miércoles, 5 de junio de 2024

REGRESO DEL CRISTO DE BURGOS A SAN PEDRO A LOS SONES DEL MAESTRO TEJERA


La misa estacional del CDL aniversario del Cristo de Burgos llegó a su fin en la Catedral e inmediatamente comenzaron los preparativos para el regreso a la Parroquia de San Pedro, que se inició minutos antes de las doce del mediodía.
Algunos cambios se produjeron respecto al traslado mañanero de ida. El más importante es que el Cristo de Burgos iba a estar acompañado por la Banda de Música del Maestro Tejera, la que cada Miércoles Santo se sitúa tras el paso de palio de Madre de Dios de la Palma.
Pero también hubo diferencias en la presencia de otras corporaciones en el cortejo. Todas las hermandades de la feligresía desaparecieron. Repitió la Real Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y Nuestra Señora de los Dolores, de la ciudad de Burgos, a la que se unieron la Real Hermandad del Cristo de Burgos de la Catedral burgalesa, que es el crucificado del que el titular sevillano adoptó el nombre, y la del Santísimo Cristo de Cabrilla, de la localidad malagueña de Alfarnatejo, cuyo crucificado, conservado en una pintura, dado que la talla fue quemada en 1931, responde a la iconografía del crucificado de la Catedral de Burgos.





No tardó en salir a la calle el paso del Santísimo Cristo de Burgos, lo que hizo mientras las campanas de la Giralda repicaban con fuerza. Tanta que, tras el Himno de España, apenas eran audibles los sones de la primera marcha que la Banda de Tejera tocó para el crucificado, "Miradlo en la cruz", una nueva composición de David Hurtado dedicada a esta imagen por su CDL aniversario y cuyo título es un verso de una cantata de Manuel Font Fernández con letra de Muñoz y Pabón.
El paso salió a la plaza de la Virgen de los Reyes y luego, tras una parada a los pies de la Giralda, tomó la calle Cardenal Carlos Amigo con la marcha "Corpus Christi" antes de detenerse de nuevo para que se llevara a cabo el primer relevo de costaleros de esta procesión extraordinaria de vuelta a San Pedro.
























"Procesión de Semana Santa en Sevilla" fue la marcha con la que el Cristo de Burgos continuó su camino, ahora por la calle Alemanes, girando luego a Álvarez Quintero con "Cristo de la Vera-Cruz". Encontró entonces el cortejo la sombra, como había dicho un hermano a otra a la que encendía un cirio en el momento de la salida de la Catedral. No es que no les fuera a dar más el sol en esta calurosa jornada durante el recorrido, pero es cierto que la estrechez de la mayoría de las calles escogidas iba a aliviar algo el enorme calor.
Tras una parada, el paso, a las órdenes de Antonio Santiago, comenzó a subir la Cuesta del Bacalao, para lo que la Banda del Maestro Tejera interpretó la marcha "Nuestro Padre Jesús". No subió el Cristo la cuesta de una vez, ya que tras la interpretación de esta composición, volvió a detenerse.



























Los capataces hicieron sonar nuevamente el llamador y el paso, siempre a pulso, se levantó para completar la subida de la Cuesta del Bacalao y girar a la izquierda en Placentines mientras sonaba "Saeta cordobesa". Después hubo una chicotá a tambor con la que el Cristo de Burgos alcanzó Francos, donde poco después habría un nuevo relevo bajo las trabajaderas.
Desde Francos hasta la plaza del Pan, el paso realizó un total de cuatro chicotás, en las que sonaron las marchas "Rey de Reyes" y "La vía sacra", luego los tambores redoblando y finalmente "Triunfal". Hay que subrayar el detalle de un locutor jerezano que se desplazó a Sevilla para asistir a esta salida extraordinaria y que se encontraba en la calle Francos con una botella de agua. Ante la mirada de uno de los acólitos que portaban los ciriales se la ofreció al verle necesitado de refrescarse. El acólito, bajo su pesada y gruesa dalmática, aceptó muy agradecido el ofrecimiento.






















El itinerario de vuelta del Cristo de Burgos desde la Catedral fue exactamente el mismo que el de un Miércoles Santo. Por tanto, tras un relevo entre los costaleros, atravesó la plaza del Pan, lo que hizo mientras la banda tocaba "Jesús de Pasión" (no olvidemos que el nombre real de la plaza es Nuestro Padre Jesús de la Pasión, aunque nadie la llame así). Y después de girar a su derecha y detenerse, buscó la calle Alcaicería con los sones nuevamente de "Miradlo en la cruz".
Poco después, el paso salió de Alcaicería a la plaza de la Alfalfa con la marcha "Cristo de la Sangre", a la que seguiría "Santísimo Cristo de Burgos" al tomar la pequeña calle San Juan.































Los hachones del paso chorreaban con rapidez cera color tiniebla, llenando de ella las rosas colocadas a su alrededor. Quizá las altísimas temperaturas influían también en ello. Pero en San Juan y luego en Boteros encontró de nuevo la sombra el crucificado de Juan Bautista Vázquez El Viejo, que salió al inicio de Sales y Ferré con "Miserere" y con la adaptación a marcha procesional de la "Cantata al Santísimo Cristo de Burgos" antes mencionada.
Desde Sales y Ferré, el paso alcanzó la plaza que recibe el nombre del Cristo en una chicotá a tambor, seguida luego por otra a los sones de "Nuestra Señora de la Palma". Con el paso parado frente a la calle Dormitorio, hubo un relevo más de la cuadrilla y después el paso giró a la izquierda para discurrir por el lado derecho de la plaza, donde sonaron las marchas "Expiración" y "El Cachorro".
























La salida extraordinaria del Cristo de Burgos llegaba a su fin. El paso estaba muy cerca de San Pedro cuando la Banda del Maestro Tejera interpretó otra vez "Procesión de Semana Santa en Sevilla", con la que llegó hasta la misma fachada del templo, donde todo el cortejo había encontrado por fin refugio al calor. Ya lo decía mi abuela: "En Sevilla, cuando hace mucho calor, lo mejor es estar en una iglesia".
Antes de entrar, sonó una vez más la nueva marcha, "Miradlo en la cruz". Durante su interpretación, el paso giró y se acercó a la puerta. Luego se paró y, mientras el crucificado era bajado en el cajillo, un hombre cantó desde el interior de San Pedro una saeta con la letra del Padre Nuestro. Finalmente, el paso se levantó y se produjo la entrada, momento en que la Banda de Tejera terminó con el Himno de España su participación en esta salida extraordinaria.



















Pasaban veintiún minutos de las tres de la tarde cuando el Cristo de Burgos desaparecía en la oscuridad de su parroquia, culminando así la celebración de sus cuatro siglos y medio de existencia. Una conmemoración sencilla, acorde con el carácter de su hermandad, que gracias precisamente a esta celebración ha podido quitarse la espina de no haber realizado su estación de penitencia el pasado Miércoles Santo.

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