El Santísimo Cristo de las Cinco Llagas salió a las calles ayer, Miércoles de Ceniza, en su tradicional vía crucis que le lleva cada año a pasar por varios conventos y templos intramuros de la ciudad en un recorrido de unas tres horas de duración.
Cerca de las ocho de la tarde comenzó este vía crucis con el rezo de la primera estación en la Basílica de María Auxiliadora, momentos antes de iniciar su camino. La cruz de guía abría un cortejo formado por varias parejas de hermanos con cirios rojos, tras los que iba el cuerpo de acólitos con seis ciriales.
Juanma Martín Núñez se encargó de guiar unas andas que se estrenaron hace justo hoy ocho años, en el Vía Crucis de las Cofradías que el Cristo de las Cinco Llagas presidió en la Catedral (ver). En la base de la cruz había lirios morados y en las esquinas cuatro guardabrisones con codales rojos.
Antes de salir a la Ronda se rezó la segunda estación junto al colegio salesiano y posteriormente buscó la Puerta del Sol para tomar la calle Madre Isabel de la Trinidad y el inicio de Santa Lucía. Las estaciones tercera y cuarta se rezaron respectivamente ante el colegio del Beaterio de la Santísima Trinidad y ante la casa natal de Santa Ángela de la Cruz, situada justo enfrente.
La Escolanía Salesiana María Auxiliadora acompañó al Cristo de las Cinco Llagas en este vía crucis, cuya quinta estación tuvo como escenario la placita situada frente a la que fuera Parroquia de Santa Lucía, hoy desacralizada, que fue sede de la propia Hermandad de la Trinidad a causa de la invasión francesa y la ocupación del entonces convento trinitario.
A continuación, el crucificado de Luis Álvarez Duarte siguió hasta la esquina de la calle Enladrillada, en la plaza del Pelícano, donde los hermanos que lo portaban dejaron su sitio a un grupo de costaleros del paso del Sagrado Decreto, tomando los mandos uno de sus capataces.
Así, sin detenerse hasta la confluencia con Santa Paula, el Cristo de las Cinco Llagas discurrió por esta calle, con algún tramo bastante estrecho. Cuando se paró, volvió Juanma Martín a hacerse cargo de las andas tras un nuevo relevo.
Por Santa Paula, el Cristo de las Cinco Llagas se dirigió al Convento de las Siervas de Jesús, llegando a entrar el cortejo al completo al patio interior para que fueran las religiosas las que dieran lectura a la sexta estación del vía crucis.
Poco después, el Cristo accedió también al cercano Convento de Santa Paula para la séptima estación, como más adelante haría en el de Santa Isabel para la octava, aunque en este caso accedió por la puerta que da a la calle Vergara y no por la principal del templo conventual.
Y desde Vergara, pasando otra vez por la plaza de Santa Isabel, el Cristo de las Cinco Llagas buscó la calle Siete Dolores de Nuestra Señora para encontrarse con la Hermandad de los Servitas, la que cada Sábado Santo precede a la Trinidad en la carrera oficial.
El Cristo de las Cinco Llagas entró en la Capilla de los Dolores y se detuvo frente al conjunto escultórico del Santísimo Cristo de la Providencia y Nuestra Señora de los Dolores, la cual se encontraba ya vestida de hebrea. Ante ellos se rezó la novena estación del vía crucis antes de que la cofradía trinitaria continuara su recorrido hacia la calle Socorro.
A partir de este punto, el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas alcanzó por Socorro la plaza de San Román, y luego tomó la calle Sol para salir nuevamente a Madre Isabel de la Trinidad y a la Ronda, y realizar su entrada de regreso a la Basílica de María Auxiliadora. Cuando este crucificado vuelva a salir a las calles, la próxima Semana Santa estará a punto de finalizar.
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