sábado, 1 de junio de 2024

CORPUS 2024: REENCUENTRO CON EL CORPUS CATEDRALICIO DOS AÑOS DESPUÉS


Todo lo que la lluvia nos quitó en 2023 en el día del Corpus Christi se nos ha devuelto este año, con la radiante (y calurosa) jornada en la que tantos recordaron aquel tópico de los jueves que relucen más que el sol. El tópico falló el año pasado y en este 2024 se ha reivindicado con fuerza.
Otro tópico es el de la excesiva duración de la procesión por el exagerado acompañamiento de hermanos que presentan algunas hermandades. Es lo que tiene que no haya llovido; que dos años después volvemos a los mismos comentarios y debates como si fueran nuevos. Lo cierto es que por poco no se alcanzaron las tres horas de reloj desde que desde la puerta de San Miguel salieron a la Avenida los niños carráncanos hasta que lo hizo la Custodia con el Santísimo. Que cada uno participe del debate con libertad y opine si esto es normal o deseable.
Cuando hablamos de exceso de hermanos nos referimos a las hermandades de penitencia fundamentalmente. Las de gloria, que son las que anteceden al primer paso de la procesión, llevan unas representaciones más modestas, hasta el punto de que todas ellas caben en este tramo inicial, que acaba con la Hermandad de los Sastres, la que se tiene como las más antigua.





La Hermandad de la Amargura se encargó como siempre de exornar y llevar el paso de Santa Ángela de la Cruz, que es titular de la corporación. La peana, las jarras, los candeleros, el llamador... Todo es de la Amargura, que colocó variadas especies blancas en el friso y en las jarras.
La imagen de José Antonio Navarro Arteaga, que lleva quince años formando parte de la procesión del Corpus de la Catedral, fue la primera en pasar ante los diferentes altares instalados, comenzando en la misma Avenida de la Constitución por el de la Hermandad del Baratillo, y la primera en discurrir bajo las portadas, que como se sabe reproducían este año la puerta interior de San Fernando que une la Catedral con la Parroquia del Sagrario, y la fachada de la Capilla del Baratillo.




































Detrás de Santa Ángela podíamos ver a las hermandades de penitencia, exceptuando las que son también sacramentales y aquéllas cuyos titulares lo son también de una basílica. La primera era Pasión y Muerte, que llevó al Corpus por primera vez su nuevo estandarte corporativo, bordado por José Librero y estrenado el pasado Viernes de Dolores (ver).


Ha sido precisamente ésta, la Hermandad de Pasión y Muerte, la encargada este año del segundo paso, el de las Santas Justa y Rufina. Cada año, por riguroso orden de salida en Semana Santa, lo hace una hermandad penitencial trianera debido a que las santas eran dos hermanas alfareras del barrio.
Por segunda vez, dado que salió así ya en 2022, hemos podido ver en la calle felizmente restaurado este paso que estaba en un estado bastante malo. Ahora luce en todo su esplendor para las santas atribuidas a Duque Cornejo y que abrazan una Giralda de madera simbolizando así su protección sobre la ciudad.
Una combinación floral de tonalidad rosa es la que adornaba el paso, que además contaba en las esquinas con cuatro de los seis nuevos candeleros que este año ha realizado Orfebrería San Juan para la Hermandad de Pasión y Muerte.




























También a Duque Cornejo se atribuyen las tallas de San Isidoro y San Leandro que presiden los dos siguientes pasos. En ese orden: primero San Isidoro y luego su hermano San Leandro, ambos arzobispos de la ciudad.
San Isidoro lleva un libro, el de las Etimologías; San Leandro no. Esto debería escribírselo más de uno en el brazo cuando sale a ver la procesión del Corpus porque ni siquiera muchos de los que aciertan al identificarlos lo hacen con pleno convencimiento.
La Hermandad de las Tres Caídas de San Isidoro es precisamente la que se encarga del paso del titular de su templo; de ahí la presencia de las inconfundibles jarras doradas del paso de palio de la Virgen de Loreto; aunque el llamador era de la Hermandad de la Salud de la misma parroquia. En cuanto a las flores escogidas, claveles blancos salpicados de espigas de trigo.






























Así pues, detrás de San Isidoro, su hermano San Leandro, paso del que se encarga la Hermandad de la Macarena, que también se decantó por el color blanco para las flores, aunque mezclando distintas especies.
Ambos hermanos, cuyas imágenes llaman siempre la atención por sus vestiduras de plata recubriendo la madera, tienen su lugar en el cortejo entre las representaciones de las hermandades sacramentales, incluyendo tanto las corporaciones denominadas puras por no estar fusionadas con hermandades de otro perfil, como las que sí son al mismo tiempo penitenciales o incluso letíficas.




























