jueves, 20 de septiembre de 2012

LA DEVOCIÓN PASTOREÑA DEL BARRIO DE LA FERIA


La Divina Pastora de Santa Marina, la Primitiva, el origen de la advocación mariana más sevillana, salió a las calles el pasado domingo en la que es una de las procesiones de gloria más seguidas.
Algunos minutos pasaban de las siete de la tarde cuando el cortejo se ponía en marcha, con la interpretación del Himno Nacional por parte de la Banda de Música de Nuestra Señora del Sol cuando el simpecado se encontraba bajo el dintel de la capilla de la calle Amparo, como es habitual en la cofradía. Además, mientras el resto del cortejo abandonaba el templo sonó “María Santísima del Dulce Nombre”.




Con el paso ya cuadrado ante la puerta, pero aún en la capilla, el granado bajo el que la Divina Pastora permanece sentada fue inclinado hacia atrás para poder sortear el dintel. Acto seguido tuvo lugar la salida a la calle Amparo, donde antes de realizar la revirá el capataz Antonio Santiago, acompañado de su hijo, detuvo el paso. Se pudo ver en ese momento la vara situada en los respiraderos con dos crespones negros en recuerdo del capiller, Juan Carlos Pérez, fallecido el mes pasado.


















Por la calle Madre de la Purísima de la Cruz, y a los sones de “Pastora de Santa Marina”, el paso se dirigió en primer lugar a San Juan de la Palma. Sin embargo, al contrario de lo ocurrido en años anteriores, la Divina Pastora no entró en el templo, sino que las hermandades que residen en él (Amargura, Cabeza y Montemayor) la recibieron en la puerta que da a la calle Feria.













Desde allí continuó hacia la esquina de la calle Gerona con Santa Ángela de la Cruz, a la que llegó con “Virgen de las Aguas”, y donde la residencia de ancianos Juan Grande había preparado un altar con una reproducción del cuadro de la Divina Pastora que pintó en 1702 Alonso de Tovar siguiendo las indicaciones de Fray Isidoro de Sevilla. Allí, una mujer cantó el Ave María y el padre Giovanni Lanzafame, director espiritual de la hermandad, dirigió unas oraciones en honor a la Virgen y a su advocación pastoreña.















Una nueva parada realizó la cofradía en el Convento del Espíritu Santo, cuyas hermanas rezaron también ante el paso, que quedó detenido frente a la puerta.






No sin dificultad muchos de los devotos que seguían la procesión pudieron meterse en la estrechísima calle Espíritu Santo, donde, pese a todo, se vivió un único momento de dificultad cuando una de las tulipas golpeó con un balcón, lo que provocó que mientras el paso avanzaba y Antonio Santiago ordenaba la izquierda ‘alante’ la tulipa girase sobre sí misma hasta que se separó de la fachada.















Superado sin mayores problemas el pequeño obstáculo, la Pastora de Santa Marina siguió adelante en su recorrido por el barrio de la Feria, con la calle Divina Pastora como punto central, donde hubo una gran lluvia de pétalos e importantes muestras de la devoción que suscita la antigua talla de Francisco Antonio Gijón, quien llevó a la madera de forma magistral la advocación creada por Fray Isidoro.

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