La Hermandad de las Siete Palabras celebró entre el viernes, día de la Inmaculada Concepción, y ayer el besamanos a Nuestra Señora de la Cabeza, que fue ubicada para ello en el altar mayor de la Parroquia de San Vicente, elevada sobre su peana procesional.
La dolorosa ofrecía su mano derecha mientras sostenía un rosario con la izquierda. Para este culto, fue vestida con el manto procesional de terciopelo burdeos con bordados en oro de Manuel María Ariza (1864), originariamente de la Virgen del Rosario, que también lo usa en su salida procesional, con la saya azul realizada por Carrasquilla (1972) y con la toca de sobremanto bordada sobre malla del mismo bordador.
Además, llevaba puesta la corona de salida, obra de plata sobredorada del taller de Villarreal (1972), mientras que en el pecherín tenía un puñal, un broche con el escudo de la hermandad y una cruz pectoral. Igualmente, llevaba una cotilla de malla y un fajín rojo con borlones del mismo color.
Flanqueaban a la Virgen de la Cabeza seis blandones dorados con cera blanca, tres a cada lado, que abrazaban desde atrás dos jarras ubicadas sobre columnas doradas de fuste acanalado. En las jarras había claveles blancos salpicados de pequeñas florecillas azules.
Detrás, iluminaban el retablo mayor diversos candeleros del paso de palio dejando libre la zona central. En el camarín de la imagen de San Vicente que preside el templo había una pintura al óleo sobre lienzo de la Inmaculada Concepción, realizada a finales del siglo XVII o principios del XVIII.
En la zona inferior del retablo veíamos más jarras con las mismas flores ya mencionadas, y en los laterales, sobre sendas mesas de madera dorada, se dispusieron dos candelabros de plata con tres velas blancas cada uno.
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