jueves, 23 de enero de 2020
ESPERANZA DE LA TRINIDAD. LA MIRADA ROMÁNTICA DE SEVILLA
La Hermandad de la Trinidad celebra en este 2020 los doscientos años de la talla de Nuestra Señora de la Esperanza, bellísima imagen de Juan de Astorga. Por este motivo, la corporación del Sábado Santo ha diseñado un programa de actos conmemorativos que se han iniciado con la exposición "Esperanza de la Trinidad. La mirada romántica de Sevilla", que desde el pasado viernes y hasta el 31 de enero puede visitarse en el Ayuntamiento.
La muestra se reparte entre tres espacios diferentes del Consistorio: los dos patios y la sala de la Logia. El Patio Norte marca el inicio de esta muestra, donde hay diferentes fotografías de gran tamaño de la Virgen de la Esperanza repartidas por los muros.
La exposición comienza estableciendo el contexto histórico tanto de Sevilla como de la Hermandad de la Trinidad en el siglo XIX. Así, en un panel leemos lo siguiente:
"El siglo XIX envolvió a Sevilla en una serie de desgraciados acontecimientos históricos como epidemias, la invasión francesa de 1810 o drásticos movimientos políticos que desembocaron en la desamortización eclesiástica de 1840 y la Junta Revolucionaria de 1868, hechos que conllevaron exclaustraciones e incautaciones de numerosos templos.
En la segunda mitad del siglo XIX la ciudad comienza a ver la luz y se produce una etapa de renovación facilitada por la influencia del Romanticismo, movimiento social y artístico que bebe de sentimientos como la libertad y el patriotismo, que canaliza en la idealización del amor y en la contraposición a los valores clásicos.
La presencia de los duques de Montpensier en Sevilla a partir de 1848 marcó un antes y un después. La ciudad se abre a nuevos espacios y en el ámbito de las cofradías se produce un hecho crucial, la modificación del modelo de carrera oficial creando el sistema de alquiler de sillas y palcos, algo que revirtió en un beneficio económico para las cofradías pudiendo éstas sobreponerse generando nuevas imágenes y enseres, lo que dio paso a una renovación estética de la Semana Santa.
Es aquí, dentro de este contexto histórico, donde aparece la Virgen de la Esperanza, dolorosa que reúne en su advocación una de las principales características de este movimiento artístico, su inconmensurable ternura que marcará de la mano de su autor, Juan de Astorga, un antes y un después en la escultura romántica, una síntesis entre tradición barroca, mesura clásica y espiritualidad romántica".
Se ilustra este panel con un cuadro llamado "Vista del Paseo de Cristina", un óleo sobre lienzo de autor anónimo realizado hacia 1850 y propiedad del Ayuntamiento de Sevilla. El Paseo de Cristina fue habilitado por el asistente Arjona, quien aparece representado en la obra.
A continuación, el contexto histórico se centra en la propia Hermandad de la Trinidad, de la que se indica esto:
"La recuperación de la vida cofradiera en la Hermandad de las Cinco Llagas en los primeros años del siglo XIX, sus salidas penitenciales, con un interesante cortejo y nutrido cuerpo de nazarenos, la recuperación de sus Reglas, la integración de los trinitarios en las labores cofradieras, se vio frustrada con la irrupción de las tropas napoleónicas en el Convento de las santas Justa y Rufina, y la utilización de la capilla como establo.
Esto provocó un doloroso exilio a la Parroquia de Santa Lucía durante ocho años y la pérdida de gran parte de su patrimonio, como los pasos y muchos enseres. Al finalizar la segunda década del siglo XIX, la hermandad impulsó su actividad e incrementó su patrimonio espiritual y artístico con un gran esfuerzo para sus hermanos. Así, desde un punto de vista histórico, la hermandad fue admitida bajo el patronato de la Sacramental de Santa Lucía, fueron aprobadas sus nuevas Reglas, el rey Fernando VII aceptó su nombramiento como hermano mayor perpetuo, utilizando desde entonces el título de Real y la corona y el toisón de oro en su escudo, y se unió corporativamente a distintas órdenes religiosas como los benedictinos, cistercienses, franciscanos, trapenses, hermanos de San Juan de Dios...
