El pasado sábado, coincidiendo con el último día del triduo en su honor, tuvo lugar el besamanos a María Santísima de los Dolores, de la Hermandad de Torreblanca. Por este motivo, se situó en el presbiterio bajo de la Parroquia de San Antonio de Padua, elevada sobre una fina peana de plata en la que veíamos una media luna.
Para este besamanos y el resto de cultos, la Virgen de los Dolores se presentó a los devotos vestida con el manto azul bordado en oro por un grupo de hermanas, la saya burdeos de García y Poo, la toca de malla también bordada y el fajín hebraico compuesto de distintas piezas del siglo XVIII y estrenado en la estación de penitencia de hace dos años. Además, eran novedad los puños y el tul egipcio del tocado, que han sido donados por el grupo joven y algunos devotos.
Sobre la cabeza lucía su corona, labrada por Orfebrería Andaluza y restaurada recientemente, y en el pecherín tenía un puñal, un juego de pendientes, un broche y un alfiler con su advocación en letras doradas. Del fajín pendía la Medalla de la Ciudad otorgada por el Ayuntamiento a la hermandad en 2016, una medalla de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y otra de la Hermandad del Inmaculado Corazón de María de Torreblanca.
Por otro lado, con la mano izquierda sujetaba una cruz de San Damián y en la derecha dos rosarios, uno de nácar y plata, y otro nuevo con cuentas de cristal azul proveniente de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma.
Junto a la dolorosa veíamos dos parejas de blandones dorados con cera blanca y dos pies de base cuadrada que sostenían sendas jarras con diversas flores como rosas blancas, rosas de pitiminí de color rosa, paniculata y nardos. A estas flores se unían otras colocadas en los escalones del presbiterio y algunas ofrendas, como los claveles blancos con frases de alabanza a la Virgen que se iban depositando a sus pies.
Detrás permanecía montado el altar del triduo, con un dosel de terciopelo rojo con galones dorados y crestería de madera policromada ante un cortinaje de damasco rojo. Y delante, varios candeleros con cirios blancos y pequeñas jarras y centros con las mismas flores ya mencionadas. Finalmente, hay que señalar la presencia del estandarte corporativo en el extremo izquierdo del presbiterio, mientras que el Señor Cautivo se encontraba a la derecha, ante San Antonio.
































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