El DCCLXXV aniversario de la Reconquista de Sevilla por parte de San Fernando, así como de la devoción a la Virgen de Valme, Patrona de Dos Hermanas, coronada canónicamente hace cincuenta años, es el motivo por el que este miércoles se inauguraba en la sede de la Fundación Cajasol la exposición "Váleme, Señora. 775 años de devoción entre Dos Hermanas y Sevilla". Una muestra que está formada por aproximadamente un centenar de enseres, muchos de los cuales ya los pudimos ver en el Círculo Mercantil en 2018, cuando se celebraron los 770 años de la devoción (ver).
Repasamos el contenido de la exposición, que se encuentra repartido por cuatro salas, además del zaguán del edificio por la puerta que da a la plaza de San Francisco. Así, comenzamos viendo la reproducción fotográfica de un mural pintado en la Capilla Sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena de Dos Hermanas, donde tiene su sede la Virgen de Valme. Fue pintado por Braulio Ruiz Sánchez en 1950.
A su lado vemos el primero de los textos explicativos que se han colocado a lo largo de la exposición. Éste lleva por título "Una advocación singular":
"El origen de la devoción a la Virgen de Valme se remonta, según una antigua tradición, a la época de la conquista de Sevilla por el rey San Fernando. Autores como Diego Ortiz de Zúñiga, Leandro José de Flores, Fernán Caballero y José Alonso Morgado recogen en sus obras cómo durante el asedio a Isbilia, viendo el Santo Rey el abatimiento de sus tropas, invocó en el cerro de Cuartos a una imagen de la Virgen que llevaba consigo pronunciando estas palabras: "Valme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla en la que a tus pies depositaré como ofrenda el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste". Y la piadosa leyenda añade que, entonces, ordenó al maestre de Santiago, Pelay Pérez Correa, que clavara su espada en el suelo, brotando al momento un manantial, la Fuente del Rey, que sirvió para calmar la sed de los soldados cristianos.
Una vez que San Fernando tomó Sevilla el 23 de noviembre de 1248, cumplió la promesa hecha a la Virgen y mandó construir una ermita en Cuartos, donde entronizó la imagen a la que había invocado, que se llamó Valme en recuerdo de la súplica del monarca, y a sus pies el pendón arrebatado a los musulmanes.
La súplica 'Valme' o 'Váleme' aparece con frecuencia en obras literarias de la Edad Media como forma de invocar el auxilio y la protección de la Virgen ante las dificultades. Así lo evidencian los 'Milagros de Nuestra Señora', de Gonzalo de Berceo, y las 'Cantigas de Santa María', del rey Alfonso X el Sabio, ambas escritas en el siglo XIII".
Continuamos con una pintura de Luis Oñate de 1894 con el rey San Fernando orando ante la Virgen de Valme, obra que precisamente ha sido utilizada en el cartel de la exposición.
A su lado, encontramos el relicario de San Fernando, realizado en 2017 por Marmolejo en plata y oro de ley, y que contiene una reliquia del Santo Rey concedida a la hermandad de la Patrona de Dos Hermanas por el Cabildo Catedral de Sevilla.
De la propia Catedral es la pintura de San Fernando obra de Bartolomé Esteban Murillo (1671), de la que vemos una copia pintada al óleo sobre lienzo en 1853 por F. Gabarre.
Junto a la pintura hay una pequeña talla de San Fernando de madera estofada y policromada del siglo XVIII. Forma parte del retablo de la Ermita de Valme en el Cortijo de Cuarto, para la que fue donada en 1859 por los Duques de Montpensier.
También vemos en esta sala un tríptico que representa a la Virgen de Valme y dos ángeles, aunque nada hay que nos indique autoría ni fecha.
Seguimos con el cartel anunciador de la romería de Valme de 2018, pintado al óleo sobre lienzo por Fernando Vaquero Valero.
Encontramos un nuevo texto, éste referido a la "Cofradía del Valme":
"En el siglo XVII aparecen los primeros datos sobre la existencia de una hermandad establecida en Cuartos para rendir culto a la Virgen: así, el 6 de agosto de 1628 se inició el 'Libro de los hermanos que se van admitiendo en la cofradía y hermandad de Ntra. Sra. del Valme', con el ingreso de veinticuatro personas de relevancia, como los curas y otros clérigos de Dos Hermanas, el alcalde ordinario por el estado noble, el escribano de la villa, el corregidor de la ciudad de Guadix, el alcalde mayor de Sevilla y el alguacil del Sr. Arzobispo.
El 28 de octubre del mismo año dio comienzo el libro de acuerdos de la cofradía, donde también constaban las visitas realizadas por la autoridad eclesiástica a partir de 1634. En la de 1653 se pudo constatar que la cofradía del Valme "se ha perdido, y su Regla y forma", y que varias personas habían comenzado a reorganizarla para que no se perdiera "la debozión tan antigua de esta Santa Ymagen tan milagrosa". Al año siguiente, la hermandad nombró mayordomos, conociéndose otras actuaciones llevadas a cabo por los cofrades en las décadas centrales del siglo XVII, sobre todo a propósito de las obras realizadas en la ermita tras la explosión del molino de pólvora que se encontraba en sus inmediaciones, como recoge Ortiz de Zúñiga en los anales de Sevilla, al referir los hechos acaecidos durante 1667.
En la visita de 1672 se vuelve a mencionar que se había perdido la Regla que la cofradía tenía "confirmada y aprobada por el Sr. Ordinario", examinando el visitador "las limosnas que se han juntado para la obra que se está aziendo para la Capilla nueba" y ordenando que se realizara inventario de todos los bienes, pues "tiene notizia de que esta Capilla tiene muchas prendas de plata y ornamentos muy ricos". No obstante, en 1647 y 1669 se habían hecho otros inventarios de los enseres, que evidencian el progresivo aumento del culto a la Señora; por entonces ya aparecía ricamente vestida y enjoyada.
También se conoce el nombre de los santeros o hermanos limosneros designados por la hermandad para el cuidado de la ermita entre 1675 y 1699, respecto de lo cual hubo diversos pleitos con el Prior de las Ermitas del Arzobispado, que defendía su derecho a nombrarlos, resolviéndose definitivamente la controversia a su favor en 1726.
La fiesta principal en honor de la Virgen de Valme se celebraba el segundo día de la Pascua de Pentecostés, "según costumbre", y a ella acudían numerosos devotos, como se refleja en la vida del venerable Fray Diego Pérez, llamado el apóstol de Triana (1655-1705). Sobre todo, la devoción arraigó fuertemente en el pueblo de Dos Hermanas, en cuyo término municipal se encontraba el lugar de Cuartos. Así, la venerada imagen era llevada en procesión de rogativas hasta la villa nazarena cada vez que ocurría alguna calamidad. Tal sucedió, por ejemplo, en mayo de 1649 con ocasión de la gran epidemia de peste negra".
Vemos ahora un par de vitrinas con diferentes documentos históricos; entre ellos, los "Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla" (Diego Ortiz de Zúñiga, 1677-1795); el título de administrador de la Ermita de Valme (1815); la transcripción del primer libro de hermanos de la cofradía (1628); el testimonio de las visitas eclesiásticas a la ermita y el nombramiento de santeros (1725); el inventario de bienes de la Ermita de Cuartos (1647); y el nombramiento de santero para la Ermita del Valme (1679).
