María Santísima de las Tristezas, de la Hermandad de la Vera-Cruz, estuvo expuesta ayer en solemne veneración en el altar mayor de la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, donde previamente presidió la función solemne del día de la Inmaculada en su honor.
La Virgen que talló Antonio Illanes se mostró a los devotos sobre una alta peana de madera dorada, vestida con manto de terciopelo negro liso y con saya también negra, confeccionada en 2014 por Rosario Bernardino con parte de los bordados procedentes de las caídas interiores del palio de Patrocinio López de 1885. El tocado, como es costumbre, dejaba ver el pelo y el cuello al completo, y sobre la cabeza tenía la corona de plata realizada en 2017 por el orfebre Joaquín Ossorio con motivo del LXXV aniversario de la dolorosa. Además, en el pecherín tenía un puñal y en la mano izquierda un pañuelo de encaje.
Junto a la dolorosa se colocaron varios candeleros y blandones dorados con cera blanca, dos candelabros plateados y cuatro jarras del paso de palio realizadas en 2020 por Orfebrería Villarreal. Las jarras contenían diversas especies florales de color blanco que también se ubicaron en la peana y sobre el banco del retablo mayor. En los laterales estaban los ángeles que acompañan en su paso al Cristo de la Vera-Cruz, aquí portando incensarios, mientras que en el camarín del crucificado se situaron el Lignum Crucis, una reproducción de una antigua pintura de la Inmaculada y dos jarras más del palio sobre columnas doradas de fuste salomónico.
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