Lo de la Hermandad del Polígono es realmente desmoralizador. Después de incorporarse a la nómina de la Semana Santa en 2008 y completar dos larguísimas y emocionantes estaciones de penitencia, la de ese año y la del siguiente, llegó 2010 y se mojó durante una interminable búsqueda de refugio desde San Benito hasta el Salvador; en 2011 no salió por las previsiones de lluvia que luego no se cumplieron; y en este 2012 exactamente lo mismo, sólo que en este caso sí que cayó agua durante la tarde, y de qué manera. Por lo tanto, tres años seguidos afectados por la lluvia, aunque éste ha sido el primer año en que la junta de gobierno ha acertado con su decisión.
El Polígono San Pablo fue la primera víctima de una segunda jornada de Semana Santa que arrancaba exactamente igual que la primera. El principal estreno era el mismo que el de Pino Montano tres días antes: la nueva puerta de la parroquia que por primera vez iba a permitir que los pasos salieran a la calle desde el templo de San Ignacio de Loyola, y no desde la carpa habitual. Pero no pudo ser. Jesús Cautivo y Rescatado, que sigue sin poder estrenar su túnica de lanilla morada donada por una hermana el año pasado, y la Virgen del Rosario se quedaron en el interior de la moderna iglesia con sus vecinos.
La cosa estaba tan clara a esa hora que antes incluso de tener que empezar su estación de penitencia la Hermandad de Santa Genoveva anunciaba también que desistía del intento. No le hicieron falta ni prórrogas ni retrasos. Los partes no dejaban lugar a la duda. El hermano mayor, Francisco Javier Bonilla, explicaba que la del Tiro de Línea es una cofradía "de mañana, tarde y noche", y se anunciaba lluvia para los tres momentos del día. Poco más había que decir, por tanto.
Para las tres de la tarde estaba prevista la salida de San Gonzalo y el Beso de Judas. Curiosamente, con bastante antelación en Triana se apuntaba a las cinco y cuarto como nueva hora de salida de la primera de ellas. ¿No es exagerado semejante retraso? Si los hermanos, los muchísimos nazarenos de San Gonzalo, deben estar, se supone, a las dos ya dispuestos, ¿no es un disparate tenerles más de tres horas esperando, teniendo en cuenta además que no caben todos en la parroquia? ¿El Consejo no ha sido este año especialmente generoso concediendo prórrogas?
Pero es que ocurrió exactamente lo mismo en Santiago. En las dos horas largas de espera las pacientes personas que esperaban la salida soportaron varios aguaceros mientras la junta de gobierno seguía anunciando prórrogas confiando en que se repitiera la mejoría de la tarde del Domingo de Ramos.
Al final, el hermano mayor, José Antonio Moncayo, anunciaba que la cofradía saldría porque, según los partes que manejaba, la probabilidad de lluvia era del veinte por ciento hasta las seis de la tarde y a partir de ahí quedaba reducida prácticamente a la nada. A esa misma hora, sin embargo, el CECOP hablaba de un setenta por ciento de probabilidad durante toda la tarde. ¿Cómo puede haber partes tan contradictorios? Damos por hecho que la autoridad municipal tenía los datos de la Agencia Estatal de Meteorología. ¿Cuál era la fuente de los datos que tenía el hermano mayor? En cualquier caso, tanto el Beso de Judas como San Gonzalo se aferraron, quizá con más fe que certidumbre, a esos partes que veían muy improbable la lluvia para lo que quedaba de jornada y se pusieron en la calle.
Como en la salida de San Roque el día anterior, también los nazarenos del Señor de la Redención fueron abandonando el templo con bastante celeridad, incluso de tres en tres.
En menos de un cuarto de hora desde la apertura de las puertas el misterio de Castillo Lastrucci asomó por el dintel de la Iglesia de Santiago. El cielo presentaba aún una gran masa de nubes de un amenazante color gris, pero cuando el misterio reviraba hacia la calle Santiago salió el sol, haciendo pensar a todos que las dificultades ya se habían superado y que efectivamente las predicciones tan optimistas en las que justificó la salida el hermano mayor eran las acertadas.
Algunos minutos después de las seis hacía su aparición el paso de palio de la Virgen del Rocío, que probablemente pueda hacerse con el título del exorno floral más original del año: verónicas azules, lathirus azules, hibericum cremas, dendrobium verdes, cymbidium verdes y rosas verdes. Ante tal variedad, y tan exótica, uno no puede dejar de recordar aquellos tiempos en que este palio iba invariablemente con claveles blancos, e incluso la gran innovación que supuso en 2002 que apareciera con claveles de color rosa. Cómo cambian las modas...
Antes de marcharse hacia Santa Catalina, la dolorosa recibió una saeta y una lluvia de pétalos desde el balcón principal del Palacio de Villapanés y otra en la esquina entre la calle Santiago y la plaza de Jesús de la Redención.
Tanta prisa se dio la cofradía en llegar con su cruz de guía a la Campana que el cortejo sufrió diferentes cortes quedándose los pasos en ocasiones bastante descolgados.
Mientras tanto, por la calle San Jacinto avanzaba la Hermandad de San Gonzalo, al tiempo que el cielo se iba oscuriendo de nuevo de forma inquietante. Cuando el misterio del Soberano Poder estaba en pleno Altozano comenzó a llover cada vez con más intensidad. Los paraguas comenzaron a abrirse mientras los nazarenos y los acólitos aguantaban, nunca mejor dicho, el chaparrón. En ese momento algunos auxiliares subieron al paso y cubrieron con sendos chubasqueros las imágenes de Jesús y Caifás, mientras que el resto de las figuras secundarias fueron tapadas con plásticos. Varios costaleros rodearon el paso para evitar que la gente tocase el dorado y el misterio puso rumbo hacia la Parroquia de la Magdalena. La llegada allí fue un auténtico caos de gente, nazarenos, paraguas, costaleros, agentes de la autoridad... y todo ello cuando el agua caía con más fuerza.