En estos años el Cardenal Cienfuegos fue recibido como hermano, el obispo de Jaca concedió días de indulgencia a quienes visitasen la capilla y se creó un fondo de difuntos, una iniciativa pionera de la hermandad y de extraordinaria modernidad social.
A nivel artístico, la hermandad culminó el retablo de Vázquez de Pina con dorado de Andrés Cortés que presidía la capilla y se realizaron nuevas andas procesionales. En este momento de resurgimiento, la hermandad encargó al escultor Juan de Astorga la nueva imagen de la Virgen de la Esperanza, que procesionaría a los pies del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas hasta 1924, año en que lo haría por primera vez bajo palio".
Bajo este segundo panel, se muestra una placa de grabado de José María Martín, de la primera mitad del siglo XIX. Se trata de una placa de metal donde se representa la iconografía primitiva del paso de la hermandad, con el Cristo de las Cinco Llagas entre la Virgen y San Juan, y con la Magdalena a sus pies recogiendo con un cáliz la sangre que brota de cada una de sus llagas.
Cerca de la placa vemos un grabado ya en papel, pero realizado por un francés llamado Becquet. De hecho, la identificación de las imágenes representadas aparece en francés.
A continuación, hay una convocatoria de cultos de 1818, cuando la Hermandad de la Trinidad se encontraba en la Parroquia de Santa Lucía.
También se muestra el Libro de Reglas de 1819, aprobadas por el Consejo de Castilla el 15 de diciembre de dicho año y que vino a sustituir a las primitivas de 1555.
El capítulo XII de dichas Reglas se puede ver a continuación. Es el referido al hermanamiento entre la Hermandad de la Trinidad y la Sacramental de Santa Lucía, lo que fue aprobado el 1 de mayo de 1819.
Continuamos con tres de las famosas litografías de M. Grima dedicadas a las hermandades de Sevilla entre 1885 y 1886. En este caso, se muestran las tres relativas a la Trinidad, con el paso del Sagrado Decreto, el del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas y la centuria romana que entonces formaba parte del cortejo de la cofradía.
Del siglo XIX es una relación de privilegios que el Papa Paulo V concedió a la Hermandad de la Trinidad en 1612.
La muestra sigue con una talla del Niño Jesús de finales del siglo XVIII atribuido a Juan Bautista Petroni.
Vemos ahora un manto de terciopelo negro bordado en oro a principios del siglo XIX por Eloísa Rivera y Emilia Salvador Ibarra. En fotografías antiguas puede verse a la Virgen de la Esperanza con este manto en el paso del Cristo de las Cinco Llagas.
Enfrente se sitúa una fotografía de la Virgen de la Esperanza. Fue captada por J. Ariza en 1929.
A su lado está el logotipo del bicentenario de la Virgen de la Esperanza, diseñado por May Perea el año pasado.
Llegamos al otro lado de este primer patio, donde se sitúa un panel dedicado a Juan de Astorga, autor de la Virgen de la Esperanza. En él se puede leer lo siguiente:
"Juan de Astorga fue, sin duda, el más relevante de los escultores que trabajaron en Sevilla durante la primera mitad del siglo XIX. Nació en Archidona (Málaga) el 22 de agosto de 1777, siendo el tercer hijo del matrimonio formado por el maestro alarife Francisco de Astorga Frías y de su segunda esposa, María Cubero. Tras cursar los primeros estudios en su localidad natal, debió de trasladarse a Sevilla entre 1789 y 1791. Se casó con la sevillana María Josefa Miranda el 8 de junio de 1801 en la Parroquia de Santa Catalina. En 1802 nacería el primero de sus hijos, Antonio. El segundo, Francisco, lo hizo en 1804, abrazando la carrera eclesiástica. Al año siguiente, en 1805, nació Gabriel, que sería escultor como su padre.
Astorga llegó a ocupar una posición eminente en la Real Escuela de las Tres Nobles Artes. En esta institución docente comenzó su aprendizaje artístico en 1793 y, a partir de 1810, en que fue nombrado profesor ayudante de escultura, emprendió una carrera ascendente que le llevaría a ocupar la dirección de dicha sección desde 1825 hasta su muerte en 1849. Tardíamente, entre 1818 y 1824, se matriculó en la especialidad de arquitectura, lo que le permitió diseñar y labrar retablos, andas procesionales, aparatos efímeros y mobiliario diverso, de estilo claramente neoclásico.