El siguiente texto tiene como título "La Virgen de Quartos" y dice lo siguiente:
"La Ermita de Valme, situada en una encrucijada de caminos y equidistante una legua tanto de Sevilla como de Dos Hermanas, se convirtió pronto en lugar de peregrinación. En 1830, según relata Vera y Rosales, fue recibida en el sitio de Quartos (Cuartos) la imagen de la Virgen de la Hiniesta, llevada por mosén Per de Tous, quien la había descubierto en Cataluña, trayéndola hasta Sevilla para restituirla a la iglesia de San Julián.
Por otra parte, hay documentos de los siglos XV y XVI que hablan de la iglesia de Quartos, los diezmos que le correspondían y la existencia allí de un beneficiado eclesiástico. Uno de estos clérigos fue Juan García de Celaya, que en 1748 consiguió de los Reyes Católicos la legitimación de los cuatro hijos que tuvo con la doncella María de Angulo.
En 1543 Baltasar Montero, alcaide de Quartos, dispone en su testamento ser enterrado en dicha iglesia y deja constancia del culto a Nuestra Señora.
El enclave de Quartos existe en la toponimia desde época romana, haciendo referencia su denominación a la cuarta piedra miliar que señalaba la distancia desde la urbe: cuatro millas. También hay alusiones en las crónicas musulmanas que describen las incursiones de los normandos a través del Guadalquivir (año 844), mencionándolo como Qwartus.
En los libros del Repartimiento de Sevilla (1253) figura como una 'alcaria' de 1.160 aranzadas, entregada por el rey Alfonso X como parte del heredamiento de la ciudad. Durante los siglos XIV y XV se intentó consolidar la población del lugar de Quartos en torno a la torre defensiva que aún hoy permanece; parece ser que incluso llegó a tener un concejo propio. Sin embargo, acabaría despoblándose y pasando a propiedad de Leonor de Stúñiga o Zúñiga, esposa de Alfonso Pérez de Guzmán, que lo vendió antes de 1469 a su primo Juan Ponce de León, conde de Arcos y señor de Marchena. Vinculado a este poderoso linaje, el donadío o castillo de Quartos, denominaciones que también tuvo, acabó siendo legado para la dotación del Hospital de la Santa Resurrección de Utrera, en virtud del testamento de Catalina de Perea, viuda de Lope Ponce de León (1522)".
La exposición continúa con el grabado iluminado de 1616 "Descriptio andalusiae", de Petro Bertius y Jacobo Hondius, donde aparece la localización de Quartos.
Y también aparece indicada su localización en el grabado al cobre "Hispalensis conventus delineato" (1579), de Abraham Ortelius y Jerónimo de Chaves.
Vemos también un dibujo en grafito sobre cartulina de la Virgen de Valme, pintado en 2015 por José Carlos González Muñoz.
De la Fundación Cajasol es el óleo sobre lienzo de San Fernando, realizado por un autor desconocido en la primera mitad del siglo XVIII.
Y a su lado hay una litografía de M. de la Portilla (1860), con San Fernando en oración ante la Virgen de Valme.
En una vitrina se ve una reconstrucción aproximada de cómo sería la Ermita de Nuestra Señora de Valme a mediados del siglo XVII. El doctor en Historia Jesús Barbero Rodríguez explica la maqueta:
"Muestra el aspecto que debió de tener, hacia 1651, la Ermita de Valme. Con una peculiar orientación noreste-suroeste, se trataba de un pequeño templo (antigua nave rural de la aldea y heredamiento de Cuartos) de una sola nave, con cubiertas de arista en el interior y tejado a cuatro aguas en el exterior. El acceso se hacía por una gran puerta situada a los pies del templo y, a mediados del siglo XVII, se abrió otra de menor tamaño en el muro del Evangelio. Asimismo, la reconstrucción de la espadaña es orientativa, pues no se poseen descripciones exactas de la misma.
Adosada a la capilla, en el lado izquierdo, se encontraban la casa del santero, la sala de cabildos de la cofradía del Valme y la estancia donde se guardaban sus enseres. Un pequeño corral cerraba esta zona.
A la derecha, se aprecian los arranques de los muros de la nueva Ermita, que comenzó a construirse a partir de 1651 y vendría a sustituir a la antigua, que había quedado pequeña ante el aumento de la devoción a la Virgen. Desde entonces, la primitiva capilla sería destinada a sacristía, hasta que, en 1859, a instancias del duque de Montpensier, fue reedificada, siendo la actual Ermita de Valme.
El conjunto quedó muy dañado por la explosión, en 1667, de los molinos de pólvora ubicados en las proximidades, siendo reformado años más tarde (hacia 1672) y, décadas después, ya en el siglo XVIII, gracias a la aportación económica de la familia hidalga de los Rivas, muy vinculada a la Hermandad de Valme y al Cortijo de Cuartos".
Vemos a continuación un óleo sobre lienzo de San Fernando, pintado por autor desconocido en el siglo XVII y propiedad de la Fundación Cajasol.
Dentro de esta primera sala de la exposición hay un espacio dedicado al pendón de San Fernando, donde se sitúa otro texto explicativo sobre su historia y sobre su restauración:
"Cuenta la tradición que el rey San Fernando, tras la conquista de Sevilla, cumplió la promesa que había hecho a la Virgen en el cerro de Cuartos y mandó construir allí una ermita, entronizando en ella a la imagen que se llamó Nuestra Señora de Valme en recuerdo de la súplica del monarca y depositando a sus plantas, como primer exvoto, el pendón conquistado a los musulmanes.
Así lo recoge Fernán Caballero en su novela 'La familia de Alvareda' (1856), donde alude al olvido y abandono en que se encontraban tanto la ermita como el pendón. Antonio de Orleáns, duque de Montpensier, tras conocer dicha situación, fue a Dos Hermanas para interesarse por ambos y ordenó trasladar el pendón al Palacio de San Telmo, donde fue restaurado.
En un cuidadoso proceso que supervisó la propia infanta Luisa Fernanda de Borbón, los restos del estandarte primitivo fueron colocados sobre el reverso de una nueva bandera de color carmesí, en la que se bordó con letras de oro una leyenda alusiva a la historia de esta enseña.
El 1 de mayo de 1857, los duques en persona llevaron el pendón a Dos Hermanas, restituyéndolo a la iglesia parroquial nazarena porque la Virgen de Valme se encontraba en ella desde comienzos del siglo XIX, debido a la ruina de su ermita. Una vez reedificada esta capilla en 1859, también a expensas de los Montpensier, el pendón volvió a su primitivo emplazamiento.
El 30 de agosto de 1868, los duques, que habían sido desterrados de España y se encontraban en Portugal, ordenaron el traslado del pendón a San Telmo, previendo sin duda la inminente revolución que destronaría pocas semanas después a la reina Isabel II, y ante el temor de que pudiera ocurrirle algo a tan preciada bandera.
En 1893, por iniciativa del poeta José Lamarque de Novoa, se hicieron gestiones para recuperar el pendón, que llevaba un cuarto de siglo custodiado en el Palacio de San Telmo. El 25 de agosto de ese año, el histórico estandarte fue trasladado de nuevo a Dos Hermanas, momento a partir del cual se conservó en la Capilla Sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena, junto a la Virgen de Valme.
