La Hermandad de la Vera-Cruz celebró el pasado domingo su rosario matinal con la imagen de María Santísima de las Tristezas llevada en andas desde la Capilla del Dulce Nombre de Jesús hasta el Convento de Santa Rosalía.
Los cinco misterios gloriosos se fueron rezando a lo largo del breve itinerario empezando en el interior de la capilla y recorriendo un breve tramo de Jesús de la Vera-Cruz, Baños y Cardenal Spínola. Esto implicó que la Virgen pasara por vez primera junto a la calle que recientemente estrenó rotulación con su nombre (ver), donde ya ha sido instalado un retablo cerámico de la propia imagen.
Una vez en Santa Rosalía, se celebró la Eucaristía junto a las religiosas capuchinas. A su término, se procedió a realizar el camino de vuelta a la capilla pasando por las mismas calles que a la ida, pero en sentido inverso, con el mismo breve cortejo formado por cruz alzada entre ciriales, estandarte corporativo y coro.
Tras el cuerpo de acólitos salieron de Santa Rosalía las andas con la Virgen de las Tristezas, que vestía manto y saya de terciopelo azul, tocado de encaje y cordón dorado. Además, lucía la corona de plata en la cabeza, un puñal en el pecherín, un rosario en la mano derecha y un pañuelo en la izquierda.
Dos de los antiguos faroles del paso del Cristo de la Vera-Cruz iluminaban las andas, que estaban adornadas con variadas especies florales de color blanco.
La Virgen de las Tristezas salió a la calle Cardenal Spínola y pasó por una esquina de la plaza de la Gavidia donde la iluminó fuertemente el intenso sol de este domingo de verano. Después se paró justo en la confluencia de Baños con la calle María Santísima de las Tristezas, antigua Antolínez.
En este breve camino de vuelta a la capilla las andas sólo se detuvieron un par de veces más; una en la esquina de Baños con Jesús de la Vera-Cruz y otra poco antes de entrar en el templo.
Ya en su capilla, la Virgen fue llevada hasta la nave del Evangelio para quedar detenida delante de su retablo. Unas palabras del hermano mayor, José María Tortajada, de agradecimiento a los hermanos por su participación en el rosario, el canto de la Salve y el del himno "Toma tu cruz y sígueme" pusieron fin a este culto característico del mes de septiembre en la Vera-Cruz.
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