Y en el antiguo templo dominico, una vez más, se quedaría el misterio hasta la tarde del Domingo de Resurrección, según las instrucciones del CECOP. Hay que señalar que el Señor vestía la túnica bordada por Mariano Martín Santonja y diseñada por Francisco Javier Sánchez de los Reyes que donaron varios hermanos y devotos para el Vía Crucis de las Cofradías del año pasado.
El paso de palio de la Virgen de la Salud, por su parte, seguía también hacia la Magdalena. Sin embargo, cuando la lluvia más arreciaba, se dio la vuelta para meterse en la Capilla de la Estrella, donde igualmente aguardaría a su Hijo hasta el domingo. La imagen de los dos palios juntos, uno detrás de otro, en el pequeño templo quedará para la historia de las Semanas Santas trastocadas por la lluvia.
Entretanto, la Hermandad del Beso de Judas pasaba deprisa y corriendo por la Campana para, apartadas las sillas de Martín Villa, dirigirse hacia la Iglesia de la Anunciación, donde la Hermandad del Valle demostró una generosidad y una capacidad de reacción dignas de alabar y agradecer.
No sorprendió a nadie, como es lógico, que cerquita de allí, en la Parroquia de San Andrés, la Hermandad de Santa Marta decidiera no salir. Por cierto que, después del experimento de los jacintos en 2011, la cofradía había vuelto a los tradicionales lirios morados.
Pasaban las horas y quedaba la duda de saber qué harían las cuatro últimas hermandades. Las Aguas, que estrenaba la restauración de la Virgen del Mayor Dolor por Álvarez Duarte, intentó primero esperar, aunque no necesitó ni agotar la prórroga solicitada para optar por no salir; y más tarde en San Vicente la Hermandad de las Penas tomó la misma decisión. El Señor de las Penas estrenaba una nueva túnica bordada; la tercera en pocos años. Esta vez era una donación de un hermano que encargó la pieza, en terciopelo burdeos, al taller malagueño de Manuel Mendoza y Salvador Aguilar, los mismos autores de las otras dos túnicas estrenadas en 2001 y 2006.
En cuanto al palio de la Virgen de los Dolores, el estreno era la restauración del techo en el taller de José Manuel y Carlota Elena.
La Hermandad de la Vera+Cruz, por su parte, tardaba en tomar una decisión que iba a ser finalmente muy sorprendente hasta el punto de generar un intenso debate en el mundo cofradiero.
Y en la Anunciación la Hermandad del Beso de Judas se preparaba para un rápido regreso a Santiago. La consigna era regresar sin apenas detenerse y sin marchas, sólo a tambor. Poco antes de las nueve y media de la noche se iniciaba el traslado con celeridad, pero en perfecto orden. El camino elegido, obviamente, fue el más corto: Encarnación (con las gradas de las setas a reventar), Imagen, San Pedro, Almirante Apodaca, Juan de Mesa y Santiago.
Después, ya más cerca del templo, se ralentizaría el ritmo aprovechando que, ahora sí, el tiempo daba una larga tregua.
La última decisión vino desde la cofradía decana de la jornada. El Museo decidió no salir al no haber garantías suficientes para una tranquila estación de penitencia. Hasta muy tarde se mantuvieron abiertas las puertas de la capilla para que todo aquél que lo deseara pudiera visitar los pasos del Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas, que iban este año a ver la calle solamente a través de las características ventanas del templo.
La Vera+Cruz estaba en la calle. Todo el cortejo de nazarenos, todas las insignias, todas las representaciones habituales de otras hermandades con el mismo título, incluso la coral Crux Fidelis y la capilla musical Gólgota. Pero los pasos del Cristo de la Vera+Cruz y la Virgen de las Tristezas se habían quedado en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús.
El hermano mayor, Francisco Berjano, había estado madurando esta idea desde que supo que las previsiones meteorológicas eran complicadas. La primera titular de la corporación es la Vera+Cruz, es decir la verdadera cruz en la que murió Cristo, por lo que Berjano planteó, al modo Javier Criado, que si la estación de penitencia no se podía llevar a cabo con todos los titulares, al menor sí podría hacerse con uno, el Lignum Crucis, el que habitualmente forma parte del cortejo y se da a besar a los fieles que así lo desean. Pero además, otra reliquia de la cruz forma parte de la cruz de guía, con lo que el cortejo se abría y se cerraba con un trozo del madero, símbolo de la Pasión y Muerte de Jesucristo, y de la fe de todos los cristianos.
Fue una estación de penitencia rápida, casi sin parar en ningún momento. Se cambió incluso el itinerario de vuelta, pasando por Hernando Colón hacia Plaza Nueva, Tetuán, Velázquez, Campana, Plaza del Duque, Alfonso XII y Jesús de la Vera+Cruz. Pero, sobre todo, fue una estación de penitencia que nos trasladó a los orígenes mismos de la Semana Santa; a los tiempos en que no había pasos, ni bandas, ni flores... Sólo hermanos ataviados con túnicas transmitiendo por las calles su fe, acompañando, si acaso, a un crucifijo. Como aquellos primeros nazarenos que salían de Omnium Sanctorum hacia San Lázaro. Como en el origen; cuando lo principal no era lo secundario ni lo secundario eclipsaba a lo principal.
Fue la Hermandad de la Vera+Cruz. La única que realizó una ejemplar estación de penitencia a la Catedral el Lunes Santo de 2012. Así habrá de constar en los futuros anales de las cofradías.
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