Si neoclásica fue su concepción del diseño arquitectónico, no sucedió lo mismo con respecto a su visión de la escultura, que bebe en la tradición del barroco dieciochesco, como no podía ser de otra manera habiendo tenido como maestros a Cristóbal Ramos y Blas Molner. En cualquier caso, tal herencia quedó atemperada por la formación clasicista recibida en el seno de la Real Escuela, que le hizo avanzar por la senda del academicismo ilustrado, advirtiéndose también en su obra influjos románticos. Aunque en su práctica escultórica cultivó diversos materiales, como el yeso, las telas encoladas, el barro y la madera, fue esta última la que acaparó la mayor parte de su fecunda producción, ampliamente extendida por las provincias de Sevilla, Huelva, Cádiz y la ciudad autónoma de Ceuta".
Blas Molner, como queda dicho en el texto anterior, fue uno de los maestros de Juan de Astorga. Y precisamente fue además el autor de la talla de San Juan Evangelista de la propia Hermandad de la Trinidad; o al menos se atribuye a Molner, quien la habría realizado en el último cuarto del siglo XVIII.
En cuanto a la autoría de Nuestra Señora de la Esperanza, no siempre estuvo claro que fuera obra de Juan de Astorga, tal y como puede leerse a continuación:
"Hasta que no se desveló su verdadera paternidad, la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza llegó a estar atribuida al escultor dieciochesco Pedro Duque Cornejo, probablemente por los rasgos juveniles que exhibe su agraciado rostro. Lo cierto es que Juan de Astorga la esculpió, como lo acredita la existencia de un recibo conservado en el archivo de la Hermandad de la Trinidad, de cuya lectura puede extraerse una sustancial información a propósito de las condiciones en que se encargó esta imagen.
En primer lugar, queda bien claro que la destinataria del encargo fue la Cofradía del Sagrado Decreto de la Santísima Trinidad. Podría dudarse sobre si Fray José Cabello -hermano, capellán de la hermandad y padre vicario del convento hispalense de la Trinidad Calzada- actuó como simple intermediario ante el escultor, pagándole con fondos de la hermandad, o si él mismo fue el patrocinador de la obra; nosotros nos inclinamos más bien por esta última hipótesis, pues en el correspondiente Libro de Clavería que guarda la corporación no queda rastro alguno de desembolso al artista.
Sí consta en la referida carta de pago que el 19 de junio de 1819 Fray José Cabello hizo una primera entrega de 400 reales de vellón a Juan de Astorga para que diera comienzo a la efigie 'de una Sa de los Dolores', cuyo coste total, incluyendo su policromía, se había pactado en 900 reales. El finiquito de dicha cantidad lo cobró el 9 de febrero de 1820. Por consiguiente, entre ambas fechas debe situarse la ejecución material de la Virgen de la Esperanza trinitaria.
La historiografía artística sevillana ha sido unánime en subrayar el peso específico de esta bellísima dolorosa en el contexto de la obra de Juan de Astorga, poniendo de manifiesto el influjo romántico que late en la configuración de su semblante, tan ensoñador y delicado. A nuestro juicio, estamos ante su dolorosa más carismática, habiendo ejercido, en lo que a esta iconografía se refiere, un poderoso influjo sobre algunos imagineros contemporáneos, hasta llegar a convertirse en un modelo repetidamente evocado o incluso imitado".
Juan de Astorga fue el responsable del retablo mayor de la desaparecida Parroquia de San Miguel. El remate de dicho retablo era una talla de la Inmaculada Concepción en alto relieve, realizada en madera de cedro policromada en la primera mitad del siglo XIX. Cuando en 1868 la Junta Revolucionaria suprimió y destruyó el templo, esta Inmaculada pasó a la Iglesia de San Juan de la Palma, donde hoy en día la conserva la Hermandad de la Amargura. Entre 1959 y 1960 fue adaptada a imagen de bulto redondo por Francisco Buiza.
Llegando casi al final de esta primera sala nos encontramos con una vitrina donde en primer lugar se muestra una pieza de seda bordada a canutillo y con apliques metálicos, realizada por un autor desconocido entre finales del siglo XIX y principios del XX.
