miércoles, 3 de agosto de 2022

VER SI ESTÁ LLOVIENDO


Leí hace unos días una frase que me parece una bellísima utopía sobre la que debería ser la labor del periodista. Era algo así: "Si una persona dice que llueve y otra dice que no, tu trabajo como periodista no es darle la voz a ambas, sino abrir la ventana y ver si está lloviendo". Parece obvio y, sin embargo, es más bien utópico, como decía.
Los periodistas nos hemos especializado, sobre todo en temas políticos, pero no sólo, en ser meros transmisores de lo que unos y otros dicen sin que en la mayoría de las ocasiones nos atrevamos o nos dejen señalar que eso que nos están diciendo para que se lo contemos a la gente no es verdad, no tiene ni pies ni cabeza, o al menos presenta importantes lagunas. Efectivamente, nuestra labor debería ser abrir esa ventana y ver si está lloviendo.
No pretendo con este artículo dar un discurso sobre periodismo bien ejercido. Nada más lejos de mi intención. Allá cada periodista (o intruso) en su manera de ejercer la profesión y allá cada lector, oyente o espectador en lo que decide consumir.
Pero el otro día, leyendo cómo se presentaba en cierto medio el bizarro proyecto de carrera oficial de las Glorias diseñado por Jesús Creagh, no pude evitar acordarme de aquella metáfora de la lluvia y la ventana. Para quien aún no lo conozca, el proyecto consiste en agrupar a todas las cofradías de gloria que salen entre mayo y julio para que lo hagan juntas un fin de semana de la primavera (de viernes a domingo) y agrupar a las que salen entre septiembre y diciembre para que salgan un fin de semana del otoño.
Además, existiría una carrera oficial, un recorrido común entre la plaza del Triunfo y la plaza Nueva, pasando, como las cofradías de penitencia, por la Catedral, con sillas a la venta para que las cofradías letíficas no dependan de la subvención que el Consejo les da procedente de las sillas de Semana Santa y accedan a un ingreso obtenido, por así decirlo, por méritos propios.
Pues bien. Cuando leí la forma en que aquel medio presentaba el proyecto me llamaron la atención dos cosas que no tienen demasiado sentido y que el redactor de la información no se molestó en cuestionar; vamos, que no abrió la ventana para ver si estaba lloviendo.
Según el autor del proyecto, ante la posibilidad de que las hermandades de gloria no quieran modificar su fecha habitual de salida, las nuevas fechas resultantes para salir en un fin de semana de primavera y en otro de otoño no implicarían una modificación demasiado traumática, dado que la distancia de la nueva fecha de salida respecto a la fecha tradicional de cada cofradía sería de "días" o de "unas pocas semanas". 
El redactor en concreto se inventa la cantidad de quince días, aunque el autor del proyecto nunca dio esa cifra. Sea como fuere, no parece que le saltaran las alarmas ante semejante afirmación, pese a lo erróneo o directamente falso que resulta. Aunque todo depende de lo que entendamos por "unas pocas semanas".
Vamos a ver: si las primeras glorias salen a comienzos de mayo y el Carmen de Calatrava lo hace a finales de julio; y si la Virgen de Guadalupe sale el 8 de septiembre y la Pura y Limpia lo hace el 6 de diciembre (no nombro a la Virgen del Rocío del Salvador por las especiales singularidades de su salida), quiere decir que cada uno de los dos periodos de cofradías de gloria que se pretenden reunir en dos fines de semana tiene una duración de aproximadamente tres meses. ¿Cómo se supone que se va a poner una fecha intermedia entre, por ejemplo, el 8 de septiembre y el 6 de diciembre, y que dicha fecha tenga sólo "días o unas pocas semanas" de distancia con ambas? La fecha intermedia estaría alrededor del 20 de octubre, y eso son seis semanas de distancia. ¿Un mes y medio son "unas pocas semanas"?
Por otro lado, la fecha en la que sale una cofradía de gloria es algo que la singulariza, que forma parte de su idiosincrasia, que le imprime personalidad. Afirmar que no pasa nada si el Carmen de Santa Catalina o la Reina de Todos los Santos salen un mes antes de lo que lo hacen actualmente es tanto como decir que tampoco pasa nada si colocamos a la Borriquita el Jueves Santo o pasamos el Santo Entierro al Martes.
Pero es que Jesús Creagh, y con él quien redacta la noticia, también nos dice que, pese a la existencia de una carrera oficial que lleve a las hermandades de gloria hasta la Catedral, estas cofradías no perderían sus recorridos por sus respectivos barrios. Y eso, ¿cómo es posible? Es evidente que la Pura y Limpia, la Virgen de las Nieves, la de Guadalupe o la del Rosario de las Aguas podrían mantenerlo. Pero... ¿y la Virgen de Valvanera? ¿Y el Rosario del Barrio León? ¿Y la Milagrosa de Ciudad Jardín? ¿Y la Virgen del Juncal? ¿Y el Carmen de San Leandro? Eso sin mencionar a la Candelaria Madre de Dios, la Anunciación de Juan XXIII, la Pastora de Padre Pío, los Desamparados de Alcosa o el Inmaculado Corazón de Torreblanca, que por distancia estarían directamente excluidas del proyecto y, por tanto, seguirían dependiendo de la generosidad ajena para subsistir.
La duración de las salidas procesionales de las hermandades de gloria ronda de media las cuatro o cinco horas. Pero si, por seguir con uno de los ejemplos mencionados, la Virgen de Valvanera tiene que salir de San Benito, ir hacia la Catedral, volver y recorrer las calles del barrio que conforman actualmente su itinerario, está claro que la duración de su salida se incrementaría enormemente. Eso, entre otras cosas, significaría que la banda de música estaría más horas tras el paso, con el consiguiente aumento del gasto. ¿El dinero que ganen con la nueva carrera oficial lo van a dedicar estas hermandades a pagar a los músicos por más horas de trabajo?
Éstos son dos puntos negros del proyecto de Creagh, como otro podría ser la incomodidad y dificultad de llenar de cortejos las calles un viernes no festivo, con al menos una decena de cofradías de camino o de vuelta de la Catedral; o su defensa del proyecto argumentando que así los sevillanos podrían ver todas las cofradías de gloria al tener un recorrido común, como si ahora fuera imposible verlas todas con el calendario letífico por todos conocido. 
Pero los dos puntos negros antes mencionados son perfectamente evidentes. No hace falta ser periodista; tan sólo cofrade para detectarlos en cinco segundos. Jesús Creagh puede decir que la fecha nueva de cada salida no se distanciará en más de "unos días" o "unas pocas semanas" de la tradicional; puede decir que la carrera oficial de las glorias no impedirá que sigan haciendo el recorrido por sus barrios; puede, en definitiva, decir que está lloviendo o que no lo está. Pero para confirmarlo es imprescindible, y no cuesta nada, abrir la ventana.

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