El pasado sábado se cumplieron 28 años de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Encarnación, de la Hermandad de San Benito, que por este motivo estuvo expuesta en solemne veneración en el altar de la parroquia, donde un gran cortinaje de terciopelo rojo cubría el retablo mayor, y ante éste se colocó un dosel de cultos de la corporación con un resplandor en el centro y la paloma del Espíritu Santo.
La Virgen de la Encarnación se encontraba elevada sobre una peana plateada y estaba vestida con su manto de salida de terciopelo burdeos bordado en oro por Fernández y Enríquez en 1988. Del mismo taller es la saya azul que llevaba, de 1990, bordada en oro y sedas sobre terciopelo con tallas de marfil de Juan Arenas. Asimismo, tenía la toca de sobremanto de malla de oro bordada en el mismo metal y en sedas de colores, obra del taller de Carrasquilla (1980).
En la cabeza, como no podía ser de otra forma dada la celebración, llevaba la corona de salida, labrada por Fernando Marmolejo Camargo en 1971 y enriquecida en 1994 para la Coronación Canónica. En el pecherín, además de algunos broches y un puñal, tenía la Medalla de la Ciudad, y sobre la saya un fajín rojo con borlones dorados. Finalmente, sujetaba un pañuelo de encaje y una rosa blanca en la mano derecha, y un rosario en la izquierda.
A un lado y a otro de la dolorosa se dispusieron un total de cuatro altos blandones dorados con cera blanca y dos jarras del paso de palio con distintas especies florales, principalmente rosas y calas, flores que también se colocaron en varios centros, uno de ellos a los pies de la imagen, y en otras dos jarras situadas sobre mesas de madera dorada con pequeños candeleros.
Además, junto al dosel se colocaron algunos candeleros de mayor tamaño y dos columnas de madera dorada de fuste salomónico sobre los que se ubicaron unos pequeños candelabros con velas blancas. Por último, hay que mencionar la presencia del guión de la Coronación Canónica en el lado izquierdo del montaje y del estandarte corporativo en el derecho.
Durante la veneración, que se prolongó hasta el domingo, estuvo expuesto junto al retablo del Santísimo Cristo de la Sangre el nuevo manto de camarín de la Virgen de la Encarnación, bordado en oro sobre terciopelo azul por José Muñoz Moreno; una nueva pieza para el ajuar de la dolorosa que fue bendecida en la función solemne que tuvo lugar en la tarde del sábado.
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