Con motivo de la coronación fueron varias las marchas compuestas expresamente para dicha imagen. Y, claro, ahora ésas son las marchas que se suelen interpretar en momentos destacados del itinerario. La pena es que, desde entonces, las entradas en Campana de dicho palio, antes muy esperadas por las marchas alegres pero clásicas y muy conocidas que acompañaban su discurrir hasta Sierpes, han perdido interés musical debido a la interpretación de composiciones desconocidas y, en ocasiones, de una calidad más bien discutible.
El de esta dolorosa coronada es sólo un ejemplo de una tendencia que afecta en general al conjunto de las hermandades: la preferencia por las marchas propias, ya sean buenas, malas o regulares, por encima de las dedicadas a otras advocaciones, aunque tengan probada desde hace décadas su excelencia.
En el lado opuesto se encuentran aquellas hermandades con buenísimas marchas propias que se empeñan año tras año en que sean interpretadas en el mismo sitio y, además, varias veces, como si el repertorio musical de la Semana Santa fuera limitadísimo y no hubiera dónde escoger.
Así, sabemos perfectamente que en la entrada en Campana de la Amargura sonará “Amarguras” al menos dos, o más, veces seguidas; lo mismo ocurrirá el Jueves Santo con “Virgen del Valle”; sabemos que a la Virgen de los Dolores de Las Penas de San Vicente se le va a interpretar primero “Jesús de las Penas” y luego “Tus Dolores son mis Penas”; tras la dolorosa del Museo comenzará a sonar “Virgen de las Aguas” inmediatamente después de la ‘levantá’ en el palquillo; y la Banda de las Tres Caídas tocará “Silencio Blanco” al misterio del Desprecio de Herodes en la recta de la Campana. Y así un año, y otro, y otro más…
El caso de la Hermandad de la Amargura es paradigmático, ya que el repertorio de ambos pasos se limita a trece marchas para cada uno. Ni una más. De hecho, el pasado año 2010 se incluyó para el palio la marcha “Oremos”, de Ricardo Dorado; pero para ello se eliminó de la lista la genial “Mater mea”, del mismo autor.
Sin duda, como decía el filósofo, en el término medio está la virtud. Ni es bueno eso de incorporar sí o sí las marchas que tengan en su título la advocación de “mi Virgen” o “mi Cristo”, sin importar su calidad; ni tampoco hace falta limitar hasta la mínima expresión el repertorio para que al final acaben sonando siempre las mismas marchas en los mismos lugares, a las mismas horas… sin dejar ni siquiera un estrecho margen a la improvisación para que la Semana Santa sea algo vivo. Así ocurre a veces que un saetero que decide arrancarse es drásticamente interrumpido por la banda de turno porque el guión dice que en ese momento lo que debe sonar es tal o cual marcha…
La espontaneidad, la novedad y la evolución no deben estar reñidas, ni mucho menos, con la calidad. Y viceversa.
¿Se puede saber a qué palio te refieres en particular?
ResponderEliminarUn saludo.
Tampoco quiero yo herir sensibilidades, pero vamos, como pista te diré que está entre esas tres coronaciones que el Cardenal Amigo anunció de una tacada allá por el 2005...
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