Hoy, Miércoles de Ceniza, ha comenzado en la Capilla de los Marineros el besamanos al Santísimo Cristo de las Tres Caídas, culto que se prolongará hasta el próximo domingo. Para esta ocasión, el Nazareno caído de la calle Pureza se presenta a los devotos sobre la peana habitual de los besamanos y sobre otra más fina encima de la primera.
Viste el Señor la túnica granate de terciopelo bordada en oro por José Ramón Paleteiro en 1993, donada en su momento por el grupo joven de la hermandad. Por otro lado, cuenta con las potencias de salida, realizadas en oro por Villarreal en 1987, y con una cruz recortada sobre su hombro izquierdo.
Flanquean al Cristo de las Tres Caídas seis altos blandones de plata con cirios blancos, tres a cada lado, y entre ellos hay cuatro jarras del paso de palio con diversas flores de tonalidad roja sobre sendos estípites de madera dorada.
Detrás se sitúa Nuestra Señora de la Esperanza vestida ya de hebrea sobre su peana de salida entre candeleros con cirios también blancos y varias jarras con variadas especies florales de color rosa. Y a sus pies, dos guardabrisas y tres sacras. Finalmente, del techo cuelgan cinco lámparas de cristal de tipo araña que se suman a las dos de diferente forma que hay en las paredes de las pechinas del presbiterio.
Llama la atención la cantidad de incienso que sale de los dos incensarios colocados justo al lado del Señor, que queda así envuelto por una exagerada cortina de humo que sorprende a quienes se acercan a la capilla y que incluso se cuela en la tienda de recuerdos. Hasta en los más pequeños detalles sería aconsejable tener un poco de sentido de la medida...
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