La Virgen del Carmen del Convento del Buen Suceso ha vuelto a bajar de su camarín en el retablo mayor del templo con motivo de la celebración de los cultos en su honor. Eliminado el tradicional besamanos que hasta 2019 se celebraba, la Virgen simplemente se situó en el presbiterio bajo para acercarse a sus devotos.
Al parecer, el virus que llegó desde China hace ya cuatro años sigue utilizándose como excusa por algunas corporaciones para mantener a los fieles cerca, pero lejos (o lejos, pero cerca) de sus devociones. Sea como sea, entre los días 7 y 15 de julio tuvo lugar la novena en honor a la Virgen del Carmen del Buen Suceso, mientras que ayer fue la función solemne con la que se cerraron estos cultos.
Vestida con sus habituales manto blanco, saya y escapulario marrones, y toca de sobremanto de malla, la Virgen del Carmen estaba elevada sobre una peana de plata, lucía su característica corona y sujetaba con la mano derecha un cetro y unos escapularios. El Niño, por su parte, vestido de blanco, tenía unas pequeñas potencias, en la mano izquierda llevaba unos pequeños escapularios y con la derecha tocaba una cruz que colgaba sobre el pecherín de la Virgen. Además, no faltaba la media luna a sus pies.
Una alfombra delimitaba el espacio que ocupaba la Virgen del Carmen, y en sus esquinas delanteras se colocaron unos pequeños candelabros de tres guardabrisas cada uno, y en las traseras altos blandones dorados con cirios blancos de gas. En cuanto a la decoración floral, se repartía entre dos jarras junto a la Virgen, un gran centro a sus pies y un ancho friso. Contaba con lisiantum, rosas, margaritas y algunos nardos.
Detrás, el camarín estaba presidido por el simpecado entre seis candeleros con cera blanca y dos faroles. Finalmente, en los laterales se colocaron dos banderas y otros dos faroles, mientras que sobre la mesa del altar se dispusieron otros seis candeleros con seis cirios de pequeño tamaño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario