Nuestro Padre Jesús Despojado presidió este domingo, una semana antes de su estación de penitencia a la Catedral, el vía crucis de su hermandad llevado en andas por las calles del antiguo Compás de la Laguna entre cuatro hachones con cera color tiniebla.
Todo empezó a las ocho en punto de la tarde, cuando el cortejo comenzó a salir de la Capilla del Mayor Dolor. Encabezaba el cortejo la cruz alzada con manguilla entre ciriales, que daba paso a diversas parejas de hermanos con cirios, al estandarte corporativo, a un segundo tramo de hermanos con cirios, al acompañamiento musical y al cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.
Pronto salió Jesús Despojado a la calle, deteniéndose en cuanto abandonó la capilla para el rezo de la primera estación del vía crucis. Vestía el Señor túnica morada de terciopelo con bordados en oro en las mangas y en la parte inferior. Además, tenía la corona de espinas pero no llevaba potencias.
Una cruz de penitente marcaba el lugar donde se rezaba cada estación, por lo que, acabada la primera, la hermana que la llevaba se adelantó varios metros antes de la esquina con la calle Castelar para marcar el lugar donde se rezaría la segunda.
El acompañamiento musical estuvo a cargo de un trío de capilla de la Banda del Liceo de Moguer y la Coral Jesús Despojado, que el día anterior había participado en el vía crucis de la Hermandad de las Cigarreras (ver).
Rafael Rodríguez Quirós, capataz del paso de misterio de la hermandad, ejerció también como tal delante de las andas de este vía crucis; unas andas adornadas con una variedad de flores de tonalidades roja y morada que en el frontal dejaban el espacio necesario para el llamador, que era una sencilla cruz inclinada.
Desde la plaza de Molviedro, Jesús Despojado giró a Castelar y comenzó a recorrerla despacio, con mucho mimo por parte de los hermanos que lo portaban. Cada pocos metros se detenía para el rezo de una nueva estación. En concreto, en Castelar se rezaron la tercera, la cuarta, la quinta y la sexta estación del vía crucis, y todo ello ante una buena cantidad de cofrades que contemplaban y acompañaban al Señor en esta salida.
El recorrido de este vía crucis fue en la práctica una vuelta a la manzana, por lo que el cortejo abandonó la calle Castelar en cuanto pudo girar hacia Gamazo, donde se rezarían otras dos estaciones, mientras que las cuatro siguientes tuvieron como escenario distintos puntos de Padre Marchena.
Se dio la circunstancia de que para acceder a dicha calle, con una anchura algo desigual, las personas que contemplaban el discurrir de la cofradía en sus primeros metros tuvieron que retirarse porque si no las andas no habrían podido caber, teniendo en cuenta que a las andas en sí hay que sumar los cuerpos de los hermanos que las llevan en un costero y en otro.
Quedaban dos estaciones por rezar cuando el paso tomó la calle Doña Guiomar. Aquí los hermanos que formaban el cortejo con cirios no entraron en la capilla, sino que se quedaron formando dos filas junto a las aceras de la calle con sus cirios encendidos. Esto extrañó un poco al cuerpo de capataces, que comentaban que nunca se había hecho así; algo que dificultó el caminar de las andas al estrecharse el espacio de la calzada. De hecho, se pidió a los hermanos de uno de los lados de la calle que se subieran a la acera.
Hacia la mitad del tramo de Doña Guiomar que va de Padre Marchena a Molviedro se rezó la penúltima estación del vía crucis, dejando la última para el mismo punto donde se había rezado la primera, en la misma puerta de la Capilla del Mayor Dolor. A continuación, Jesús Despojado entró cuando eran aproximadamente las diez menos veinte de la noche.
Las andas con Jesús Despojado fueron colocadas delante del paso de palio de la Virgen de los Dolores y Misericordia, ya montado prácticamente al completo. El próximo domingo, Domingo de Ramos, tendrá lugar la esperada estación de penitencia de la hermandad, tres años después de la anterior.
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