La Hermandad de San Roque ha abierto este sábado el besamanos a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, que se extenderá hasta el miércoles y que mantiene a la dolorosa en el presbiterio alto de la parroquia, elevada sobre una sencilla peana de madera dorada.
La dolorosa se encuentra vestida con su manto procesional, bordado en oro sobre terciopelo verde por Esperanza Elena Caro en 1965, y con la saya blanca de tisú y la toca de sobremanto de malla, ambas de las Hermanas Martín Cruz de 1960. Por otro lado, tiene una cotilla y un fajín rojo con borlones dorados, y en la cabeza lleva puesta la corona de salida, de Emilio García Armenta (1947), restaurada y enriquecida por Orfebrería Ramos y Miguel Ángel Cerezo el año pasado.
En el pecherín tiene el escudo de la hermandad y la Medalla de la Ciudad, mientras que en la cintura hay un alfiler con su doble advocación en letras doradas. Además, se pueden ver otros broches y medallas en el fajín. En cuanto a las manos, a los devotos les ofrece la derecha, y con la izquierda sujeta un rosario.
Flanqueando a la Virgen de Gracia y Esperanza vemos dos jarras de su paso de palio con varias flores blancas y dos parejas de blandones que escoltan los candelabros de entrevarales también del palio. Tanto las jarras como estos candelabros están colocados sobre sendos pies de planta cuadrada de terciopelo rojo con apliques de madera dorada.
Al fondo, un cortinaje de damasco rojo oculta el retablo mayor de la parroquia y ante él está el dosel de la hermandad con el techo de palio en el centro y a cada lado una columna dorada con una jarra igualmente del paso de palio. Delante del dosel hay una mesa con un paño blanco en el que pone "Gracia y Esperanza", y sobre la mesa hay diez candeleros y dos guardabrisas, además de otras dos jarras. Finalmente, en los laterales hay cuatro blandones más, que como los anteriores son de madera dorada.
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