El quinto paso, el de San Fernando, pone música a la larga procesión del Corpus, en concreto la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan. Ha coincidido este año el día del Corpus con la festividad del Santo Rey, aunque precisamente por esta coincidencia en la Catedral se adelantaron los cultos en su honor.
Viene precedido San Fernando por las últimas hermandades sacramentales, culminando el listado las Siete Palabras y Pasión. Además, vemos también la réplica del Pendón de Castilla que el santo trajo consigo durante la reconquista de la ciudad.
La Hermandad del Beso de Judas, que lo tiene como titular, se ocupa del paso de esta talla de Pedro Roldán, que contaba con un exorno floral de claveles rojos, astromelias, lilium, romero y espigas de trigo. Tras la salida del paso, la Sinfónica Municipal tocó la marcha "Corpus Christi", como es tradición, a la que luego seguiría avanzando por la Avenida la composición "Rey de Reyes".



























La distancia entre los pasos es bastante menor a partir de este punto, por lo que salió enseguida de la Catedral el paso de la Inmaculada Concepción, imagen atribuida a Alonso Martínez, de la que siempre se ocupa, por la advocación coincidente con la de su dolorosa, la Hermandad del Silencio.
Enseres inconfundibles de la corporación que abre la Madrugá se pueden distinguir en este paso que tenía una variedad de especies florales blancas que, en las jarras de los costeros, tenían forma bicónica. La cercanía con el paso de San Fernando hace que prácticamente se pueda decir que la Inmaculada lleva también acompañamiento musical, dado que junto a ella se aprecian también perfectamente los sones de la Sinfónica Municipal.

















Detrás de la Inmaculada iban las hermandades cuyos titulares lo son también de basílicas de la ciudad, empezando por la más reciente, la del Santísimo Cristo de la Expiración, El Cachorro, y siguiendo por María Auxiliadora, la Macarena y el Gran Poder.
Y después nos encontramos con el antepenúltimo paso del largo cortejo del Corpus, el del Niño Jesús de la Sacramental del Sagrario, talla de Juan Martínez Montañés que supuso todo un modelo para tantas imágenes del Niño que llegaron después y que aún hoy siguen llegando.
Vestía este año el Niño Jesús del Sagrario una túnica blanca de tisú, mientras que el exorno floral, del que evidentemente se encarga su hermandad sacramental, se componía este año de rosas rojas salpicadas de romero, una interesante combinación tanto cromática como aromática.


























Llegamos ya al octavo paso, el de la Custodia Chica, que contiene una espina de la cruz de Cristo. Precisamente por ello, dado que la Hermandad del Valle tiene otra espina en un relicario, es esta hermandad del Jueves Santo la que se ocupa de este paso, que llevaba claveles de un rojo muy oscuro como exorno floral, también, como el anterior, salpicado de romero. Y además, veíamos igualmente espigas de trigo sobre la peana y en las esquinas. En éstas había también unos racimos de uvas.













Y sólo quedaba lo más importante, Jesús Sacramentado en la impresionante custodia de plata labrada por Juan de Arfe entre 1580 y 1587. El Santísimo, Jesús mismo entregado en la Eucaristía, es quien salía a las calles. Y lo hacía pocos minutos antes de las once de la mañana, precedido por el Tribunal Eclesiástico, el Clero Secular, la Curia Diocesana, la Universidad de Curas Párrocos, la Coral de la Catedral, los Seises vestidos de rojo y el Cabildo Catedral.
El invariable exorno floral se componía de claveles blancos y, por supuesto, espigas y racimos, en un paso ante el que algunos devotos se arrodillaban, aunque no muchos. Parece una costumbre de respeto al Santísimo ciertamente en desuso.
Y detrás, por primera vez tras su nombramiento, ya que en 2023 no hubo procesión, los obispos auxiliares, Teodoro León y Ramón Darío Valdivia, acompañando al arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses.

























Tras las autoridades municipales y provinciales, cerraba la procesión la Compañía de Honores del Ejército en esta jornada en que Sevilla recuperó su tradicional procesión eucarística de la Catedral. Y con ella, la belleza de una mañana singular, el olor a romero, la renovación de la historia misma de la ciudad... y los debates de siempre sobre la extensión del cortejo y la duración. En definitiva, el Corpus de siempre, afortunadamente.

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