Tras la celebración del triduo en su honor y la función solemne del pasado lunes 12, día de su festividad, este fin de semana ha tenido lugar la solemne veneración a María Santísima de Guadalupe, de la Hermandad de las Aguas, que se ha presentado a los devotos en el presbiterio de la Capilla del Rosario sobre una alfombra y una pequeña peana plateada.
La dolorosa vestía manto de terciopelo azul y saya blanca de tisú de Sucesores de Elena Caro (1989), ambos bordados en oro, así como una toca también bordada y un fajín rojo con borlones dorados. En la cabeza llevaba la corona procesional y en el pecherín la medalla de FIBES y un par de broches, uno de ellos con su advocación en letras doradas. En la mano derecha llevaba un rosario y un pañuelo, mientras que en la izquierda tenía un ramillete de azucenas de orfebrería, el tradicional sombrero mexicano y una medalla.
Alrededor de la Virgen de Guadalupe veíamos cuatro jarras de su paso de palio con rosas, lisiantum y lilium de color blanco, flores que también estaban en un centro ante la imagen y detrás, en otras dos jarras. Asimismo, se colocaron dos faroles cedidos por la Hermandad de la Sed.
Al fondo, junto al Cristo de las Aguas había unos cortinajes de damasco rojo con colgaduras azules del mismo tejido. También se dispusieron un buen número de candeleros con cera blanca y dos candelabros de tres guardabrisas cada uno en los laterales. Finalmente, en el lado izquierdo del montaje se ubicó el estandarte corporativo, y en el derecho el lábaro guadalupano, mientras que del techo y de las paredes del presbiterio colgaban cuatro lámparas de cristal de tipo araña.
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