En el año 2002, la Hermandad de Valme solicitó al Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) la realización de un estudio sobre el estado de conservación del pendón de San Fernando. Dicho organismo emitió informe en julio de 2003, destacando la importancia de esta pieza por su valor histórico-artístico y recomendando su restauración. Los trabajos comenzaron en diciembre de 2007, desarrollándose hasta mayo de 2009.
La intervención llevada a cabo por el IAPH consistió en la desinsectación, microaspiración, limpieza, alineación y consolidación de los tejidos e hilos que forman el pendón, centrándose especialmente en los restos primitivos. Para mejorar la conservación y visibilidad de éstos, los técnicos optaron por separarlos de la tela añadida en la restauración de los Montpensier y montarlos sobre un nuevo soporte.
Gracias a ello, ahora se pueden contemplar en plenitud las dos partes de que se compone el pendón; los restos del siglo XIII y la bandera de tafetán carmesí que se realizó en 1857".
Ambas partes se pueden ver con detalle en la exposición.
Y entre ambas partes vemos una talla de San Fernando de 1895, de madera estofada y policromada, realizada por Vicente Tena Fuster, según diseño del pintor Virgilio Mattoni de la Fuente.
Pasamos a la segunda sala, aunque antes de acceder a ella vemos una rueda de carreta de la romería. En concreto, la que consiguió el tercer premio en el concurso del año pasado.
Y a su lado, la reproducción fotográfica de la pintura de San Fernando en oración ante la Virgen de Valme, conservada en la Parroquia de Santa María Magdalena de Dos Hermanas. Fue pintado en 1860 por un autor desconocido.
Entramos en la sala y vemos un nuevo texto, titulado "De la reorganización de la hermandad al año jubilar".
"A partir del año 1870, y en particular desde 1893, comenzó una nueva etapa. Así, tras varios intentos frustrados, se logró reorganizar la hermandad, se aprobaron sus Reglas (1888), se recuperó el pendón de San Fernando, custodiado durante 25 años en el Palacio de San Telmo, y se restauró la imagen de la Señora, devolviéndola a su primitiva forma gótica.
En este contexto, gracias al impulso de los miembros de la hermandad y, sobre todo, del poeta José Lamarque de Novoa, en el año 1894 se decidió realizar anualmente una romería otoñal a la Ermita de Cuarto para que la Virgen volviese, al menos por un día, a su primitivo templo.
El 24 de junio de 1896, tanto la Capilla Sacramental de la Parroquia como la ermita obtuvieron el privilegio de la agregación a la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, a petición de la hermandad, que, en virtud de ello, recibió también el título de Pontificia. Un año después, en el mes de junio de 1897, la Virgen de Valme fue proclamada 'Protectora especial de la villa de Dos Hermanas' por acuerdo unánime del Ayuntamiento nazareno, título que refrendó el entonces arzobispo de Sevilla, don Marcelo Spínola. Con ello se abre la fecunda página del siglo XX, que en buena medida girará en torno a la propia evolución de la romería de Valme y que tendrá su cénit en 1973 con la Coronación Canónica de la venerada imagen, máxima expresión del amor de todo un pueblo hacia su Reina y Madre.
El Año Jubilar que se viene celebrando desde el pasado 9 de octubre de 2022, por especial concesión de la Penitenciaría Apostólica, constituye un hito en la historia reciente de la hermandad que, en buena medida, sintetiza todo cuanto ha conllevado el engrandecimiento de la devoción a Nuestra Señora de Valme durante los últimos ciento cincuenta años".
Al fondo de esta segunda sala de la exposición se puede ver la reproducción de la que es la primera fotografía de la Ermita de Valme, realizada en 1859 al daguerrotipo por el fotógrafo Francisco de Leygonier y Haubert.
A su lado se pueden ver unos planos de la ruina de la ermita de 1853 y de un proyecto de reconstrucción que nunca se llevó a cabo, realizados por el Deán López Cepero.
El proyecto de reconstrucción que sí se materializó fue el del arquitecto Balbino Marrón y Ranero (1859), del que también vemos unos planos.
Continuamos con unos exvotos ofrendados a la Virgen de Valme entre los siglos XVII y XIX, algunos de ellos restaurados y plateados en la década de los noventa del siglo pasado, y otros recuperados en 2016 bajo el banco del retablo de la ermita.
Ahora se muestran unas litografías de J. Donon de 1860 y 1870 de la Ermita de Valme tras su reedificación y de los duques de Montpensier.
Y otra litografía, ésta de L. Mariani (1864) nos muestra una vista general de Dos Hermanas.
"El decisivo siglo XIX" es el título del siguiente texto explicativo que encontramos en la exposición:
"En el año 1800, debido a la gran epidemia de fiebre amarilla, la Virgen de Valme fue trasladada a Dos Hermanas y, en agradecimiento por su intercesión, los vecinos hicieron un voto a la Señora, que se celebraría anualmente con función solemne y procesión. A raíz de ello, la imagen quedó en la parroquia del pueblo con carácter estable, lo cual provocó el abandono y ruina de la Ermita de Cuartos, coincidiendo con la decadencia de la hermandad durante la invasión francesa.
En esta coyuntura, se entabló un pleito con el Hospital de la Resurrección de Utrera por la titularidad de los terrenos colindantes con la capilla. En 1816, el secretario de la hermandad, Andrés López Mérida, escribió incluso al rey Fernando VII para que pusiera fin a la usurpación de terrenos que, presuntamente, había realizado el hospital. Pero, a partir de 1820, la cofradía entró en un periodo de languidez y quedó prácticamente extinguida hasta que, en 1833, se intentó su reorganización y salió la Virgen en rogativas con motivo de una fuerte epidemia de cólera. Aunque luego volvería a decaer la actividad de la hermandad, pocos lustros después comenzaría a resurgir el culto a Nuestra Señora de Valme.
Durante sus estancias en Dos Hermanas con motivo de su matrimonio con el marqués de Arco-Hermoso, la escritora Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero (1796-1877), conoció la historia de la venerada imagen y la incluyó en su novela 'La familia de Alvareda' (1856). Los duques de Montpensier, que entonces residían en Sevilla, leyeron esta obra y así conocieron el estado de abandono tanto de la ermita como del pendón ofrecido a la Virgen por San Fernando. Por ello, decidieron restaurar este último y, después, lo restituyeron solemnemente a la iglesia de Dos Hermanas el 1 de mayo de 1857. Dos años más tarde, en acción de gracias por el nacimiento de su primer hijo varón y bajo la dirección del arquitecto Balbino Marrón, llevaron a cabo la reedificación de la capilla, inaugurada el 9 de octubre de 1859, con cuyo motivo se editó el 'Sermón histórico' pronunciado por el capellán real don José Rafael de Góngora y se publicó una Corona poética, también patrocinada por los Montpensier y coordinada por la propia Fernán Caballero.
Desde esta fecha, la Virgen de Valme permaneció de nuevo en su antigua ermita ya restaurada, pero era tal la devoción que le profesaban los vecinos de Dos Hermanas que, en 1869, se logró que la imagen fuera trasladada definitivamente a la Capilla Sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena, donde hoy sigue recibiendo culto diario".
Hablando de Fernán Caballero, vemos un grabado publicado en 'La Ilustración Española y Americana' en 1875 donde aparece la escritora.
Y debajo, en una vitrina, algunas ediciones de sus obras y de la mencionada Corona Poética.
