fernando. Al término de la función, la Virgen quedó expuesta a la veneración durante el resto de la jornada.
En el presbiterio alto de la Parroquia de San Bernardo fue ubicada la dolorosa de Sebastián Santos, sobre una ancha peana de plata y flanqueada por dos de las jarras de su paso de palio con diversas flores blancas, situadas también en un gran friso sobre el último escalón del presbiterio.
La Virgen del Refugio estaba vestida con su manto procesional y con la saya azul bordada en oro estrenada el año pasado, obra de Jesús Rosado con diseño póstumo de José Asián Cano. Lucía también su corona de salida, una cruz pectoral, varios broches y, evidentemente, la Medalla de la Ciudad. En las manos sujetaba un pañuelo de encaje, una rosa dorada, dos rosarios y una medalla con el escudo de la hermandad.
En los laterales del presbiterio alto había cuatro grandes blandones dorados con cirios blancos. Cada pareja flanqueaba una jarra del palio sobre altos pies de madera dorada y policromada con base cuadrada. Detrás, un gran cortinaje rojo cubría el retablo mayor. El dosel de cultos de la hermandad, que durante el triduo cobijó a la dolorosa, hacía lo propio ayer con el Sinelabe entre faroles. Delante se desplegaba un graderío de madera dorada que albergaba un gran número de candeleros, varias jarras del paso de palio, cuatro faroles y un manifestador de madera dorada con un relicario entre otros dos faroles.
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