La Hermandad de San Esteban celebra este fin de semana el besamanos a María Santísima Madre de los Desamparados, que se presenta a los devotos bajo su palio y ante la capilla sacramental de la Iglesia de San Esteban, cuya reja de acceso está tapada con una tela de damasco rojo.
La Virgen de los Desamparados se encuentra elevada sobre su peana procesional y vestida con su manto de salida, bordado sobre terciopelo azul por el taller de la propia hermandad en 2014, y con la saya burdeos de Padilla, de 1963, enriquecida por Carrasquilla en 1977 y restaurada por Grande de León el año pasado. Además, tiene la toca de sobremanto que Carrasquilla confeccionó en 1983 y que este año ha restaurado Joaquín Salcedo.
Por otro lado, la dolorosa de San Esteban lleva la corona procesional y en el pecherín tiene un puñal, una cruz pectoral y varios broches, entre ellos uno con el escudo de la hermandad. En la mano izquierda sujeta un rosario y un pañuelo, mientras que es la derecha la que da a besar.
Entre los varales del palio hay varias jarras también de su paso con diferentes flores de color blanco, como calas, rosas de pitiminí o paniculata, además de dos candeleros con velas rizadas y dos faroles entre las dos últimas parejas de varales de uno y otro lado.
Junto al palio hay dos mesas de madera dorada que sostienen cada una un candelabro plateado con ocho velas blancas y dos pequeñas jarritas con calas blancas. Y detrás de cada mesa, vemos un farol plateado de mano.
Por último, en los extremos del altar del besamanos, ante dos de las columnas de la iglesia, vemos la bandera de la Virgen en el lado izquierdo y el estandarte corporativo en el derecho. Ambas insignias están en medio de sendas parejas de ciriales.
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