LA PRIMITIVA PASTORA

La colocación de cuatro banderas (la española, la andaluza, una con los colores del Vaticano y otra con los de la Inmaculada) indicaba que la salida era inminente. La Divina Pastora, la primitiva hermandad con esta advocación y a la que todavía se le recuerda como la de Santa Marina (de hecho la santa que da nombre a su antigua sede es titular de la hermandad), estaba a punto de salir a la calle. Fue el pasado domingo a las siete de la tarde.
Este año se estrenaba la Banda de Música de Nuestra Señora del Sol detrás del paso. Lo primero que hizo fue tocar el himno nacional cuando asomó por la puerta de la capilla de la calle Amparo el simpecado que reproduce la visión que sobre la Virgen María tuvo Fray Isidoro de Sevilla. Por su vinculación con la orden franciscana, y gracias a la cesión de la Hermandad de Araceli, figuró en el cortejo una reliquia de San Francisco de Asís.
La salida del paso, guiado por Antonio Santiago y su hijo, se hizo coincidir con el lanzamiento de diversos cohetes. Tras devolver la verticalidad al pequeño árbol que figura tras la Virgen y colocarle el remate del cayado, el paso inició su camino, que tuvo como primera parada el interior de la iglesia de San Juan de la Palma, donde fue recibido en el presbiterio por una representación de la Hermandad de la Amargura, mientras que las de la Virgen de la Cabeza y la Virgen de Montemayor acompañaron a la Divina Pastora por las calles.
Posteriormente, antes de internarse en las callejuelas del barrio de la Feria, el paso se paró ante un grupo de ancianos en la esquina con Santa Ángela de la Cruz y ante las monjas del Convento del Espíritu Santo.