miércoles, 28 de noviembre de 2018
SEVILLA RECUPERA LA IGLESIA DE SANTA CATALINA CATORCE AÑOS DESPUÉS
El pasado domingo Sevilla vio de nuevo abierta al culto la Iglesia de Santa Catalina, Monumento Nacional desde 1912, después de más de catorce años desde que su mal estado obligara a su clausura. Coincidiendo con la festividad de la santa titular de este templo mudéjar, las puertas se abrieron y desde entonces han sido muchísimos los sevillanos que se han reencontrado con una parte importante de su historia patrimonial.
Fue el 4 de junio de 2004 cuando, por decreto del Arzobispado, se cerró la Iglesia de Santa Catalina, que venía arrastrando diferentes problemas de conservación motivados principalmente por las filtraciones de agua a través de sus maltrechas cubiertas, lo que llegó a afectar a los cimientos y ponía en riesgo la propia estabilidad del templo.
El cierre de Santa Catalina casi coincidió en el tiempo con la reapertura de San Román, que había estado cerrada desde mediados de los años noventa y que conforma una misma parroquia con Santa Catalina. Por ello, ésa ha sido durante estos años la casa provisional de las tres hermandades que tienen su sede canónica en el templo ahora reabierto al culto.
Ha sido, además, una reapertura que no ha deparado desagradables sorpresas, como ha ocurrido en otros casos de iglesias reabiertas después de muchos años de cierre. La Iglesia de Santa Catalina que han encontrado quienes la conocieron antes de aquel 2004 no han podido ver notables diferencias. Incluso el templo, además de las labores de limpieza, sustitución del suelo y arreglo de cubiertas y pintura, ha recuperado el altar de la Virgen del Rosario, que antes del cierre llevaba muchos años sin uso por su mal estado.
Para quienes aún no hayan tenido la oportunidad de conocer in situ este maravilloso templo recién restaurado, vamos a recorrerlo paso a paso, comenzando con una serie de imágenes generales del exterior e interior, entrando por la puerta ojival, la que originalmente perteneció a la hoy desacralizada Parroquia de Santa Lucía.
Vamos ahora a recorrer la iglesia desde los pies de la nave de la Epístola hasta los pies de la nave del Evangelio, deteniéndonos en sus diferentes altares. Así, nada más acceder al templo nos encontramos a la derecha con el altar de la Hermandad de Santa Lucía, una obra de madera dorada de estilo neoclásico con una hornacina central en la que recibe culto la santa titular de la cofradía letífica. El resto del altar lo componen tres tablas pintadas. Además, a cada lado del retablo hay otras dos pinturas. A la derecha, sobre una pequeña puerta, hay un cuadro con un crucificado; y a la izquierda, entre el altar de Santa Lucía y la puerta lateral del templo que da a la calle Juan de Mesa, hay una gran pintura de temática sacramental.
Al otro lado de la puerta lateral de la iglesia está la capilla de la Hermandad de la Exaltación, que se encuentra adosada a la característica torre del templo. Esta capilla se construyó en el siglo XV, al mismo tiempo que tuvo lugar la reconstrucción del templo debida al terremoto de 1356. Y es que los orígenes de Santa Catalina se remontan a la misma Reconquista de Sevilla por parte de San Fernando, cuando la mezquita que había en este lugar se transforma en templo cristiano, lo que era antes de la invasión musulmana; y antes incluso parece que fue templo romano.
De la capilla de la Exaltación destaca su retablo, que alberga las imágenes del Cristo de la Exaltación, la Virgen de las Lágrimas y San Juan Evangelista, así como los cuatro ángeles mancebos de la Roldana que van en el paso de misterio. También es interesante la bóveda y la azulejería.
Seguimos avanzando y llegamos al retablo de Santa Ana, imagen que lleva en sus brazos a la Virgen Niña. Se encuentra junto al retablo que, en la cabecera de la nave, acoge a la Virgen del Carmen, que está entre las pequeñas tallas de San Judas Tadeo y San Juanito. En el ático de este retablo se sitúa San Miguel y, bajo éste, el emblema de la Orden del Carmelo. Junto al retablo de la Virgen del Carmen se conserva la pila bautismal del templo.
Llegamos al presbiterio, donde encontramos el retablo mayor del templo, obra de Diego López Bueno del siglo XVII, presidido por una imagen de Santa Catalina del siglo XVIII. A su alrededor hay tallas de San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Pedro y San Pablo, así como tablas pintadas con escenas de la vida de la santa titular, a excepción de la ubicada en la parte más alta, donde está pintado un crucificado. A la izquierda del retablo hay una pintura de San José y el Niño, y a la derecha una talla de la Inmaculada.
Por otra parte, a la altura del arco toral y a un lado y a otro del presbiterio se encuentran el púlpito, junto a la capilla sacramental, y la cruz parroquial, junto a la de la Asunción.
El presbiterio comunica con dos capillas, siendo la de la izquierda, la situada en la cabecera de la nave del Evangelio, la Sacramental, construida ya en el siglo XVIII, obra de Leonardo de Figueroa. Estamos ante un espacio barroco de grandísimo interés, donde se combina el trabajo de talla, las yeserías, la pintura y la imaginería en toda la superficie tanto de las paredes como del techo.
El retablo principal de esta capilla es de Benito Hita del Castillo y de Felipe Fernández, y está presidido por una talla de la Inmaculada Concepción. Por su parte, el retablo del lado izquierdo, obra también de Felipe Fernández, está presidido por una tabla pintada de Pedro de Campaña conocida como el Cristo del Perdón, de 1546. La capilla cuenta con dos rejas: una comunica con el altar mayor y la otra con la nave del Evangelio.
Seguimos por la nave del Evangelio, donde se sitúa la puerta de salida de los pasos de las tres cofradías del templo, puerta que mira hacia la Plaza de los Terceros. A la derecha hay un retablo pictórico con una imagen de la Virgen, mientras que a la izquierda está la capilla de la Virgen del Rosario. Esta última era la primitiva capilla sacramental, dado que la Virgen del Rosario estaba ante la actual. Esta imagen de la Hermandad del Carmen y Rosario de Santa Catalina preside un retablo de madera dorada del siglo XVII que ha sido recuperado gracias a la restauración integral del templo. Junto a él vemos unas tallas de San Francisco de Paula y de Santo Domingo de Guzmán, titular también de la hermandad. Asimismo, se encuentra también en el lado derecho el simpecado.
Finalmente, a los pies de la nave del Evangelio vemos un retablo con una talla de la aparición de la Virgen María a San Francisco de Asís, y en el ático tiene una imagen de Santa Bárbara. Junto al retablo hay una pintura de San Cristóbal y otra del Bautismo de Cristo, pintada ésta por Francisco García de la Vega en 1689.
Sevilla ya tiene de nuevo abierta Santa Catalina. Ahora lo deseable es que, una vez pasados los días de celebración de su reapertura, este templo, auténtico superviviente a invasiones, revoluciones, odios y planes urbanísticos, se pueda disfrutar con un horario de apertura flexible. Catorce años después, Santa Catalina es ya un joya recuperada.
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