Continuamos con diferentes enseres, como una imagen de la Virgen de Valme del siglo XVIII del Museo Mariano del Santo Ángel; un crucifijo del mismo siglo de madera tallada, dorada y policromada; un manuscrito de 1873 de una novena dedicada a la Virgen de Valme firmada por J. M. Q.; unos atriles de madera dorada del siglo XVIII; los escudos de los duques de Montpensier de madera dorada y policromada (1859), colocados en la parte superior del retablo de la ermita; y una serie de ornamentos y enseres litúrgicos de los siglos XVIII y XIX, utilizados en la ermita tras su reedificación en 1859.
Junto a estos enseres hay un terno del siglo XVIII donado por los duques de Montpensier en 1859, formado por casulla, capa pluvial y dalmáticas.
Esta sala continúa con el estandarte de la hermandad de 1925, bordado en oro y sedas sobre damasco por Elena Molina de la Muela, restaurado y enriquecido en 1990.
Después se muestran unas varas antiguas de la hermandad realizadas en plata hacia 1885, otras de metal plateado de principios del siglo XX y las varas de presidencia de 1958, realizadas por Antonio Pérez Barrios.
Se muestra también el estandarte corporativo de 1957, bordado en oro y sedas sobre terciopelo por el taller de Sobrinos de José Caro.
Seguimos con una reproducción fotográfica de las indulgencias parciales concedidas a la hermandad en 1896 por el cardenal y arzobispo Marcelo Spínola, y la reproducción de la bendición del Papa Pío XII de 1950.
Entre ambos documentos vemos un ostensorio mariano para el antiguo manifestador del retablo de la capilla sacramental de la Parroquia de Santa María Magdalena. Es una obra reciente, de 2022, diseñada por Francisco Javier Sánchez de los Reyes, tallada por Rodríguez y Vázquez Melo, y dorada por Francisco Moreno Alonso. Y detrás, hay un antiguo techo de palio anterior a 1800, bordado en plata sobre raso celeste simulando el cielo.
En esta zona también se muestran distintos documentos históricos de la hermandad, como la aprobación por parte del Cardenal Spínola del nombramiento de la Virgen de Valme como 'Especial Protectora de Dos Hermanas' (1897) y un libro de actas del periodo comprendido entre 1922 y 1963.
Pasamos ahora a ver el documento de agregación de la Hermandad de Valme a la Basílica de Santa María la Mayor (1896).
Debajo, en una vitrina y entre antiguas estampitas y medallas, se expone el llamado Libro de Oro (1973), que fue abierto con motivo de la Coronación Canónica y que contiene las firmas y dedicatorias de visitantes y personalidades ilustres, como los Reyes de España, que visitaron a la Virgen de Valme el 16 de febrero de 1987.
Al lado está la bandera pontificia, de raso bordado en oro y sedas. El escudo fue realizado en 2018 por José Luis Sánchez Expósito, de Bordados Santa Clara, mientras que el asta es de plata, obra de Fernando Marmolejo (1973). Presenta el escudo del Papa León XIII, bajo cuyo papado se le concedió a la hermandad el título de Pontificia.
Seguimos con el martillo para la apertura de la Puerta Santa en este Año Jubilar, realizado el año pasado por Orfebrería Juan Lozano.
Y llegamos al final de la segunda sala con el documento de aprobación del Año Jubilar por parte de la Penitenciaría Apostólica.
La tercera sala de la exposición se dedica tanto a la romería como a la Coronación Canónica, de la que ahora se cumplen cincuenta años. Recibe al visitante el texto titulado "La romería de Dos Hermanas... y de Sevilla":
"La romería en honor a la Virgen de Valme se celebró por primera vez el 28 de octubre de 1894. Su principal impulsor fue el empresario, poeta y diplomático José Lamarque de Novoa (1828-1904), quien lideró las gestiones necesarias para la organización de una jornada festiva en la que se rememoraba la Reconquista de Sevilla por el rey Fernando III El Santo, a semejanza de las fiestas que se llevaban a cabo durante los siglos XVII y XVIII en el entorno de la Ermita de Cuartos.
Hasta el año 1899, la fiesta continuó realizándose con creciente participación de los vecinos de Dos Hermanas y Sevilla, si bien hubo de suspenderse a partir de 1900 por falta de medios económicos. Tras un paréntesis de quince años, se reanudó en 1916 y, desde entonces, se ha venido celebrando con creciente pujanza, salvo en el primer bienio de la Segunda República (1931-1933), durante la Guerra Civil (1936-1938) y en 1946 debido a la restricción del culto público impuesta por el Cardenal Segura con motivo de las misiones preparatorias de la proclamación del patronazgo canónico de la Virgen de los Reyes sobre la Archidiócesis.
Uno de los periodos más interesantes de su evolución histórica es el que coincide con los felices años 20, cuando la romería de Valme entró de lleno en el calendario festivo de la capital hispalense y en su celebración participaban numerosos sevillanos, incluso con carretas y carros engalanados, que acudían desde los barrios de San Julián, Puerta Osario, Triana o Puerta de la Carne. Este vínculo con la metrópolis se refleja también en las numerosas crónicas y artículos publicados por la prensa de la época. No en vano, el poeta Joaquín Romero Murube, pregonero de Valme en 1969, la definió como 'la romería sevillana por excelencia y razón histórica'.
En las últimas décadas, la romería ha adquirido gran auge y esplendor, hasta el punto de ser una de las más importantes de España; por ello, fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en junio de 1976. En 2022 ha sido reconocida como la Fiesta Mayor de Dos Hermanas por el Ayuntamiento nazareno y catalogada como Bien de Interés Cultural de nuestra comunidad autónoma por la Junta de Andalucía".
Acerca de la romería, se exponen tres pinturas al óleo sobre lienzo realizadas hacia el año 1950 por Braulio Ruiz Sánchez.
Si algo caracteriza a las carretas de la romería de la Virgen de Valme es su exorno a partir de flores hechas con papel de seda de numerosos colores, formando con ellas variopintos dibujos. Para hacerse una idea de lo complicado que es realizar esta labor, en la exposición vemos varios ejemplos de flores de papel de seda, tanto ya terminadas como antes de comenzar y durante el proceso.
Para conocer más sobre este curioso adorno, reproducimos un texto titulado "Carretas y galeras":
"Las carretas y galeras que forman parte de la romería de Valme son los elementos más representativos de esta celebración anual dedicada a la Protectora de Dos Hermanas, gracias a sus singulares diseños, los materiales empleados en su creación y la perfección de sus acabados.
Tanto la carreta en la que va entronizada la Virgen como las que componen el cortejo que la sigue han sido producto de una profunda transformación desde las primeras ediciones de la romería, en las que apenas participaban unos pocos carros modestamente engalanados, hasta nuestros días.
En la actualidad, la carreta de la Señora es exornada con 75.000 flores de papel de seda rizadas a mano, siendo necesarios más de dos millones de 'pellizcos' para confeccionarlas. El color varía cada año, alternándose amarillo, rosa y celeste con el blanco; últimamente se han utilizado también el naranja y el rojo de forma ocasional. Las columnas se adornan con tuya verde y los cestos de mimbres que se colocan en su parte inferior llevan unas mil varas de nardos. La carreta va tirada por una yunta de bueyes enjaezados con frontiles de plata y collarines bordados.
