La Hermandad del Rosario de San Julián celebró la semana pasada sus habituales cultos del mes de mayo, por fin a la manera tradicional una vez superada la pandemia. No ha sido la primera vez que la Virgen del Rosario ha salido a la calle en la era post-coronavirus, dado que pudo celebrar su procesión el pasado mes de octubre (ver), pero sí ha sido la primera vez que la hermandad ha podido realizar el rezo del rosario por las calles de la feligresía, lo que no ocurría desde 2019.
Estos cultos comenzaron el pasado viernes, con la misa del mes de María en la Parroquia de San Julián, a la que siguió la X Exaltación a Nuestra Señora del Rosario a cargo de José María Cuadro de los Reyes. Y este domingo, pocos minutos antes de las once de la mañana, la imagen era trasladada hasta el Monasterio de Santa Paula, cuyas madres jerónimas son camareras honorarias de la Virgen.
Allí tuvo lugar la celebración de la eucaristía y posteriormente la Virgen salió para ser llevada de vuelta a San Julián rezando por las calles el Santo Rosario. Las andas se quedaron fuera del templo, ya que sólo la imagen entró para situarse en el lado derecho del presbiterio. Así salió de Santa Paula y, ya en la calle, fue situada sobre las andas, que se encontraban adornadas con claveles color crema, antirrhinum rosa, astromelias rosas, clavellinas moradas y crisantemos blancos. Además, había dos candelabros de tres guardabrisas cada uno y el templete de la Virgen de Aguas Santas que también va en su paso procesional.
Aunque el recorrido marcado en este rosario, cuyo primer misterio se rezó en el interior de Santa Paula, continuaba en dirección a la plaza de Santa Isabel, la Virgen del Rosario se desvió para llegar hasta el Convento de las Siervas de Jesús, ante las que se volvieron y se detuvieron las andas para que las religiosas rezaran el segundo misterio.
A continuación, la Virgen del Rosario siguió su camino y discurrió por la estrechez de la calle Santa Paula para salir a la plaza de Santa Isabel y seguir por Siete Dolores de Nuestra Señora hasta la plaza de San Marcos. La Virgen rodeó la parroquia y continuó por Vergara antes de internarse en la calle Hiniesta. Y todo ello, con el acompañamiento musical del Coro de Campanilleros de la Hermandad de San José Obrero.
La Virgen del Rosario, que vestía un manto rosa de brocado y una saya blanca de tisú bordada en oro, además de lucir sus enseres procesionales de orfebrería, fue callejeando por Hiniesta y llegó a entrar en el patio del número 59 para encontrarse con sus vecinos, muchos de ellos de avanzada edad y que vieron a la Virgen desde sus ventanas. A algunas de las vecinas se les regalaron flores de las que adornaban las andas, que se detuvieron un momento en el centro del patio.
Tras esta visita al número 59 de la calle Hiniesta, la Virgen del Rosario siguió su camino bajo un cielo que por momentos parecía amenazar con una lluvia que finalmente no llegó. Desde Hiniesta, continuó por el último tramo de Lira para salir a Duque Cornejo, donde los hermanos que llevaban las andas se permitieron algunos movimientos de la Virgen siguiendo los cánticos del Coro de San José Obrero, que ponía letra a conocidas marchas procesionales. Después, salió a San Julián y se detuvo delante de la farmacia.
Finalmente, la Virgen del Rosario procedió a entrar en la Parroquia de San Julián, deteniéndose nada más pasar el arco ojival para después ser conducida hasta el lado izquierdo del presbiterio, ante el retablo de la propia hermandad. Los acólitos que iban en el cortejo fueron los encargados de dejar definitivamente a la Virgen en este lugar portando por unos instantes las andas.
Finalizado el rosario público, la hermandad cerró los cultos y actos propios de este mes con la celebración de la tradicional cruz de mayo en las dependencias que la corporación tiene en la calle Santa Lucía, donde los hermanos pudieron reunirse y disfrutar de un ambigú.
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