La procesión de la Virgen del Amparo tiene, por tanto, un aire nostálgico, casi melancólico que lo envuelve todo. Este año, como el tiempo está tan loco, faltó quizás algo de frío para ambientar aún más la sensación de despedida y cierre que cada año nos llega desde el gran templo del antiguo Convento de San Pablo. Por lo demás, estaba todo. Hasta la interpretación casi matemática de las mismas marchas en los sitios acostumbrados por parte de la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras: "Virgen del Amparo" a la salida, "Virgen de Montserrat" ante las puertas de la hermandad vecina, "La Madrugá" en la calle Gravina, "Virgen del Valle" en la 'revirá' a Pedro del Toro, "Virgen de las Aguas" delante de la Capilla del Museo...
Ésta es, junto con la Reina de Todos los Santos, la Pastora de Triana o la Virgen del Rosario de la Macarena, una de las hermandades de gloria más seguidas por los cofrades. Desde la misma salida hubo auténticas bullas en todo momento que en ocasiones hicieron muy complicada la movilidad de los presentes, sobre todo en las estrechas calles que rodean al Museo de Bellas Artes. También saben los incondicionales que la calle Gravina es un punto destacado del itinerario, ya que ahí tiene lugar una petalada que este año fue de lo más espectacular y que coincidió con los sones de "Coronación de la Macarena", la marcha más alegre de cuantas se interpretaron durante toda la procesión en un repertorio que incluyó, además de las citadas más arriba, composiciones como "Mater Mea", "Corpus Christi" o "Alma de la Trinidad".
Las hermandades de la parroquia, el Calvario, la Quinta Angustia y la Sacramental, además de Montserrat y el Carmen del Santo Ángel, formaron parte del cortejo de la Virgen del Amparo, cuyo paso fue llevado magistralmente por el reconocido capataz Ismael Vargas.
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