Cincuenta años de vida. Ése era el lema que, en forma de 'hashtag', clasificó todos los contenidos publicados en redes sociales sobre la salida extraordinaria de la Hermandad de la Resurrección, celebrada el pasado sábado. Era un guiño a la enorme composición musical de Alejandro Blanco, "Vida", relacionándola con el cincuentenario. Pero era más que eso; era toda una corporación reafirmándose en el medio siglo que ha pasado desde que, en el Colegio La Salle-La Purísima, se dieran los primeros pasos de la que hoy es una pujante hermandad.
Y a esos primeros pasos siguieron muchos otros, y no todos positivos. Porque la Vida no siempre lo es. El rechazo inicial, los comentarios negativos, las puñaladitas, las vicisitudes del propio templo de Santa Marina, las entradas en Campana con la carrera oficial desierta y a medio desmontar, las incomprensiones, los recelos, la obsesión con el Sábado Santo felizmente superada... Todo eso también ha formado parte de la Vida de esta grandísima hermandad.
Y por eso, más que nunca, lo del sábado fue toda una celebración. Porque, pese a las adversidades, ahí estaba la Hermandad de la Resurrección, ejemplo como pocos de hermandad que siempre creyó en sí misma, que no vaciló pese a las zancadillas y que con mucho orgullo llenó de Vida el centro de la ciudad durante cerca de diez horas, siempre arropada y acompañada como seguro que soñaron los hermanos fundadores en aquellas primeras salidas, cuando aún ni siquiera iba a la Catedral, y como merecía la propia corporación. Especialmente lo merecían aquellos primeros hermanos, muchos de los cuales ya no están para presumir, como pueden hacer los actuales, de ser cofrades de Santa Marina.
De la serie de salidas extraordinarias que hemos vivido este otoño, la del Señor de la Resurrección es a la que le ha tocado estar en el aire por cuestiones meteorológicas. Las previsiones durante los días anteriores no invitaron por momentos al optimismo. Y, sin embargo, al final todo salió bien. Una media hora antes de la salida el templo era un bullicio absoluto. Fuera el sol parecía ganar la batalla a las nubes y, ahora sí, quedaba desterrado el pesimismo.
Incluso al final pudo instalarse en la recientemente bautizada plaza del Señor de la Resurrección la alfombra de sales de colores de José Manuel Álvarez con el logotipo del cincuentenario fundacional. El suelo mojado por la lluvia del viernes obligó a su realización sólo unas horas antes de la salida.
Los hermanos con cirios esperaban a un lado de la iglesia el momento de la salida; en el otro se iban acumulando los estandartes de las hermandades invitadas a participar en esta salida extraordinaria. De fuera de Sevilla llegaron tres, que comparten con la Resurrección sevillana el vínculo lasaliano. Eran la Borriquita de Jerez, la Sentencia de Cádiz y el Silencio de Sanlúcar de Barrameda.
Junto a ellas, vimos a las cinco hermandades del Sábado Santo, a los Javieres, a las cofradías de la feligresía (Hiniesta, Rosario de San Julián y San Hermenegildo), a las que en tiempos tuvieron su sede en Santa Marina, como son la Mortaja y la Divina Pastora, a las de la cercana Parroquia de San Gil (Rocío de la Macarena, Carmen de San Gil y la Sacramental), así como a Torreblanca, los Gitanos, el Carmen Doloroso y el Carmen de Calatrava.
Antes de salir se encendían los codales (blancos en esta ocasión, como en sus primeras salidas) del paso y después el diputado mayor de gobierno, Mario Daza, tomó la palabra para anunciar que, consultados los últimos partes meteorológicos, la hermandad saldría a la calle. Eso sí, por si acaso, estaba preparada la Iglesia de la Anunciación si hubiera que buscar refugio pasando por la zona. Además, se indicaba que a partir de las doce el riesgo de lluvia aumentaba, por lo que en caso de necesidad se aceleraría para volver a Santa Marina. Y hasta esa hora había riesgo, pero de lloviznas muy leves.