Las carretas que peregrinan tras la de la Virgen, entre 15 y 20, presentan características similares, siendo exornadas íntegramente con flores de papel de seda rizado que forman dibujos muy coloristas, siempre diferentes cada año, pues se trata de creaciones efímeras. En su caso, cuentan con un techo a dos o cuatro aguas que está sostenido por columnas recubiertas de tuya.
Entre los exornistas de carretas y galeras que, a lo largo del tiempo, han contribuido con su creatividad y tesón al engrandecimiento de la romería y a la consolidación de su estética, destaca sin duda, en lugar preeminente, D. José Caro Arias (1918-1998), un verdadero maestro que durante más de medio siglo fue capaz de crear auténticas obras de arte con las que acompañar cada año a la Virgen de Valme hasta su ermita, utilizando los más variados elementos para componer unos bellísimos e inspirados exornos que han dejado una huella indeleble y constituyen un legado que forma parte del patrimonio inmaterial de esta fiesta".
Este texto se acompaña de varias fotografías para mostrar ejemplos de exornos tanto en la carreta de la Virgen como en las de sus devotos.
Junto a diferentes paneles en los que se repasan las distintas etapas por las que ha pasado la romería desde su creación, se sitúa una pintura relativa a la declaración de la romería de Valme como Fiesta Mayor de Dos Hermanas, así como un texto explicativo:
"Para ser consciente de la magnitud que ha adquirido la romería de Valme tan sólo hay que atender a algunas de sus cifras de participación: 200.000 romeros, casi un millar de caballistas, más de medio centenar de carretas y galeras, así como numerosos carros y coches de caballos, que conforman un amplio y singular cortejo en el que no se permiten los vehículos de tracción a motor.
En la actualidad, la romería mantiene prácticamente intactas algunas de las características definidas en sus primeras ediciones, como es la fecha de su celebración, el tercer domingo de octubre, o el itinerario que sigue la comitiva. El día empieza al alba, con la misa de romeros. A las ocho de la mañana la imagen de la Virgen es trasladada a su carreta. Así se inicia el camino, que parte desde la Parroquia de Santa María Magdalena de Dos Hermanas y, tras salir del pueblo, continúa por la antigua carretera de Sevilla hasta el Cortijo de Cuarto, junto al barrio de Bellavista.
Uno de los momentos más emotivos es la entrada de la Señora en su antigua ermita, donde a continuación se celebra la misa. A las seis de la tarde, tras compartir un agradable rato de almuerzo y convivencia en aquel histórico paraje, se reza el Santo Rosario y se emprende el camino de regreso a Dos Hermanas.
Todo transcurre durante un solo día, una intensa jornada de júbilo y emoción que comienza al amanecer y finaliza en torno a la medianoche con la entrada de la Virgen de nuevo en la iglesia, tras recibir el fervoroso homenaje de sus devotos durante las quince horas que viene a durar la romería.
En la semana previa, se celebran diversos actos y cultos como preparación de esta gran fiesta: el traslado de la Virgen hasta el altar mayor del templo, la Solemne Función Principal de la hermandad y el tradicional Pregón de Valme, las ofrendas de los escolares, el Solemne Quinario, el acto de veneración en la víspera...
Desde un mes antes, se palpa en Dos Hermanas el ambiente de expectación, alegría e ilusión por la inminencia de la que, sin duda, es la fecha más esperada y soñada por el pueblo nazareno: el tercer domingo de octubre para acompañar de nuevo a su Celestial Protectora hasta el Real Santuario de Cuarto".
En esta zona de la exposición vemos tres carteles anunciadores de la romería, como son los de los años 2019, de José Cerezal; 2021, de Javier Aguilar; y 2022, de Ricardo Gil Lozano.
Pasamos a la parte dedicada a la Coronación Canónica de la Virgen de Valme deteniéndonos en primer lugar en una vitrina, donde se muestran recortes de prensa, fotografías e invitaciones, entre otros objetos.
Vemos ahora el cartel de la Coronación, con una fotografía de cuerpo entero de la Virgen de Valme.
Y a su lado, el decreto de aprobación de la Coronación Canónica.
El encargado de coronar a la Virgen de Valme fue el entonces arzobispo de Sevilla, José María Bueno Monreal. Una fotografía de ese momento ocupa toda una pared de esta sala.
Aquí vemos también el banderín con el lema "Valme Coronada", que cuenta con letras bordadas a realce sobre tisú de oro y plata. Fue donado por José Caro Arias.
En un panel se pueden leer algunas curiosidades de la Coronación Canónica:
"La elección de la fecha.
Fueron diversas las fechas que se barajaron para el acto: primero se pretendió que tuviera lugar en la primavera de 1972, descartándose por la complejidad y el tiempo necesario para llevarla a cabo. Luego, en octubre de ese año, se planteó la posibilidad de que la Coronación se celebrara en torno al 30 de mayo de 1973, coincidiendo con la festividad de San Fernando. Ya en noviembre de 1972 se decidió llevarla a cabo en junio del año siguiente, aunque la fecha del 23 fue la última opción, pues primero se apostó por el día 2, al ser el sábado más próximo a la fiesta de la Realeza de María.
Peregrinación a la Catedral de Sevilla.
Entre las ideas que se plantearon estuvo la de organizar una peregrinación con la Virgen de Valme a la Catedral hispalense, para visitar el sepulcro del Santo Rey y permanecer en la Seo una noche, como ya lo hiciera en el año 1948.
¿En carreta o en paso?
Aunque pueda parecer sorprendente, también se suscitó un debate sobre si la Virgen debía ser coronada en su carreta o en un paso procesional. La junta de gobierno de la hermandad tuvo que realizar una votación para decidirlo, y el resultado fue el siguiente: siete votos en la carreta, doce votos en el paso y una abstención. El paso que se utilizó fue el de Santa Ana, ya que la Virgen de Valme no estrenó uno propio hasta el año 1990.
Candidatos a pregonero.
Entre los actos previos a la Coronación, uno de los más destacados fue el pregón, que pronunció el abogado sevillano José Ignacio Artillo (pregonero de la Semana Santa de la capital en 1967). Hubo otras opciones, como las del escritor y dramaturgo Joaquín Calvo Sotelo, miembro de la Real Academia Española, o el poeta Antonio Rodríguez Buzón, pero finalmente estas designaciones no prosperaron.
Campanas silenciosas.
La prensa de la época criticó el hecho de que las campanas de las parroquias de la Oliva, el Rocío y el Amparo no repicaran de gozo por la Coronación. Ello fue fruto de las circunstancias sociales y políticas del momento, dado que algunos sacerdotes no estuvieron de acuerdo con la Coronación, y mucho menos con la presencia de Carrero Blanco en el acto".
Y junto a este texto de curiosidades, varias fotos de lo vivido aquel día.
Juan Miguel Martín Mena ha sido el encargado de pintar el cartel del L aniversario de la Coronación Canónica, una obra en técnica mixta sobre tabla.
Dentro de esta sala hay un espacio muy recogido dedicado a las coronas de la Coronación Canónica y a otros elementos relacionados con este acto. Leemos dos pequeños textos en primer lugar al entrar:
"Oro para tu corona.