A su lado, hay un documento de 1817, donde por primera vez se menciona en la Hermandad de la Trinidad a una dolorosa con el nombre de la Virgen de la Esperanza.
El documento que demostró la autoría de la Virgen de la Esperanza es el siguiente, el recibo de pago de la imagen, donde consta el coste de 900 reales pagados por la ejecución de la dolorosa. El promotor de la imagen, Fray José Cabello, pagó 400 reales al realizar el encargo a Juan de Astorga el 19 de junio de 1819, y los 500 restantes el 9 de febrero de 1820.
De principios del siglo XX es un ancla de metal y pedrería de autoría anónima que vemos a continuación y que la Virgen de la Esperanza ha llevado en numerosas ocasiones.
También se muestran unos acuerdos, una convocatoria de cabildos y una papeleta de sitio de los años 1826 y 1885, en los que se puede ver que a la Virgen se la llamaba María de la Esperanza y Madre de Dios de Esperanza, hasta que en el siglo XX se fijó como advocación Nuestra Señora de la Esperanza.
Cierra esta primera sala el lienzo original pintado al óleo por Fernando Vaquero como cartel del bicentenario de la Virgen de la Esperanza. Fue realizado el año pasado y representa a la dolorosa recién finalizada en el taller de Juan de Astorga, quien aparece tallando otra dolorosa y entre varias imágenes salidas de su gubia.
La sala de la Logia muestra un buen número de enseres. El primero es una saya azul bordada en oro por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en la primera mitad del siglo XX. En su origen era de color rojo y es la misma que llevaba la Virgen de la Esperanza en la foto de J. Ariza que veíamos antes.
A su lado, otra saya, como es la blanca de tisú con bordados en oro y sedas, también de Rodríguez Ojeda. Es la que la dolorosa llevaba puesta el 10 de junio de 2006 en su Coronación Canónica.
Con motivo del bicentenario de la Virgen de la Esperanza, el próximo mes de junio está previsto el estreno de un nuevo manto de camarín que está siendo bordado por Charo Bernardino. En la exposición puede verse el boceto del manto, de Francisco Javier Sánchez de los Reyes.
Seguimos con la saya de terciopelo burdeos, diseñada por Antonio Garduño Navas siguiendo el diseño del manto procesional, y bordada en oro y sedas por Esperanza Elena Caro.
Y una saya más, la estrenada hace dos años, bordada en oro y sedas sobre tisú de plata por Mariano Martín Santonja, según diseño de Jesús Guerrero.
A continuación, se encuentra la corona de oro de la Virgen de la Esperanza, que le fue impuesta en su Coronación Canónica, aunque fue realizada tres años antes. Es obra de los Hermanos Delgado y cuenta con un peso de cuatro kilos y 367 gramos de oro de 22 quilates.
Al lado de la corona se encuentra la diadema de plata sobredorada y marfil, realizada en 1945 por Manuel Seco Velasco, quien precisamente por esta obra recibió un premio de carácter nacional. Actualmente es utilizada por la Virgen de la Concepción en el paso de misterio, aunque la Esperanza la llevó en su traslado a la Catedral para la Coronación y durante el triduo preparatorio.
Vemos ahora el puñal de oro y esmaltes labrado por Orfebrería Triana en 1977, con el escudo de la hermandad en la empuñadura.
De finales del siglo XVIII es la corona de plata de autor anónimo que la Virgen de la Esperanza suele llevar cada mes de noviembre, vestida de luto.
Y a continuación, se expone otro puñal, labrado en plata de ley a mediados del siglo XIX.
Hasta finales del pasado siglo XX, en la entrecalle del paso de palio de la Esperanza iba un templete con una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción, realizado en la primera mitad del mismo siglo por Seco Imberg.
La Hermandad de la Trinidad está hermanada con la comunidad salesiana desde 1986, año desde el que San Juan Bosco es titular de la corporación. Al año siguiente, los salesianos regalaron a la hermandad una reliquia de dicho santo que desde 2008 está en un relicario de metal repujado labrado por Orfebrería Andaluza.
La Virgen de la Esperanza lleva a sus pies en el paso de palio una reliquia de la Casa de la Virgen de la ciudad italiana de Loreto. Fue donada a la hermandad el 18 de diciembre de 1997 por monseñor Giovanni Lanzafame, y el relicario es de plata repujada, obra de Manuel de los Ríos.