A continuación, el párroco de San Julián y Santa Marina, Amador Domínguez Manchado, tomó la palabra para pedir unas oraciones por los fallecidos de la hermandad, y especialmente por el padre Fernando García Álvarez-Rementería, quien fuera director espiritual de la corporación, fallecido el viernes. Se rezó entonces el Padre Nuestro y el Ave María.
Seis minutos antes de las cinco y media de la tarde se abrieron las puertas del templo y la cruz de guía, que llevaba un buen rato dispuesta para la salida, fue recibida con aplausos al salir a la luz de la calle que iluminó con fuerza la iglesia desde la puerta ojival. Delante iba la Agrupación Musical Santa María de las Angustias, de Los Gitanos.
Se puso en marcha el cortejo, del que formaron parte la bandera de la Asociación La Salle y las representaciones de las hermandades antes mencionadas, que dividían en tres los tramos de unos trescientos hermanos que sacaron su papeleta de sitio para esta salida extraordinaria. Después, iban la presidencia, donde estuvo el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, y el cuerpo de acólitos, que llevaba el juego de ciriales del paso de palio de la Virgen de la Aurora. La Virgen, por cierto, se quedó presidiendo el templo, ya que era el momento del Señor de la Resurrección. Ella salió cinco meses antes en el vía lucis extraordinario (ver).
Antonio Santiago llamó por vez primera al paso y esa levantá en el presbiterio la dedicó a todos los hermanos de la Resurrección que han pasado por ella en estos cincuenta años y que ahora están en el cielo. Acto seguido, el paso se levantó, se acercó hasta la puerta y subió la rampa para quedar detenido con las maniguetas asomando a la calle bajo la ojiva.
Después, el hijo del capataz titular, Manuel Antonio Santiago Cabello, dedicó la levantá antes de la salida del paso a su abuelo, el recordado Manolo Santiago. Cuando el paso se levantó, la Agrupación Musical Virgen de los Reyes empezó a tocar la parte final de "Vida", la bellísima sinfonía que da paso al rompimiento final de la composición, que coincidió con el lanzamiento de unos cohetes y el aplauso del gentío que abarrotaba la plaza.
Después de "Vida", llegó el turno de "Y al tercer día", todo un himno de esta hermandad y primera de las cuatro composiciones que se iban a enlazar a continuación, ya que sonaron también "Aurora de Resurrección", "A la gloria" y "Judería sevillana". Mientras la banda tocaba todo ello, el Señor pasó sobre la alfombra de sales y luego, ya en la calzada de la calle San Luis, dio un giro completo para que toda la plaza pudiera contemplarlo antes de iniciar el largo camino que tenía por delante.
Hay que apuntar que el Señor, como ya veíamos días atrás, llevaba las potencias de plata sobredorada de Jesús Domínguez (1973), inspiradas en las de oro del Gran Poder de 1915 y restauradas este mismo año por José Manuel Bernet. En cuanto al exorno floral, se componía de rosas rojas, hypericum, astromelias, eryngium, celosías, esparragueras y pittosporum.
Enfilando ya la calle San Luis, y tras una levantá que un costalero quiso dedicar a la Virgen de la Aurora, sonó para el Señor de la Resurrección la marcha "Reina de Reyes", seguida luego por "Resucitó". La primera parada en esta salida extraordinaria estaba cerca, el colegio donde comenzó esta historia hace medio siglo. La Agrupación Virgen de los Reyes tocó el Himno de la Salle mientras el paso se acercaba al Colegio La Purísima, desde el que se lanzaron algunos pétalos sobre el paso. Un grupo de alumnos y varios ex alumnos entregaron un ramo de flores y además le cantaron al Señor.
"Estamos en la casa donde se fundó la hermandad hace cincuenta años", dijo Antonio Santiago a los costaleros antes de pedirles la levantá por los hermanos de La Salle, por las vocaciones, por los alumnos y por todas las generaciones que han pasado por él. El paso se levantó y se marchó mientras la Agrupación Virgen de los Reyes interpretaba "Junto a la Aurora".