En 1971 comenzó la campaña de recogida por el vecindario de oro y plata para las nuevas coronas y la jamuga que estrenaría la Virgen con motivo de su Coronación. Participaron en ella numerosas señoras y señoritas nazarenas, que se encargaron de pedir por el vecindario, iniciando la campaña el hermano mayor, Manuel Moreno Pérez, con la donación de su propia medalla. Hay constancia de que, entre febrero y junio de 1972, se entregaron al orfebre Fernando Marmolejo 1.314 gramos de oro, 130 perlas cultivadas y dos kilos de plata. Además, la corona fue enriquecida con esmaltes y 925 brillantes. La hechura de las preseas importó un total de 415.000 pesetas".
"Las coronas de la Virgen de Valme.
Tanto la corona de la Virgen como la del Niño son de oro donado por los nazarenos con motivo de la Coronación Canónica. Las preseas fueron realizadas entre 1971 y 1972 por el orfebre sevillano Fernando Marmolejo, que las diseñó teniendo en cuenta el origen medieval de la imagen.
La corona de la Virgen tiene ocho florones y su canasto nace de un aro de esmaltes que alternan castillos y leones, completándose con unos imperiales que confluyen en la bola del mundo, rematada por una cruz y asentada sobre un resplandor de oro blanco con diamantes donde se posa una paloma, que simboliza el Espíritu Santo. Como motivos centrales del canasto aparecen flores de lis, entrelazadas con parejas de ángeles que portan los escudos esmaltados de Dos Hermanas, Sevilla, Pablo VI (pontífice reinante) y la hermandad".
Se expone también la mencionada jamuga, obra de Fernando Marmolejo realizada en plata de ley en 1972.
Igualmente hay varias joyas, como un broche con la advocación en letras de oro, la medalla de oro de la Hermandad de la Macarena, una rosa de oro de ley de 1971, una llaves que representan las de la ciudad de Gerona, también de oro de ley (1964) y el bastón o cayado del Niño del mismo metal (1973).
En este espacio se exponen igualmente el manto estrenado el día de la Coronación, bordado en oro por las Adoratrices de Sevilla, y una toca de sobremanto de encaje francés que también llevaba ese día.
Antes de abandonar esta tercera sala, tenemos que reproducir por su interés dos textos más:
"Una devoción que traspasa fronteras.
La Virgen de Valme es, sin duda, la imagen más venerada en Dos Hermanas, como lo atestigua su proclamación como Protectora especial de la villa (1897), su nombramiento como Patrona de la Excma. Corporación Municipal (1965) y la concesión de la primera Medalla de Oro de la Ciudad (1995).
Pero esta devoción mariana, que Dos Hermanas ha sabido cuidar y acrecentar con esmerado celo a lo largo de los siglos, se ha hecho universal hasta el punto de estar hoy presente en cuatro de los cinco continentes.
Así, en marzo de 2010, el Papa Benedicto XVI bendijo en el Vaticano la imagen titular de la Parroquia de Nuestra Señora de Valme en Roma, templo que había sido erigido por su predecesor, San Juan Pablo II, en el año 1981, bajo el cuidado pastoral de la Obra de la Iglesia, institución fundada por la Madre Trinidad, nazarena muy devota de la Virgen. Con dicho motivo, la hermandad organizó una peregrinación a la Ciudad Eterna, que estuvo presidida por el Cardenal-Arzobispo Emérito de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo. Después de su bendición, esta imagen ha vuelto en diversas ocasiones al Vaticano, donde ha sido venerada también por el Papa Francisco.
Desde Roma, la devoción a la Virgen de Valme se está difundiendo por diversos lugares del mundo, especialmente en países de misión, como Sudán del Sur, Nepal, Sudáfrica, Papúa Nueva Guinea, Nigeria y Guinea Ecuatorial, abriendo una nueva página de la fecunda historia iniciada hace 775 años con la invocación del rey San Fernando a Nuestra Señora en la toma de Sevilla".
"Valme en Sevilla.
Aunque habitualmente se relaciona a la Virgen de Valme con Dos Hermanas, no es menos cierto que, a lo largo de la historia, existen importantes lazos que unen a esta advocación con la capital hispalense. Además del propio origen vinculado a la conquista de la ciudad, señalamos a continuación algunos ejemplos que reflejan esta presencia de Valme en Sevilla.
En 1859, el mismo año de la restauración de la Ermita de Cuarto, se rotula en el barrio de San Bernardo una calle con el nombre de Valme, siendo de resaltar el hecho de que la Virgen nazarena está presente en el callejero hispalense mucho antes que otras advocaciones marianas.
Con motivo del VII Centenario de la Reconquista de Sevilla, la Virgen de Valme participó en la magna procesión conmemorativa que tuvo lugar el 23 de noviembre de 1948. Para ello, la Protectora de Dos Hermanas fue trasladada hasta la Catedral, figurando en primer lugar en el cortejo de imágenes fernandinas.
En la década de 1950, se funda en la Parroquia del Sagrado Corazón de Bellavista una hermandad para rendir culto al Santísimo Sacramento y a Ntra. Sra. de Valme. Por esta razón, se venera allí una imagen de la Virgen, realizada en 1955 por el escultor José Pérez Conde.
En 1971, la Diputación Provincial acordó que el nuevo hospital a contruir en terrenos aledaños al Cortijo de Cuarto se denominara Nuestra Señora de Valme. Fue inaugurado en 1982 y en su capilla se venera hoy una imagen donada por la hermandad, cuya bendición tuvo lugar el 7 de julio de 2022.
En noviembre de 2014, se entronizó en la Parroquia de San Lorenzo una réplica en miniatura de la talla de la Virgen realizada por el imaginero Antonio Luis Troya y expuesta al culto en el altar de San José. Desde 2015 otra miniatura de la Protectora nazarena preside la entrecalle del paso de palio de María Santísima del Dulce Nombre, de Bellavista.
Hay, finalmente, un aspecto curioso y no muy conocido: en la corona de oro de la Virgen de Valme aparecen el escudo de Dos Hermanas (en el frontal) y el de Sevilla (en la trasera), como queriendo simbolizar esa histórica equidistancia de la antigua Ermita de Cuartos, donde nació el culto a la Señora, a una legua tanto de la capital como del pueblo que, hace ya muchos siglos, la eligió por Reina y Protectora".
A todo lo anterior habrá que añadir la noticia conocida este mismo jueves, que indica que la Virgen de Valme procesionará el próximo 25 de noviembre por los alrededores de la Catedral, como cada 15 de agosto hace la Virgen de los Reyes, acompañada de la imagen de San Fernando de Pedro Roldán, con motivo del DCCLXXV aniversario de la Reconquista de Sevilla.
Nos dirigimos a la cuarta y última sala y, antes de entrar en ella, vemos otra rueda de carreta. En este caso, se trata de la que obtuvo el cuarto premio en la romería de Valme del año pasado.
De nuevo aquí encontramos dos textos, éstos centrados en la iconografía de la imagen de la Virgen de Valme:
"Valme, imagen gótica de una súplica.
La imagen de la Virgen de Valme es una talla gótica de las denominadas fernandinas (por su vinculación con San Fernando), cuya datación se sitúa en la Baja Edad Media, posiblemente en el segundo tercio del siglo XIII. De autoría anónima, su iconografía deriva de modelos bizantinos ya habituales en el románico.
Con unas dimensiones de 68x28x17 cm., representa a la Virgen en majestad, como trono y Madre de Dios, sosteniendo al Niño en su rodilla. Es una de las imágenes marianas introducidas en tierras sevillanas a raíz del primer impulso repoblador llevado a cabo tras la Reconquista cristiana del bajo Guadalquivir.
