Son labores de todo tipo: colaboración con Cáritas Diocesana y Parroquial, mantenimiento de comunidades religiosas, sostenimiento del economato social del casco antiguo, asistencia a mayores, niños con problemas de desarrollo, mujeres (entre ellas, embarazadas sin recursos), inmigrantes, parados, recogida de juguetes para niños de familias desfavorecidas en Navidad, formación, acogida de niños bielorrusos... y un sinfín más de proyectos que se prolongan en el tiempo o acciones puntuales ante necesidades específicas.
El espectacular incremento en estos últimos años tiene, obviamente, su explicación en la crisis económica, que ha llevado a muchísimas personas a tratar de buscar ayuda en las hermandades, que se han sabido adaptar así al momento actual aplazando muchas de ellas otros proyectos accesorios como la renovación de pasos o enseres para sus respectivas estaciones de penitencia o salidas procesionales (aunque también hay que tener en cuenta que las cofradías contribuyen al mantenimiento de numerosos puestos de trabajo en los talleres de imagineros, bordadores, orfebres o doradores).
Y ¿de dónde sale todo ese dinero? Pues, sencillamente, de los recursos propios de las hermandades; de la aportación de los hermanos (algunos de los cuales han tenido que dejar de pagar su cuota sin que sus corporaciones, comprendiendo su situación, les hayan dado por ello de baja), de las colectas puntuales que realizan y de los ingresos que reciben con actividades como las velás, la venta de lotería de Navidad o las ganancias de las casetas de feria. Por tanto, no hay ingresos provenientes de instituciones públicas, a pesar de que si las hermandades no existieran, serían las administraciones las que tendrían que responder ante las ingentes necesidades de la sociedad actual. Claro que, con todos estos datos, si las hermandades no existieran, habría que inventarlas.
Todo ello sin mencionar los más de 240 millones de euros que mueve cada año la celebración de la Semana Santa hispalense, según datos de la Universidad de Sevilla referidos al pasado año, de lo que se benefician hoteles, bares y restaurantes, taxistas, comercios, empresas de transporte e incluso policías y servicios de limpieza gracias a las horas extraordinarias que realizan.
No hay peor ciego que el que no quiere ver y, en este tema, de ésos hay muchos. Pero ahí están los datos para el que los quiera conocer...
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