Uno de los miembros de la formación musical, Óscar, fue llevado después ante el paso. Óscar es hermano de la Resurrección y sufrió el pasado mes de febrero un gravísimo accidente de moto cuando regresaba a casa de un ensayo de la agrupación. Sus daños fueron enormes, se temió por su vida y, cuando se recuperó, necesitó una silla de ruedas durante bastante tiempo. Este sábado estaba de nuevo tocando tras su Cristo Resucitado, tras el Señor de la Vida, que a él se la protegió tras aquel infortunio. Antonio Santiago, que le dedicó la levantá, dijo desde el principio de esta salida extraordinaria que era un día para dar las gracias. Óscar quizá tuviera más motivos que nadie. Y mirando la cara al Señor ante el llamador, lo vio levantarse emocionado antes de que sus compañeros comenzaran a tocar "Cerca de ti, Señor", marcha enlazada, ya con él en su lugar, con "Puente de San Bernardo".
Con "Eres de todos", la marcha realizada a partir de un cántico de las Hermanas de la Cruz, el Señor de la Resurrección salió a la plaza de San Marcos, donde después la Agrupación Virgen de los Reyes, que estuvo impresionante durante todo el recorrido, lo que no es ninguna sorpresa, interpretó tres marchas seguidas: "Salve, Rey de los judíos", "Cautivo ante Pilatos" y "La clámide púrpura".
Y todo mientras el paso recorría la plaza y giraba en la esquina de la calle Siete Dolores de Nuestra Señora para marcharse por Socorro. En el principio de esta calle se detuvo y los costaleros del palio, que habían estado llevando al Señor, dejaron su lugar a los compañeros del paso del Resucitado.
Tras el relevo de costaleros, el paso avanzó por la calle Socorro a los sones de todo un clásico de las marchas de agrupación musical como es el "Himno de San Antonio". Después, junto a la fachada del Colegio Luisa de Marillac, se vivió un momento muy especial cuando ocho alumnos del centro vestidos de seises bailaron ante el Señor la melodía del Aleluya de Leonard Cohen, interpretada por dos alumnos más con un fagot y un oboe, y cantada por otro grupo de alumnos. Y después, antes de que el Señor continuara su camino, cantaron "Resucitó".
En una de las puertas del centro se colocó un pequeño altar presidido por una imagen de la Virgen Milagrosa que posee el colegio, mientras que la fachada estaba adornada con reposteros cedidos para la ocasión por la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo.
Con la marcha "Cristo de la Salud y Buen Viaje", el Señor se marchó del colegio Luisa de Marillac hacia la plaza de San Román, a la que salió con "Caminando van por tientos". Había ya un cierto retraso en la procesión. Por ello, aunque estaba previsto que el paso se detuviera ante la Parroquia de San Román, ya había comenzado la misa de la tarde, por lo que siguió adelante.
Sonó entonces otro gran clásico musical, y además en el mismo lugar donde se escuchó por primera vez, en aquella ocasión para el Señor de la Salud de los Gitanos: "La saeta". Con ella, el paso giró a la calle Sol, donde a continuación se enlazaron las marchas "Virgen de las Angustias" y "Perdona a tu pueblo".
Javier Prieto, uno de los capataces auxiliares de Antonio Santiago, hizo sonar el llamador dedicando la levantá a Manolo Santiago y a toda su saga. Luego sonó "Triunfal" tras el paso y más adelante el Señor de la Resurrección alcanzó la Iglesia de los Terceros, donde fue recibido por la Hermandad de la Cena. Hasta ahí llegó y se volvió el paso mientras se encadenaban las composiciones "Y al tercer día" y "Reina de Reyes". Cuando el paso se detuvo, los cofrades del Domingo de Ramos, junto a los que se situó el alcalde, que se despidió del cortejo en este punto, ofrecieron al Señor un ramo de flores.
Era ya completamente de noche cuando el Señor de la Resurrección se despedía de la Hermandad de la Cena. No veíamos este paso en la calle de noche desde su estación de penitencia de 2016, antes de que la cofradía de Santa Marina apostara, con rotundo éxito, por su horario actual; sin duda, uno de los factores que explican el momento dulce que vive la corporación.
"Recuérdame", marcha estrenada este mismo año, fue la composición que se pudo escuchar cuando el paso se alejó de la Iglesia de los Terceros en dirección a la plaza del mismo nombre. En ella se produjo un relevo de costaleros y un hombre cantó una saeta.
