Cuando un hermano mayor de una hermandad del Martes Santo está rodeado de micrófonos de medios de comunicación locales, regionales y nacionales, no cabe duda de dos cosas: que la Semana Santa de Sevilla ha alcanzado un nivel mediático exagerado (no siempre se le da el tratamiento adecuado, sobre todo desde Madrid) y que algo va mal, porque a esa hora ese hermano mayor, en este caso José de Anca, debería estar revestido con su túnica de nazareno del Cerro acompañando al Cristo del Desamparo y Abandono y a la Virgen de los Dolores en su larga travesía hacia la Catedral.
Pero las cosas vinieron como vinieron. Pese al esperanzador cielo azul que por momentos decoraba el cielo del Cerro del Águila, pronto se supo que la cofradía pediría una hora más para consultar partes más actualizados y más fiables. Llevábamos desde el Viernes de Dolores igual. Ni una sola hermandad había salido a su hora hasta el momento.
Pasada la espera, la noticia cae como una losa sobre un barrio que es hermandad y una hermandad que es barrio. Por segundo año consecutivo, habría que hacer la penitencia por dentro. Fuera quedarían únicamente los muchos reposteros con las imágenes titulares que los vecinos cuelgan de sus balcones en día tan especial.
Hay varios motivos que pueden llevar a una hermandad a optar por no salir cuando la situación no es muy fiable. Evidentemente, en el ánimo del Cerro pesó principalmente una circunstancia que aún se recuerda con mucho dolor: el fortísimo aguacero que soportó la cofradía en 2007 cuando el misterio estaba ya en Ramón y Cajal, y el palio acababa de revirar hacia la calle Aragón. Las escenas vividas entonces están tan presentes aún hoy, que el propio hermano mayor justificó la negativa a salir en que las previsiones para este último Martes Santo eran las mismas que les dieron hace cinco años. Todo estaba dicho.
De camino al centro, sin embargo, los cofrades recorrieron bajo el sol del mediodía la avenida de Ramón y Cajal, cuyos bares, por cierto, notaron la ausencia de la hermandad en sus cajas. Para que luego haya quien dude del beneficio económico que para la ciudad representa la Semana Santa.
Las miradas estaban puestas entonces en San Esteban, la cofradía que precisamente en aquel Martes Santo de 2007 fue la única en completar la estación de penitencia a la Catedral, aunque con el sobresalto de la lluvia al final, desde la Cuesta del Rosario hasta el regreso. Sin embargo, y aunque seguía sin caer una sola gota sobre Sevilla, los partes no invitaban precisamente al heroísmo y, después de una prórroga, una más de las tantas que se han solicitado este año, se anunciaba la suspensión de la estación de penitencia.
Para los supersticiosos hay que apuntar que éste ha sido el segundo año en que la cofradía de la Puerta Carmona ha intentado salir a la calle cubriendo al Señor de la Salud y Buen Viaje con la clámide roja bordada en oro que fue recuperada hace algunos años en lugar de la lisa burdeos con la que estamos más acostumbrados a ver a la imagen. ¿A la tercera irá la vencida?
Como sustitución de la estación de penitencia, la hermandad celebró un vía crucis para el que se utilizaron las reliquias del Lignum Crucis y de San Juan de Ribera existentes en la Casa de Pilatos, y que fueron colocadas en la delantera del paso de misterio.
La Hermandad de San Esteban tenía previsto este año solicitar por las calles un donativo para la compra de alimentos para el comedor social del Pumarejo. Al no poder hacer estación de penitencia, se colocó una urna delante del palio de María Santísima Madre de los Desamparados para que los visitantes pudieran depositar su colaboración. Especialmente para ello se editaron unas estampitas en blanco y negro con los rostros de los titulares separados por el guión de caridad y detrás el escudo de la hermandad y el texto: "Solicitamos una limosna para ayudar a los desamparados de Sevilla. Pro-comedor social El Pumarejo".