La composición del conjunto supera la frontalidad y el hieratismo del modelo iconográfico tradicional, avanzando hacia propuestas más realistas al presentarse al Hijo sobre la pierna izquierda y no en el centro de la misma, en actitud de bendecir con su mano derecha, mientras que con la izquierda porta un pájaro, símbolo de la Resurrección y del Espíritu Santo. La Virgen sostiene en su mano derecha una rosa, que en origen pudo ser una flor o fruta tallada. Los rasgos físicos de ambas figuras están suavemente modelados y se caracterizan por tener facciones individualizadas, aunque conservan el idealismo propio del gótico internacional; en todo caso, presentan gran refinamiento y solemnidad".
"Símbolos de oro y plata para una Reina.
Un elemento consustancial a la imagen de Nuestra Señora de Valme es el manto con el que aparece revestida, símbolo de la Realeza de María y de la protección maternal que dispensa a sus hijos.
A partir de la restauración en 1894, su aspecto varió notablemente, pasando de aparecer representada de pie, en candelero, a estar sentada sobre un sitial dorado de estilo neogótico, con un pequeño manto colocado por la cabeza y recogido a la altura de los brazos, pero sin ocultar la visión frontal de la talla gótica. Así, con el paso del tiempo, se fue consolidando la tradición de vestir a la imagen como se hace en la actualidad, aunque sólo desde dicha restauración se puede hablar de la existencia de una incipiente colección de mantos similares a los que conocemos hoy, gracias a las numerosas donaciones de los devotos.
Más de medio millar de mantos, una treintena de tocas, tres sillones, dos jamugas y siete juegos de coronas, así como una interesante colección de joyas y exvotos de oro y plata que se prenden en el cojín que lleva a sus plantas, fruto precioso de la fe y el amor agradecido de todo un pueblo hacia su Celestial Protectora".
Una gran parte de esa colección de mantos y otros enseres puede verse en esta sala, comenzando por el manto de castillos, leones y flores de lis, bordado en oro sobre terciopelo granate en 1920, por iniciativa de quien fuera camarera de la Virgen, Elena Molina de la Muela.
A su lado está el sillón neogótico de madera tallada y dorada de Salvador Madroñal y Manuel Chacón, quienes reprodujeron en 2003 el antiguo desaparecido.
Continuamos con dos mantos de alrededor de 1870: el conocido como el verde antiguo y el de rayas. Ambos fueron adaptados tras la restauración de la Virgen en 1894.
Vemos ahora el manto chinesco, datado hacia 1926, primer año en que su donante, María Teresa Fernández-Pasalagua, ejerció de camarera.
A continuación, se muestran una mantilla de encaje de Bruselas del siglo XIX y un manto de raso celeste bordado en seda por Ángeles Espinar en 2004.
De 1968 es el siguiente manto expuesto, bordado en oro, plata y sedas sobre terciopelo rojo por el taller de Sobrinos de José Caro. Fue donado por el Ayuntamiento de Dos Hermanas.
Seguimos con una toca de sobremanto de Jesús Castizo realizada en tul bordado en hojilla de oro (2018) y el manto de castillos y leones de Camilo Miralles, bordado en oro y plata sobre seda (2017). El diseño se inspira en las vestiduras regias del siglo XIII que aparecen en las 'Cantigas de Santa María', de Alfonso X el Sabio.
Vamos con otro manto, también de 2017, éste de tejido rojo espolinado procedente de una capa pluvial del siglo XVIII.
Pasamos a otro manto de castillos, leones y flores de lis, éste obra de las Madres Adoratrices de Sevilla, quienes lo bordaron en plata sobre terciopelo rosa.
El Coro de la Hermandad de Valme donó a la Virgen en 2012 un manto de terciopelo color cardenal bordado en oro, plata y sedas por José Antonio Grande de León, según diseño de Antonio Bejarano.
Nos detenemos ahora en un sillón de caoba y plata tallado en 1929 por Miguel Ponce Bancalero.
Continuamos con un manto de terciopelo azul marino bordado en oro en 1957 y costeado por suscripción popular, y una jamuga de 1953 realizada y donada por Manuel Cerquera Becerra, quien la hizo en caoba con apliques de plata y bordados en oro.
Vemos también una toca de sobremanto de tul bordado en oro a realce, obra de 2010 de José Antonio Grande de León.
Del mismo autor es la toca de tul bordado en plata a realce realizada en 2011.
Ahora encontramos dos vestidos del Niño Jesús de la Virgen de Valme, de los siglos XVIII y XIX.
Muy curioso es ver la antigua cubrepeana de la Virgen, la base inferior de la talla que se le colocó a la imagen en la restauración de 1894 y que fue sustituida por otra igual en la de 1990, momento en que también se le extrajo un clavo de forja quizá introducido en el siglo XVII al adaptarse la imagen para ser vestida en candelero.
Precisamente a esa modificación de la iconografía se refiere el siguiente texto instalado en la exposición, titulado "Evolución iconográfica":
"Desde su origen hasta nuestros días, la morfología de la imagen de la Virgen de Valme ha sufrido diversas modificaciones. Entre los siglos XIII y XVII, la talla mantuvo un aspecto similar al actual: un volumen unitario creado a partir de una pieza de madera obtenida del centro de un árbol (chopo o álamo blanco). El manto de la Virgen estaba policromado en color rojo intenso y su túnica en azul oscuro, mientras que la del Niño era de color grisáceo. En ambos casos la policromía estaba decorada con pequeños dibujos. Al parecer, la cabeza de la Virgen se cubría con una toca o velo blanco, como otras imágenes de la época. Es posible que también tuviera una corona tallada.
En el siglo XVII, la talla fue profundamente alterada para adaptarla a la moda barroca. Se mutilaron las manos de la Virgen, se separó la imagen del Niño y se le hicieron notables cambios para representarla de pie y vestida. Así, se le incorporó un candelero y unos brazos postizos a fin de poder colocarle manto, saya, rostrillo, corona y joyas. En una fecha desconocida se le introdujeron ojos de cristal.
Por un inventario del año 1647, se conoce que ya en esa fecha la imagen había sido transformada, si bien es muy probable que sufriera otras intervenciones tanto en esa centuria como a comienzos del siglo XIX. De 1855 es el primer grabado conocido de la Virgen, que la representa en candelero, con corona, cetro y media luna, igual que aparece en las primeras fotografías, fechables en torno a 1860-1870.
En 1894, debido a su mal estado de conservación, la imagen fue restaurada por el escultor Adolfo López Rodríguez (1862-1943), bajo la dirección del pintor Virgilio Mattoni de la Fuente (1842-1923). Le fueron retiradas las vestimentas postizas y se le repusieron las partes mutiladas en épocas anteriores, recuperando su morfología original. Se le aplicó una nueva policromía, con estofado, en la que el manto de la Virgen pasó a ser de color azul y la túnica de rojo encarnado, mientras que la del Niño mantuvo el tono grisáceo. No obstante, parece que esta nueva policromía lo que hizo fue reproducir otra subyacente, fruto de una intervención anterior no documentada".
Junto a este panel explicativo, vemos una recreación de la imagen de la Virgen de Valme durante ese periodo de tiempo en el que fue imagen de candelero. Para ello, se han utilizado una saya y un manto de brocado de oro y plata (1870-1880), un cetro de Orfebrería Marmolejo (2019), una media luna de plata del primer tercio del siglo XIX de J. Guzmán, y la mano probablemente del siglo XVIII que se sobreponía a la imagen de la Virgen.