A continuación, se pueden ver tres piezas de la antigua candelería del paso de palio, adquirida al taller de Manuel Seco Velasco a mediados del siglo XX y sustituida por la actual en 1981.
También forma parte de la muestra un antiguo candelabro de metal plateado, obra como los candeleros del taller de Seco Velasco en la primera mitad del siglo XX.
Seguimos con el guión conmemorativo de la Coronación Canónica de la Esperanza trinitaria, bordado en oro y sedas sobre terciopelo verde por Artesanía Santa Bárbara con orfebrería de Manuel de los Ríos. Cuenta con una pintura de Fernando Aguado donde se representa a la Santísima Trinidad coronando a la Virgen.
Se ve ahora el antiguo llamador del paso de palio, obra de metal plateado labrado por Hijos de Juan Fernández en la primera mitad del siglo pasado.
Volvemos a Manuel Seco Velasco, autor del antiguo juego de jarras, del que vemos tres violeteras de mediados del siglo XX.
Ahora se muestran tres bocetos no materializados finalmente de candelabros de cola y jarras. El diseño se debe a Manuel Seco Velasco a mediados del siglo XX.
A su lado se observan las pinturas que sirvieron de portada del anuario de la Hermandad de la Trinidad correspondiente a los tres últimos años. Son obra de Antonio José Medina Vallecillo (2017), de Fernando Aguado (2018) y de May Perea (2019).
Muy curioso es lo que vemos a continuación. Se trata de unas placas fotográficas de principios del siglo XX, dos de ellas de la Virgen de la Esperanza y la otra del misterio de las Cinco Llagas, que constan de una lámina de vidrio sensible a la luz. Un cartel invita al visitante a iluminar estas placas con la linterna del móvil para ver el reflejo de la imagen en el espacio blanco de detrás.
Continuamos con diferentes juegos de encajes, pañuelos y puños del siglo XIX, y un fajín hebraico de tonalidades verdes.
También vemos un fajín de general de Intendencia de color rojo con un entorchado y flecos dorados del siglo XX. Suele llevarlo la Virgen de la Esperanza en su estación de penitencia y en algunos cultos.
Dos importantes distinciones fueron concedidas a la Virgen de la Esperanza y a la Hermandad de la Trinidad el año pasado. Por un lado, la Policía Local de Sevilla, de la que la Esperanza trinitaria es Patrona, distinguió a la dolorosa con la Cruz al mérito con distintivo blanco por su bicentenario. El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, se la entregó el pasado 18 de diciembre.
Por otro lado, el 24 de septiembre fue aprobada la concesión a la hermandad de la Medalla al mérito social penitenciario por parte de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias a instancias del Centro de Inserción Social Luis Jiménez de Asúa. De esta manera se reconoció la labor de la corporación en la Casa de Acogida Emaús-Esperanza de la Trinidad. También fue el 18 de diciembre cuando se le impuso la medalla a la dolorosa.
A su lado, se exponen diferentes piezas del ajuar de la Virgen de la Esperanza. En concreto, podemos ver un rosario de oro, marfil y topacios de Joyería El Toisón (2018); una placa de la Policía Local derivada del patronazgo sobre dicho cuerpo (2007); un broche en forma de flor con el anagrama de María de oro, perlas y piedras preciosas, de Joyería El Toisón (2017); un anillo de platino y brillantes de mediados del siglo XX; el broche de las Damas de Santa Teresa, Patrona del cuerpo de Intendencia del ejército español, labrado en oro de ley, plata y brillantes (siglo XX); la Gran Cruz al Mérito Militar que recibió el periodista Rafael Luis Díaz Cañas por su cobertura del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 y que donó a la Virgen de la Esperanza; y una cruz pectoral de azucenas de oro de ley y un topacio (2008).
Y se completa la sala de la Logia con diferentes enseres relativos a la Coronación Canónica de la Virgen de la Esperanza, que tuvo lugar en la Catedral el 10 de junio de 2006. Así, se muestra en primer lugar el expediente de solicitud de la Coronación presentado el 29 de junio de 2000 ante el entonces arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo.