Los Estudiantes, los Javieres y San Benito eran las siguientes. En la Universidad apenas hubo lugar para la indecisión. Vistos los partes la hermandad sólo saldría pasadas unas horas para realizar el corto trayecto de los pasos desde la entrada principal del Rectorado hasta la Capilla. No pudo lucirse en la calle la conclusión del palio de la Virgen de la Angustia con el bordado de los faldones a cargo del taller Santa Bárbara 70 años después del inicio de este monumento magistral.
Y en la calle Feria Maruja Vilches se enfrentaba de nuevo a la difícil disyuntiva de salir o no salir. Como decía más arriba, la experiencia propia pesa a la hora de tomar la decisión definitiva, y en la mente de todos estaba lo ocurrido en la Hermandad de los Javieres en 2011, cuando se optó por salir, se abrieron las puertas y, con las mismas, se cerraron sin que la cruz de guía llegara a pisar la calle. Este año no se repitió la escena. La cofradía se quedó en casa sin intento alguno. Los pasos contaban con unos exornos florales absolutamente clásicos: claveles rojos para el Cristo de las Almas y blancos para la Virgen de Gracia y Amparo, aunque dispuestos éstos en forma cónica.
Tardó más en pronunciarse San Benito, quizá porque en la Calzada nadie quería resignarse a la idea de dejar de nuevo sus tres impresionantes pasos en el interior de la parroquia. Pero al final no hubo más remedio que aceptar la realidad. Y eso que seguía sin llover. Está claro que la experiencia ajena también ejerce su cuota de influencia sobre las cofradías. Seguro que lo ocurrido el día anterior con San Gonzalo y el Beso de Judas fue tenido muy en cuenta por las juntas de gobierno del Martes Santo.
Las posibilidades de la jornada quedaban reducidas a tres: La Candelaria, la Bofetá y Santa Cruz. La de San Nicolás fue la que más fácil lo tuvo de todas, ya que mientras se pensaba sobre qué hacer se escucharon varios truenos amenazadores. De hecho, cada vez la distancia entre los rayos y el rugir del cielo era menor; y desde niños sabemos lo que eso significa.
La Candelaria no saldría y ahora sí, una cuantas horas después de la negativa del Cerro, empezaba a llover sobre Sevilla. Quedaba el consuelo del magnífico Vía Crucis de las Cofradías que presidió Nuestro Padre Jesús de la Salud, pero la pena de ver a María Santísima de la Candelaria sin que se le moviera un varal. La Virgen de las Nieves, desde su altar provisional detrás del paso del Señor, fue de nuevo testigo de la decepción de la hermandad que la tiene acogida en su casa.
Por orden, la Hermandad de Santa Cruz tomaba el relevo del frustrado y frustrante Martes Santo. Había una auténtica expectación este año en la salida de la cofradía por el itinerario de ida que recuperaba tras tener que renunciar a él en 1965. La Cuesta del Bacalao, Francos, la Plaza del Salvador, Cuna, Orfila... Las calles que hace cerca de cincuenta años dejaron de ver al Cristo de las Misericordias y que nunca conocieron a la actual Virgen de los Dolores, estrenada en 1967, tendrán que esperar un año más; al igual que tendrán que esperar los agoreros que vaticinaban un caos horario con el recorrido recuperado de Santa Cruz.
Finalmente, y aunque parecía que el tiempo estaba mejorando, el comisionado de la Bofetá rehusó el riesgo innecesario al que se enfrentó el año pasado, cuando llegó a poner media cofradía bajo la lluvia en la calle, y con rapidez anunció que la hermandad de San Lorenzo no saldría, asegurándose así de no repetir la metedura de pata de 2011, aunque tampoco la gran gesta de 2003, cuando fue la única en salir, además de la primera en llegar a la Campana aquel año.
El Martes Santo de 2012 ya era historia. Ni una sola cofradía por las calles; ni un solo paso. La única opción era visitar los templos, como hizo muchísima gente. Y entre ellos, el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, que fue de iglesia en iglesia para disfrutar de las cofradías en una decepcionante quietud que suma ya dos años seguidos.
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