Al lado hay una foto de la Virgen cuando era imagen de candelero.
Continuamos con un manto de 2021 realizado a partir de una capa pluvial del siglo XIX de raso de seda bordado en oro y sedas de colores.
Vemos ahora en una vitrina varios juegos de coronas. El primero es de Ramón León (2008), realizado en plata de ley en su color, que reproduce las coronas antiguas desaparecidas en 1975.
De plata de ley sobredorada es el juego de coronas también de Ramón León (2018), de plata de ley sobredorada. Estas coronas reproducen las donadas por el Ayuntamiento de Dos Hermanas en 1966, robadas en julio de 1975.
A continuación, hay una corona plateada de la que no se indica nada sobre autoría, material o fecha de ejecución.
Seguimos con unas coronas de estilo neogótico de plata de ley sobredorada con pedrería y esmaltes, obra de Juan Lozano Navarro. Su diseño se inspira en las que aparecen en el lienzo, ya comentado antes, de Luis Oñate (1894), donde San Fernando reza ante la Virgen de Valme.
Y el último juego de coronas que vemos es el realizado en 1973 por Fernando Marmolejo Camargo en plata sobredorada, que reproduce el modelo de las coronas de la Coronación Canónica.
Vemos ahora otro manto, bordado en oro y sedas. Tiene su origen en un capote de paseo de 1982 del torero Emilio Muñoz, adaptado por el Taller de Santa Clara.
Nos paramos ahora en una vitrina que recoge un buen número de joyas del ajuar de la Virgen de Valme, entre ellas la Medalla de Oro de la Ciudad de Dos Hermanas.
Y otro manto expuesto es el de terciopelo verde bordado en oro en 2019 por el taller de bordados Santa Clara, bajo la dirección de José Luis Sánchez Expósito.
También de 2019 es una toca de sobremanto de malla de bolillos de oro, obra de Alfonso Aguilar donada por un grupo de devotos.
En otra vitrina hay dos mantolines de raso con bordados en oro y plata de los siglos XVIII y XIX, así como una rosa de plata sobredorada (1945) donada por los romeros que obtuvieron el primer premio de carretas de la romería de 1944, y otra de plata policromada (1968) donada por un grupo de romeros.
Y en otra vitrina encontramos varias piezas del que será el baldaquino del nuevo templete, del Taller de Santa Clara.
El paso procesional de la Virgen de Valme está siendo objeto de un proceso de reforma y adaptación, según el proyecto diseñado por Francisco Javier Sánchez de los Reyes en 2020, cuyos bocetos se pueden ver en la exposición.
Este proyecto se explica en un texto bajo el epígrafe "La reforma del paso procesional: el nuevo templete para la Virgen".
"Ante la próxima conmemoración del L aniversario de la Coronación Canónica, y con el propósito de mejorar la estética del paso procesional de la Virgen de Valme, estrenado en 1990, el prestigioso artista sevillano Francisco Javier Sánchez de los Reyes ha realizado el proyecto para su reforma, que consiste básicamente en adaptar los actuales elementos a fin de configurar un templete de estilo gótico, más acorde a las características de la imagen.
Buscando resolver la problemática observada, este proyecto trata de enmarcar de forma armónica y proporcionada a la Señora en el conjunto del paso, con un efecto más cercano al boceto original. Se mantiene su impronta medieval y se aprovechan todos los elementos de orfebrería existentes (labrados en plata de ley), modificando otros, añadiendo algunos nuevos y reordenando el conjunto, para que la Protectora de Dos Hermanas destaque por encima de todo y tenga el mayor realce posible.
El proyecto contempla el cambio de tipología del elemento que cubre la imagen de la Virgen: de una tumbilla se pasa a un templete aéreo; es decir, abierto y estilizado, con un 'cupulín' señalado tan sólo por nervaduras o costillas que marquen sus ejes. Los varales se acortan levemente, con la finalidad de no subir la altura en exceso. Para ello, se contempla la sustitución de sus basamentos por otros de menor tamaño; los actuales serán aprovechados en los candelabros de guardabrisas, que se han planteado en las esquinas para dotar al conjunto de una mejor iluminación.
Los trabajos de orfebrería han sido encomendados al taller de Juan Lozano Pérez, de Dos Hermanas, y los de bordado a José Luis Sánchez Expósito (Bordados Santa Clara). Está previsto que la reforma del paso, con los nuevos respiraderos, faldones y baldaquino, se estrene el próximo 24 de junio de 2023".
Como adelanto de la reforma, en la exposición se pueden ver un varal, las peanas, el respiradero y el faldón delantero.
Continuamos con una toquilla del siglo XX, perteneciente a Virtudes Muñoz López. Su hijo, Tomás Moreno Muñoz, que era entonces hermano mayor, la utilizó para cubrir a la Virgen cuando fue rescatada de la Parroquia de Santa María Magdalena en el incendio intencionado en la madrugada del 19 de julio de 1936.
Al lado está el manto conocido como el de tisú de plata, de alrededor de 1930, que es el que la Virgen llevaba puesto aquella fatídica noche.
Seguimos con el templete de la Virgen de Valme de plata de ley y marfil que va en el paso de la Virgen de la Esperanza, de la Hermandad del Cautivo. Es obra de 2002 de Manuel de los Ríos en la orfebrería y Salvador Madroñal en la talla.
Vemos una fotografía de hacia 1940 coloreada sobre un original en blanco y negro, propiedad de un particular.
El palio de la Virgen de los Dolores, de la Hermandad de la Oración en el Huerto de Dos Hermanas, tiene en la delantera una talla de la Virgen de Valme de madera tallada, estofada y policromada, obra de Manuel Pineda Calderón (1959).
Vemos ahora el pergamino de la concesión a la Virgen de Valme de la Medalla de Oro de la Ciudad de Dos Hermanas, de 1995.
La carreta del simpecado de la Hermandad del Rocío de Dos Hermanas cuenta con una miniatura de plata y marfil de la Virgen de Valme, realizada por Orfebrería Villarreal en 1989.
Del paso de la Amargura de Dos Hermanas vemos una cartela de 1986, de Antonio Martín en la talla y Manuel Carmona en la escultura, donde aparece representada la Virgen de Valme.
Y llegamos al final de esta sala con una antigua foto enmarcada de la Virgen de Valme.
La exposición se completa con la visita al zaguán del edificio de la Fundación Cajasol. Allí vemos la que fue la carreta de la Virgen de Valme en la romería del año pasado; los frontiles de los bueyes, obra de plata de ley (1960), y los fajines y collares para enjaezar los bueyes, bordados en oro sobre terciopelo (1963).
Y por último, vemos la rueda de carreta que obtuvo el segundo premio en la romería de Valme de 2022...
... y la que obtuvo el primer premio también en la última romería.
La Hermandad de Nuestra Señora de Valme de Dos Hermanas vive un Año Jubilar y la ciudad de Sevilla no va a ser ajena, como no fue nunca ajena a la historia, a la trayectoria y a la devoción por dicha imagen. Esta exposición es el primer ejemplo de ello y, como queda dicho, el segundo llegará en noviembre con la salida de la Virgen en Sevilla. Son unas citas muy importantes como las que merece una celebración como ésta, relacionada con una antiquísima devoción mariana de esta tierra.
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