El pasado sábado la Hermandad de la Soledad de San Buenaventura celebró el besapié al Santísimo Cristo de la Salvación, por lo que pudimos verlo en la cabecera de la nave de la Epístola del templo conventual, en posición vertical y con una tela de damasco negro con un cordón dorado en la base de la cruz.
Flanqueaban al crucificado de Manuel Cerquera dos jarras del paso de la Soledad con lirios morados y claveles rojos, elevadas sobre pies cubiertos de terciopelo oscuro, así como dos faroles de plata sobre pies de base cuadrada de madera dorada y policromada.
Más atrás se veían otros dos faroles y al fondo, ante el retablo presidido por la Virgen de Guadalupe, se ubicaron diez candeleros con cera morada, cinco a cada lado del sagrario, y otras dos jarras del paso de Nuestra Señora de la Soledad con las mismas flores ya mencionadas. Además, el banco del retablo estaba cubierto con un faldón de damasco negro, como también la pared derecha y el espacio entre las columnas de la izquierda que da acceso al presbiterio.
Por último, hay que mencionar que el suelo estaba cubierto con una moqueta roja y alrededor del crucificado se podía ver una alfombra. En cuanto al estandarte corporativo, fue situado en el lado izquierdo antes del acceso al espacio que ocupaba el besapié.
Esa misma noche, a las nueve, salió a las calles el Cristo de la Salvación para el rezo del vía crucis, colocado ya sobre unas andas y portado por hermanos de la corporación. La imagen fue llevada por las calles Carlos Cañal y Méndez Núñez a la Plaza Nueva, y desde ahí recorrió algunas calles del barrio del Arenal antes de regresar al Convento de San Buenaventura unas dos horas más tarde.
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