La Hermandad de la Vera-Cruz celebró el pasado domingo el tradicional rosario matinal con la imagen de María Santísima de las Tristezas, aunque la lluvia que caía obligó a modificar ligeramente los planes iniciales. Así, el rezo de los distintos misterios se llevó a cabo en el interior de la Capilla del Dulce Nombre de Jesús y no durante el recorrido hacia el Convento de Santa Rosalía.
El inicio del rosario y del traslado estaba fijado para las nueve menos cuarto de la mañana, pero poco antes llovía incluso con cierta intensidad. Duró poco, pero después hubo algunas ligeras lloviznas intermitentes que llevaron a la hermandad a empezar con el rosario rezando el primer misterio en el interior de la capilla.
La Virgen de las Tristezas estaba sobre sus andas, vestida con un conjunto de manto y saya de terciopelo azul; el manto liso y la saya bordada en oro. Sobre la cabeza tenía la corona procesional de plata labrada por Joaquín Ossorio en 2016, mientras que en el pecherín contaba con un puñal. Por otro lado, en la mano izquierda sujetaba un pañuelo y en la derecha un rosario.
Delante de su retablo, ocupado por una talla del Niño Jesús, asistió la dolorosa de Antonio Illanes a este primer misterio. Y aunque la cruz alzada que abría el cortejo se situó en la puerta y se repartieron cirios verdes entre los hermanos, finalmente se optó por el rezo del resto de los misterios también dentro del templo.
La lluvia había cesado, por lo que, debido a la cercanía entre la capilla y el Convento de Santa Rosalía, se decidió realizar el traslado con rapidez. Por ello, tras las letanías y las oraciones finales, que se rezaron con el cortejo ya en camino, salió la cofradía con celeridad. Iban en el cortejo dos tramos de hermanos con cirios separados por el estandarte corporativo. Y en la presidencia, se pudo ver al párroco de San Vicente, Carlos Coloma, y al presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Francisco Vélez, acompañando al hermano mayor de la Vera-Cruz, José María Tortajada.
La Virgen de las Tristezas abandonó la capilla y salió a la calle Jesús de la Vera-Cruz para enseguida tomar la calle Baños, sorteando un pivote situado a la entrada de uno de sus tramos peatonales. Hacia la mitad de dicho tramo volvió a llover, aunque los toldos colocados para reducir el calor de los meses de verano hicieron aquí una buena labor de paraguas que incluso permitió una única parada de las andas para hacer un relevo de los hermanos encargados de portarlas.
Tras el relevo, las andas, adornadas con rosas blancas y con dos de los faroles que iban hace años en el paso del Cristo de la Vera-Cruz, continuaron su camino saliendo a la plaza de la Gavidia y a la calle Cardenal Spínola, alcanzando pronto el Convento de Santa Rosalía. La Virgen entró en el templo del cenobio mirando hacia el interior y luego se detuvo nada más estar bajo techo.
A continuación, la Virgen de las Tristezas se encaminó por el centro de la única nave del templo hasta el presbiterio y, tras ser dada la vuelta, fue colocada en la parte alta, en el lado derecho del retablo mayor.
Con algo de retraso sobre el horario previsto, pudo comenzar la celebración de la misa, tras la que se produciría el traslado de regreso a la Capilla del Dulce Nombre de Jesús por el mismo itinerario, pero a la inversa, y teniendo también que esquivar esa lluvia intermitente que hubo en las primeras horas de la mañana de este tercer domingo de septiembre.
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