El pasado domingo, cuarto de la Cuaresma, tuvo lugar en la Basílica del Carmen de Jerez el besapié al Santísimo Cristo de la Lanzada y el besamanos a María Santísima de Gracia y Esperanza. El crucificado fue situado en el presbiterio bajo del templo, tumbado y con telas de tonalidad rosa ocultando las estructuras que sostenían los brazos y la base de la cruz.
La imagen portaba su corona de espinas y las potencias de salida, y a su lado había dos jarras con rosas de color rosa con estátice morado. Las jarras estaban elevadas sobre sendas columnas de madera dorada con capitel corintio y fuste salomónico. Y junto al Cristo había también dos altos blandones de plata con cirios color tiniebla, mientras que otros dos estaban delante de todo el montaje. Finalmente, en la base de la cruz se colocaron más rosas con estátice.
Por su parte, la Virgen de Gracia y Esperanza estaba en la capilla de la hermandad, sobre una peana de madera dorada y vestida con el manto estrenado el año pasado, bordado por Alberto Florido Vela con diseño de Agustín Pina Calle. Asimismo, tenía una saya de terciopelo burdeos y un pecherín blanco de tisú, ambos bordados en oro. Sobre el pecherín tenía un puñal plateado con cabezas de ángeles doradas y algunas piedras azules.
La dolorosa que acompaña al crucificado en su paso tenía puesta su corona procesional, en tanto que con la mano izquierda sujetaba un pañuelo y un rosario, y la derecha la tenía extendida para recibir los besos de los devotos.
Junto a la Virgen de Gracia y Esperanza se dispusieron unos pequeños candelabros plateados con cinco velas blancas cada uno, dos faroles del paso de misterio y cuatro jarras con diversas especies florales de color blanco. Al fondo, se ubicó un dosel de damasco rojo con un resplandor en el centro que tenía la cabeza de un ángel. Y en los laterales del dosel estaban los faroles que acompañan a la cruz de guía de esta cofradía del Jueves Santo.
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