En la plaza estaba Carlos, hijo de Bienvenido Puelles, músico y ex hermano mayor de San Gonzalo fallecido el pasado mes de julio. Antonio Santiago dedicó la levantá a 'Bienve', del que dijo que fue todo un innovador en el mundo del costal. Acto seguido, llegó una de las grandes sorpresas preparadas para este día por la Agrupación Musical Virgen de los Reyes, cuando empezó a interpretar "Al costalero del Soberano", una composición realizada a partir de fragmentos de marchas de cornetas y tambores creadas por el propio Bienvenido Puelles que sorprendió y gustó a quienes tuvieron ocasión de escuchar semejante homenaje. El propio Carlos Puelles se mostró muy emocionado y sinceramente agradecido por este detalle.
Más adelante, el paso se detuvo ante el rótulo que identifica la calle Capataz Manuel Santiago y su hijo Antonio volvió a tomar la palabra ante el llamador: "Mi padre tiene que estar disfrutando en el cielo con todos los hermanos de esta hermandad; por el mejor capataz que ha dado la historia, mi padre, y en su calle". Tras levantarse, el paso se dirigió a la estrechez de Alhóndiga a los sones de "La Esperanza de María", a la que siguió "Al Rey de los Reyes" llegando a la puerta ojival de Santa Catalina, ante la que se volvió.
En Santa Catalina terminaba la parte, por así decirlo, oficial de la procesión extraordinaria. Por ello, aquí se despidieron las representaciones de todas las hermandades que habían formado parte del cortejo, a excepción de la Hermandad del Rosario de San Julián, que fue la única que permaneció hasta el final.
El párroco de San Julián y Santa Marina dirigió aquí unas oraciones y la bendición, cerrando así esta primera parte de la salida. A continuación, Antonio Santiago se dirigió a los costaleros y les pidió una levantá por todas las hermandades que llegaron hasta este punto, así como por las tres que tienen su sede en Santa Catalina, destacando la de la Exaltación: "La hermandad de mi padre", dijo.
El paso se levantó y se encaminó hacia Almirante Apodaca mientras la agrupación interpretaba las marchas "A mi Virgen de los Reyes", felizmente recuperada en el repertorio, y "Caridad del Guadalquivir". Tras la siguiente parada, uno de los capataces auxiliares dedicó la levantá a "una criatura que va a nacer en abril, biznieto de capataz, nieto de capataz e hijo de capataz de la saga de los Santiago". Y es que Manuel Antonio Santiago Cabello será padre la próxima primavera.
A continuación, sonó "Gitano de Sevilla" y el Señor de la Resurrección alcanzó la plaza de San Pedro. Luego se volvió a la puerta del templo, donde esperaban las hermandades del Cristo de Burgos y de la Virgen del Pilar, con la marcha "Vida". Después de una ofrenda floral y de una levantá por las dos hermandades, el Señor se marchó hacia la calle Imagen con "Salud para los enfermos".
En la calle Imagen se escuchó "Alma de Dios". Después, el paso se paró y tuvo lugar una muy emotiva levantá por una chica ceutí de sólo 17 años, que había muerto apenas diez días antes y que tenía previsto haber viajado a Sevilla este sábado para ver al Señor de la Resurrección, al Señor de la Vida. "Hay una niña que estaba deseando que llegara este día. Llevaba esperando mucho tiempo este día porque quería ver al Señor en la calle. Estaba deseando verlo. Y el Señor se enteró de que ella estaba deseando verlo y hace unos días el Señor no pudo esperar más y se la llevó al cielo con él. Ya está en el cielo. Esta levantá por Magdalena", dijo el capataz. Y el Señor de la Vida saltó al cielo, hacia Magdalena.
A continuación, el paso giró a la derecha en la plaza de la Encarnación a los sones de "Humildad bajo la luna flamenca", seguida de "La saeta". Y después, rodeando las Setas, llegó hasta la confluencia de la calle Regina con otra marcha recuperada recientemente: "Al Cristo de los Faroles".