Seguidamente vemos el decreto de aprobación de la Coronación Canónica, fechado el 24 de mayo, festividad de María Auxiliadora, de 2006, aunque desde el año anterior ya se sabía que la Coronación había sido concedida junto a las de la Virgen de la Palma del Buen Fin (2005) y la Virgen de la O (2007).
A su lado está la carta de aceptación del entonces príncipe Felipe de Borbón como presidente del Comité de Honor de la Coronación Canónica, fechada el 13 de enero de 2006 y redactada por el jefe de la Casa Real.
La Hermandad de la Trinidad realizó una medalla conmemorativa de la Coronación Canónica, diseñada por Joaquín López González en 2005. El cordón combina los colores verde (de la Esperanza) y rojo y azul (de la cruz trinitaria), y la propia medalla representa a la Virgen de la Esperanza coronada por la Santísima Trinidad.
También se expone una muestra de los diferentes regalos que diversas hermandades e instituciones hicieron a la Virgen de la Esperanza con motivo de su Coronación Canónica, entre las que hay que mencionar un rosario en oro de ley con cruz de jade, otro de cristal de roca y oro de ley, y una placa judicial conmemorativa del primer indulto a un preso promovido por la hermandad.
Otro regalo, en este caso del grupo joven de la propia cofradía, fue un ramillete de azahar de plata sobredorada y pedrería, obra de Orfebrería Andaluza con diseño de Miguel Ángel Alonso.
Después vemos el pergamino que acredita la concesión, por parte del Ayuntamiento de Sevilla, de la Medalla de la Ciudad por la Coronación Canónica, réplica de la medalla concedida en 1982 al conjunto de las hermandades sevillanas. Junto al pergamino, está el estuche donde iba guardada.
Por último, vemos la Medalla de Oro de Sevilla, esta vez la que el año pasado le concedió el Ayuntamiento a la Hermandad de la Trinidad en el acto anual de la festividad de San Fernando, Patrón de la ciudad. El Consistorio quiso reconocer así la trayectoria de la hermandad en el fomento de los valores humanos y su labor social en el proyecto Emaús-Esperanza de la Trinidad.
El último espacio expositivo lo encontramos en el Patio Sur del Ayuntamiento, donde está montado al completo el paso de palio de la Virgen de la Esperanza, incluyendo la candelería y el exorno floral, a excepción lógicamente de la propia dolorosa. Las caídas y el techo fueron bordados en oro por Sobrinos de Caro entre 1944 y 1945 sobre soporte de color blanco, y pasados posteriormente a terciopelo verde por Fernández y Enríquez. Los varales son de plata, realizados por Manuel Seco Velasco en 1960, mientras que las jarras, de plata de ley, son obra de los Hermanos Delgado de 2006.
También son de Sobrinos de Caro el manto, de terciopelo verde bordado en oro entre 1975 y 1977, y la toca, bordada en oro sobre malla en 1977. Ambas piezas están diseñadas por Antonio Garduño Navas. En cuanto a los faldones, fueron confeccionados entre 1990 y 1991 por Artesanía Santa Bárbara en terciopelo verde con bordados en oro y sedas.
Son especialmente destacados los respiraderos, realizados en plata de ley por Manuel Seco Velasco entre 1951 y 1958. Cuentan con un total de trece pequeñas imágenes marianas realizadas por Sebastián Santos Rojas. Son exactamente la Virgen de los Reyes, la Pura y Limpia del Postigo, la Asunción de Cantillana, la Virgen del Carmen del Salvador, la Reina de Todos los Santos, la Virgen de la Paz de Santa Cruz, La Virgen de la Salud de San Isidoro, la Divina Pastora de la Capilla de San José, la Virgen del Rosario de las Aguas, María Auxiliadora de la Trinidad, la Virgen de la Merced de la Capilla del Museo, la Virgen del Rocío y la Encarnación de los Terceros.
Por otra parte, el maniquí que ocupa el lugar de la dolorosa lleva una saya blanca bordada en oro y la corona con la que salía a las calles la Virgen de la Esperanza hasta el Sábado Santo de 2006, el último antes de su Coronación Canónica.
Con la contemplación del paso de palio, uno de los más hermosos de la Semana Santa, se cierra esta interesante exposición dedicada a una destacada dolorosa sevillana que lleva ya doscientos años recogiendo oraciones en la Ronda Histórica.
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