El pasado miércoles falleció en el Hospital Universitario de Guadalajara el Cardenal Carlos Amigo Vallejo, quien durante 27 años fue arzobispo de Sevilla. El Cardenal Amigo, de 87 años de edad, se encontraba en el hospital para ser intervenido por el encharcamiento de un pulmón poco tiempo después de haberse sometido a otra operación por la rotura de la cadera.
Su muerte ha producido una gran consternación especialmente en Sevilla, donde se le recuerda no sólo por ser el titular de la Archidiócesis que más tiempo lo ha sido, sino por el cariño que logró granjearse en sectores muy diversos y, especialmente, en el seno de las cofradías.
A él se deben grandes hitos como la fundación de nuevas hermandades, sobre todo en barrios alejados del centro, en los que hoy se vive la actividad cofradiera con mucha intensidad y que saben desde hace años lo que es una cofradía de nazarenos recorriendo sus calles en las jornadas de vísperas.
Y en lo que tiene que ver con la nómina de la Semana Santa, aprobó las reglas de la Hermandad del Cerro como cofradía de penitencia y a él se debe que las cofradías del Carmen Doloroso y el Polígono de San Pablo encontrasen acomodo en el Miércoles y el Lunes Santo, respectivamente, además de haber aprobado las reglas de la Hermandad del Sol, que entró en el Sábado Santo en 2010, en la primera Semana Santa tras su renuncia como arzobispo al cumplir los 75 años. Por otro lado, consiguió la plena igualdad de las mujeres en las cofradías para poder salir de nazarenas en todas ellas, obligando a última hora a las que más se resistían a tener que acabar con una absurda discriminación.
Fue también el arzobispo de las coronaciones canónicas, lo que le valió el apelativo de "coronator". Comenzó en 1984 con la Esperanza de Triana y antes de dejar el Arzbispado aprobó la de la Virgen de Regla de los Panaderos, aunque fue su sucesor, Juan José Asenjo, el encargado de oficiarla en septiembre de 2010. Además, dio luz verde a infinidad de salidas extraordinarias por los más variados motivos, lo que dio lugar a un exceso al que Asenjo tuvo que poner coto.
Como buen franciscano, su hermandad era la del Buen Fin, cuya dolorosa, por cierto, también coronó, aunque siempre reconoció que el momento más emocionante que vivía cada Semana Santa era la llegada a la Catedral del Señor de la Salud de los Gitanos. Y una prueba más de su cercanía con las cofradías es la cantidad de funciones y actos en los que ha participado hasta hace muy poco tiempo en Sevilla, pese a que su residencia la tenía fijada en Madrid.
En marzo de 2019 pudo recibir en vida una muestra más del cariño que Sevilla le tenía en el acto de rotulación de un tramo de la calle Placentines, el que va de la Giralda a Alemanes, con su nombre, Cardenal Carlos Amigo. Al lado, en la Catedral, descansa para siempre en la capilla de San Pablo, a muy pocos metros de la Virgen de los Reyes. Descanse en paz.
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