Al igual que ocurrió en el vía lucis de la Virgen de la Aurora en mayo, cuando la Agrupación Virgen de las Reyes sustituyó por unos instantes a la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras, este sábado ocurrió lo mismo, pero a la inversa. En Regina esperaba la Banda de Las Cigarreras para acompañar durante un tramo de la procesión al Señor.
Comenzó tocando "Pasan los campanilleros", que inició una segunda vez hasta que fue interrumpida al detenerse el paso casi en la esquina de José Gestoso con Misericordia. Por ésta se metió el paso tras un relevo y entonces fue el turno de la marcha "Aurora, Reina de la mañana", seguida por "Jerusalén" para llegar hasta la Iglesia de la Misericordia, ante la que se volvió unos instantes, y por "Sevilla cofradiera" de camino a la plaza del Pozo Santo.
La banda de música también preparó algo muy especial en este día, ya que tras cantarle al Señor las religiosas del Pozo Santo, interpretó "Cofradías sevillanas", una mezcla creada por Pedro Braña de algunas de las marchas más conocidas de diferentes autores. Con esta composición de composiciones, el paso se introdujo por la estrechez de la calle Amparo, donde luego sonaron "Pasa la Virgen Macarena", "Procesión de Semana Santa en Sevilla" y "Hosanna in excelsis", ésta ya con el Señor volviéndose ante la Capilla de la Divina Pastora, la corporación de gloria que tuvo su sede en Santa Marina hasta el fatídico 1936.
En Viriato esperaba la Agrupación Virgen de los Reyes para reincorporarse tras el paso del Señor, que se alejó de la capilla de la Pastora con "Anima Christi", "A la gloria" y "Gustad y ved". A los sones de esta última, llegó a la residencia de ancianos de San Juan de la Palma, algunos de cuyos residentes lo esperaban sentados ante la puerta. Y arriba, en un balcón, había un gran cuadro con una fotografía de cuerpo entero del Señor que tallara Francisco Buiza. En este momento caía una leve llovizna que no fue a más; la hermandad ni se inmutó.
Sonó luego de nuevo "La Esperanza de María", encadenada con "Virgen de la Luz", para que el Señor se volviera hacia la puerta del templo de San Juan de la Palma. Sus tres hermandades, la Amargura, la Virgen de la Cabeza y la Virgen de Montemayor, recibieron al Señor de la Resurrección con sus estandartes corporativos.
Antonio Santiago dedicó a los hermanos de todas ellas la siguiente levantá y de nuevo sorprendió la Agrupación Virgen de los Reyes cuando, mientras el paso se marchaba, interpretó "Silencio blanco", marcha clásica de cornetas y tambores dedicada al Señor del Silencio de la Amargura. "El que no sepa, que aprenda" dijo después en una levantá el capataz, y a continuación el paso continuó por la calle Feria.
En su camino hacia la Capilla de Monte-Sión sonaron las marchas "Al compás de la Laguna", "Resucitó" y "La Oración en el Huerto". Con ésta el paso se volvió a la puerta de la capilla, como hace en la mañana del Domingo de Resurrección. Ahora, sin embargo, no estaban ni el Señor Orando en el Huerto, que está siendo restaurado, ni la Virgen del Rosario, que celebraba sus cultos en San Andrés.
"Estamos en la Hermandad de Monte-Sión, una hermandad que siempre ha estado muy cerca de la Resurrección; por sus hermanos que están en el cielo", dijo Antonio Santiago antes de que el paso se levantara y siguiera por Feria con "Padre Nuestro".
La cofradía había acelerado ya el ritmo de la primera parte de la procesión. Ya era evidente que no se cumpliría el horario anunciado de entrada, pero tampoco se pretendía regresar excesivamente tarde. Por el siguiente tramo de Feria sonaron las marchas "Salud de San Bernardo", "Aurora de Resurrección" y finalmente, girando a la Parroquia de Omnium Sanctorum, de nuevo "Recuérdame". Las cofradías de la parroquia recibieron al Señor con las puertas del templo abiertas de par en par.
