La Hermandad del Silencio celebró los pasados viernes y sábado el besamanos anual a María Santísima de la Concepción, que fue ubicada en el presbiterio de la Iglesia de San Antonio Abad, sobre una peana plateada y vestida con el manto azul y la saya color jacinto, piezas ambas bordadas en oro por el Taller de Santa Bárbara.
En la cabeza tenía la corona de salida, y entre el pecherín y el vientre varios broches; uno de ellos con el escudo de la hermandad. En la mano derecha sujetaba un pañuelo y un rosario, y era la izquierda la que daba a besar a los devotos.
Flanqueando a la dolorosa de Sebastián Santos veíamos los cuatro faroles de las esquinas del paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno, dos candelabros de plata con velas blancas y cuatro jarras con diversas especies florales también blancas. Salvo dos de los faroles, el resto de los enseres estaban elevados sobre sendos pies de base cuadrada de damasco celeste.
Detrás, ante el retablo mayor del templo había un dosel en la parte superior cobijando el simpecado de la cofradía con un grandísimo número de candeleros ante sí colocados en cascada. En la parte inferior se dispusieron seis jarras del paso de palio con las mismas flores antes mencionadas, así como dos jarritas junto al sagrario.
Finalmente, en los extremos del montaje, al lado de dos jarras plateadas sobre columnas celestes con capitel corintio, estaban el cirio votivo y la espada, elementos característicos de la cofradía que abre la Madrugá en la carrera oficial.
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