sábado, 17 de septiembre de 2022

LA VIRGEN DE LOS DOLORES VUELVE A OFRECER SU MANO EN TORREBLANCA


Las hermandades van tímidamente volviendo a los tradicionales besamanos después de más de dos años en que se ha cambiado ese culto por algo que venimos llamando incorrectamente (o al menos no muy exactamente) veneraciones, como si las imágenes no estuvieran expuestas en veneración durante todo los días del año en sus templos.
Una de esas hermandades que en este aspecto dan por superada la pandemia es la de Torreblanca, donde durante este sábado tiene lugar el besamanos a María Santísima de los Dolores, que permanece para ello en el presbiterio bajo de la Parroquia de San Antonio de Padua.
Sobre una fina peana de plata se muestra la dolorosa vestida con el manto azul pavo de vistas bordadas por las hermanas de la corporación, saya roja de terciopelo de García Poo y la toca de sobremanto de salida, enriquecida por Grande de León. En la cabeza luce la corona de salida, de Manuel de los Ríos, y lleva en el pecherín un puñal, la Medalla de la Ciudad, el nuevo broche con su advocación realizado por Eduardo Quinta y la cruz pectoral del Cardenal Carlos Amigo, fallecido el pasado mes de abril, quien aprobó las reglas fundacionales de la Hermandad de Torreblanca.
Además, de la saya pende un rosario y un fajín rojo, en los que se engarzan varias medallas como la del propio cardenal, la de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y la de la Hermandad del Inmaculado Corazón de María, corporación letífica del barrio de Torreblanca. En cuanto a las manos, de la izquierda cuelga otro rosario, y de la derecha, la que ofrece a los devotos, la franciscana Cruz de San Damián.
Junto a la dolorosa se han dispuesto cuatro candeleros con cera blanca y dos centros florales, uno de ellos donado por su cuadrilla de costaleros. Y ante la Virgen hay otro centro de flores como las que vemos detrás, en el presbiterio alto, repartidas en diversas jarras y jarritas. En los laterales hay dos juegos de candelabros de cola, uno de ellos el actual del palio de Torreblanca, y presidiendo el altar se ha colocado una cruz con un sudario blanco entre candeleros y ante un pabellón del que cuelga un doble cortinaje, blanco y rojo, mientras que el fondo de todo el conjunto es una amplia tela de damasco rojo.


























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