Para despedirse de ellas, la Agrupación Virgen de los Reyes tocó "A Jesús por María", marcha dedicada a la Hermandad del Carmen Doloroso, a la que la formación acompañó hasta 2019. Más adelante, sonaron "Costalero" y "Consuelo gitano" al tomar la calle Relator, donde más adelante fue el turno de "Santa María de la Esperanza"; tres grandes clásicos seguidos en este tramo de la procesión.
Era la una de la madrugada, la hora prevista para el regreso a Santa Marina, cuando el paso del Señor de la Resurrección tomaba la calle Parras y por segunda vez escuchábamos "Al Cristo de los Faroles". En este punto, la gran cantidad de personas que se habían ido colocando entre el paso y la banda hacía que ésta se escuchase algo lejos. Algunos agentes de la Policía Nacional fueron a retirar gente para ponerle remedio.
"Madre del Refugio" fue la siguiente marcha que sonó tras el paso, y después "Nazareno y gitano", que coincidió con una petalada sobre el paso y con el lanzamiento de algunos fuegos artificiales desde una vivienda de la esquina con la calle Talavera.
Un saetero le cantó al Señor en Parras antes de que tomara la calle Sagunto con la marcha "Piedad nazarena". Luego la agrupación volvió a interpretar "A mi Virgen de los Reyes", llegando prácticamente a la esquina con la plaza de San Gil. La parroquia del mismo nombre era la última parada de esta salida extraordinaria y allí la esperaban las tres hermandades que tienen en ella su sede. Hasta ellas llegó el paso con las marchas "Tu misericordia" y, de nuevo, "Y a al tercer día". Luego, después de que un grupo de jóvenes le cantara al Señor, se marchó con "Reina de Reyes".
Tomó entonces la calle San Luis a los sones de "Al Rey de los Reyes" y después volvimos al lado clásico del repertorio con "Sagradas Vestiduras". Con menos gente en la calle, ya que además de los que se habían ido a casa había muchos que habían ido a coger sitio en la entrada, el paso discurrió por la plaza del Pumarejo con "Caminando van por tientos" y continuó luego por San Luis con "Caridad del Guadalquivir" y "Resucitó". Asimismo, volvió a escucharse "Al costalero del Soberano", el homenaje musical de Virgen de los Reyes a Bienvenido Puelles.
En Santa Marina se abrían las puertas y la cruz de guía se adentraba, seguida de los hermanos que habían decidido quedarse llevando su cirio hasta el final. A ellos, los responsables de la cofradía les daban las gracias casi uno por uno reconociendo su entrega.
Con "A Jesús por María" llegó el Señor a su plaza y después giró para plantarse ante la iglesia con "Salud de los enfermos". Con el paso parado en mitad de la plaza, Antonio Santiago se dirigió a los costaleros de nuevo: "Qué pronto se ha pasado; cincuenta años esperando. Mi padre diría que vamos a correr para llegar pronto a otros cincuenta". Después, dio de nuevo las gracias al Señor por lo vivido y dedicó esta última levantá en la calle a su hija.
Sonó entonces para realizar la entrada en el templo "La Esperanza de María" y luego, con el paso ya a mitad de la nave central, el Himno de España faltando cinco minutos para las tres de la madrugada. Pero no acabó ahí la cosa. El paso ya estaba dentro pero nadie se movió de la plaza cuando comenzó a sonar una vez más "Vida" y detrás, ante la Virgen, "Aurora de Resurrección".
Un gran aplauso rubricó la llegada del Señor de la Resurrección al presbiterio, donde todo había empezado diez horas antes. Después, el paso fue conducido a la nave de la Epístola, donde quedó definitivamente detenido. Las luces del templo, hasta ese momento apagadas, se encendieron y se pudo ver las caras de satisfacción de todos los hermanos. Misión cumplida.
Pese a la incertidumbre meteorológica y, mucho más atrás que eso..., pese a los recelos iniciales de hace cincuenta años, pese a la incomprensión, pese a la fría acogida de sus orígenes y las críticas injustas e injustificables, la Hermandad de la Resurrección acababa de celebrar cincuenta años de vida; acababa de celebrar la Vida junto al Señor que la da. La celebración que la hermandad merecía. Y como decía Antonio Santiago: gracias. Muchas gracias al Señor de la Resurrección. Al Señor de la Vida.
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